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Los fabricantes avisan ante la posibilidad de un "Brexit" duro

La supervivencia temporal de Theresa May como primera ministra del Reino Unido acerca aún más la posibilidad de una salida no pactada con la UE. Será un desastre, fundamentalmente para la industria del motor británica, pero también para la continental.

8 min. lectura

Publicado: 16/01/2019 22:00

El Reino Unido continúa en línea recta en dirección al precipicio político, económico, social... es decir, el "Brexit" duro: un divorcio con la Unión Europea sin un acuerdo. El acuerdo logrado entre el Gobierno británico y la Unión Europea fue rechazado de forma rotunda por el Parlamento: 432 votos en contra frente a 202 a favor.

Eso significa que miembros del partido conservador, en el Gobierno, votaron en contra del acuerdo conseguido por su primera ministra. El líder de la oposición, Jeremy Corbyn, vio la oportunidad de hacer caer a Theresa May con una moción de censura, esperando que los conservadores también sacrificasen a May. Pero no ha ocurrido tal cosa.

Theresa May se ha librado por escaso margen: 325 votos en contra de la moción de censura, 306 a favor. Corbyn ha subestimado sus apoyos en el bando contrario. Resumiendo, los conservadores no quieren el acuerdo conseguido con la UE, quieren otro (hipotético) más beneficioso, pero no cortan la cabeza a la primera ministra. May tiene más oxígeno.

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Las opciones son cada vez más escasas a 72 días del "Brexit", que se consumará el 29 de marzo a las 0:00 horas. A los conservadores les gustaría que la Unión Europea cediese más y se logre un acuerdo más beneficioso, pero eso es realmente difícil. Es un pulso donde el brazo continental tiene más músculo que el del archipiélago británico.

Otra opción es retrasar el día del "Brexit", es decir, pedir a la Unión Europea que no se ejecute el artículo 50 y obtener una prórroga. En ese tiempo extra se supone que el Gobierno de May buscaría un segundo acuerdo con la Unión Europea, considerando que el acuerdo ya rechazado por el Parlamento se ha estado negociando durante dos años.

La tercera vía es que se celebre un segundo referéndum, en el que se podría producir un vuelco y gane el "Bremain", que significa parar máquinas en dirección al desastre, y dejar todo como está, una Europa de 28 naciones. Esa posibilidad ya no está directamente descartada por Theresa May, hasta la fecha se ha negado de forma explícita.

A los fabricantes se les empieza a acabar la paciencia

Según va quedando cada vez más claro que la posibilidad del "Brexit" duro es más real, los fabricantes están tomando medidas para amortiguar el impacto, pero a medio y largo plazo habría medidas más duras, en las que es la industria del Reino Unido la que tiene más papeletas para salir perdiendo.

La SMMT (patronal británica del motor) dijo: "la falta de acuerdo debe ser evitada a cualquier precio"

Jaguar Land Rover -mayor fabricante del país- ya ha avisado que una ruptura sin acuerdo no es una opción, y abandonar el país lo puede ser. Ford por su parte ha dicho que sería algo "catastrófico". Estando el fabricante del óvalo en plena operación de ahorro y optimización de sus operaciones, lo que queda de su tejido industrial en suelo inglés puede acabar echando también el cierre. Ford ya no fabrica vehículos en Reino Unido, pero sí componentes y motores.

Para Vauxhall, que forma parte de PSA, el rechazo del acuerdo por tanta mayoría es "extremadamente decepcionante", por lo que ya no solo está en peligro una de las fábricas (Ellesmere Port), también la otra, la de Luton. PSA tiene exceso de capacidad de producción, puede retirarse de las islas y concentrar todo en el continente.

Producción del Opel Astra en Ellesmere Port (Reino Unido)

De los fabricantes japoneses, es Toyota quien más se ha pillado los dedos, comprometiéndose a producir el Corolla en Burnaston pese a todo. El 87% de su producción de 2017 fue a parar al continente. Honda ha dicho que la competitividad de su fábrica de Swindon quedará seriamente perjudicada si no hay acuerdo.

También hacen piña los fabricantes alemanes, representados por la VDA, ya que la quinta parte de su producción está destinada al Reino Unido. La advertencia es seria: "[...] los empleos en la industria del motor, particularmente los de Reino Unido, están en peligro". No será únicamente por los aranceles que habrá a ambos lados de la frontera (10%), sino la pesadilla logística de poner controles aduaneros.

Los puertos se convertirán en un caos, con colas kilométricas de camiones. Reino Unido fracasó en su ensayo de atasco de camiones en el puerto de Dover. Todo esto se traducirá en desabastecimiento para las fábricas -por falta de componentes-, concesionarios, talleres y servicios oficiales; las consecuencias de los propios atascos serán importantes para las zonas aledañas a los puertos, que esa es otra.

La pesadilla logística se puede amortiguar con mayores inventarios de coches y componentes, lo cual tiene un coste. Los aumentos tarifarios se trasladarán en parte a los clientes, otra parte se la comerán las empresas. El mercado británico se contraerá, por sí mismo y por lo que va a caer la economía. Se mire como se mire, será un caos. También serán parches, no soluciones definitivas.

Los fabricantes no van a cerrar las fábricas de un día para otro. La industria del motor trabaja con mucha previsión y se hacen planes a años vista. Si producir en el Reino Unido deja de ser competitivo -ya que como mercado aislado no es tan grande- la producción se irá lugares más interesantes y competitivos, tanto en la propia UE como fuera (Turquía, la India, el Magreb...).

En otras palabras, la industria británica del motor se enfrenta a una nueva extinción en masa. Ahora mismo no hay ningún fabricante voluminoso en el Reino Unido que no esté en manos extranjeras. El sector auxiliar debe estar tiritando, los proveedores británicos que trabajan para fabricantes en la UE tienen todos los visos de perder encargos a medio y largo plazo.

¿Parará alguien esta locura? El Reino Unido se expone al mismo futuro que ya es realidad en Australia: su industria del motor ha echado el cierre casi por completo ante la pérdida de competitividad que ha arrastrado durante años.

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