No habrá combustibles sintéticos para todos, ¿por qué?
En un mundo donde los combustibles fósiles dejan de utilizarse, porque liberan CO2, una solución posible es producir combustibles sintéticos con electricidad, agua y aire. La idea, así tal cual, parece buena, hasta que nos ponemos a hacer números y analizamos su impacto.
Los combustibles sintéticos o e-fuels se ofrecen como una posibilidad prometedora de cara al futuro. Con ellos se podrán seguir utilizando los motores de combustión interna aunque ya no se saque una sola gota de petróleo, y los elementos básicos para producirlos son electricidad, agua y aire común.
Mediante procesos químicos es posible producir tanto gasolina sintética como gasóleo sintético. A diferencia de los biocombustibles no hay que emplear terrenos para cultivar, y se pueden hacer tanto pequeñas instalaciones como otras mucho más grandes. Y elimina problemas de dependencia energética.
Pero uno de los problemas que tiene esta tecnología es que la electricidad no es gratis, e incluso teniendo en cuenta únicamente fuentes renovables, su aprovechamiento también es finito. Ricardo Energy & Environment ha realizado un estudio para la Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente (Transport & Environment, o T&E).
Los autores del estudio han pensado en un escenario para 2050 con las siguientes suposiciones:
- El 10% de los coches y vehículos industriales ligeros funcionan con hidrógeno, el 10% con gasóleo sintético y el 80% solo con baterías
- El 50% de los camiones funcionan con hidrógeno y el otro 50% con gasóleo sintético
- El 25% de los autobuses funcionan con hidrógeno, el 50% con gasóleo sintético y el 25% a baterías eléctricas
En el caso de los turismos y los comerciales ligeros, dar de beber a ese 10% del parque supondrá un 41% más de energía que producir electricidad para vehículos eléctricos equivalentes. Si metemos a los camiones, ya nos vamos a un 151% más de energía, según sus cálculos. Y la lógica que hay detrás de esto es aplastante.
Si producimos 100 kWh de energía, en un eléctrico a baterías entra prácticamente todo. Si producimos hidrógeno con esa energía, se aprovechará mucho menos, porque hay pérdidas en el proceso. Pero más pérdidas hay convirtiendo energía renovable en combustibles sintéticos (o en otras palabras, power to liquid, PTL).
La energía que se necesitaría de más para generar combustibles sintéticos -en vez de 100% de baterías- es de 936 TWh. Eso precisaría de cientos de parques eólicos en el mar (offshore), cada uno con 375 km² de superficie para generar 7,9 TWh. Por lo tanto, nos iríamos a una superficie de 44.430 kilómetros cuadrados, más o menos la superficie de Dinamarca o un término medio entre Aragón (47.720 km²) y Extremadura (41.645 km²).
T&E y la consultora Ricardo creen que no merece la pena hacer semejante esfuerzo, ya que los aviones y los barcos no se pueden electrificar a esos niveles y menos a medio y largo recorrido. Los combustibles sintéticos serían la única alternativa, además del hidrógeno, o seguir quemando petróleo (más CO2, más efecto invernadero).
Las emisiones contaminantes de los combustibles sintéticos son mínimas, el residuo es escaso y la pureza química es altísima, sin apenas impurezas
Llegados a este punto, hay que matizar que los combustibles sintéticos no son generadores netos de CO2, ya que se absorbe carbono del aire para su producción y generar hidrocarburos básicos. Por lo tanto, quemar combustibles generados con técnica PTL -y energía renovable- no aumenta la concentración de CO2, son las gallinas que entran por las que salen.
La solución, según los autores del estudio, es la electrificación masiva de los vehículos terrestres para 2050, y que el uso de combustibles sintéticos sea minoritario. De esta forma, la capacidad de generación necesaria sería muy inferior porque el rendimiento es el más alto de todas las tecnologías disponibles.
Además, el agua no sobra -libre de sal y limpia-, lo cual generaría problemas adicionales
Es decir, por mucho que se genere energía renovable a lo bestia, de forma que sobre por todas partes, no hay que malgastarla en la tecnología PTL. Además, un exceso de producción tiraría los precios de la electricidad y no sería rentable levantar nuevos parques eólicos, centrales solares, presas para hidroeléctricas, etc.
Entre los fabricantes que creen en esta tecnología tenemos a Mazda, Ford o Porsche. Otros, como Mercedes-Benz y Audi han abandonado esa vía de desarrollo y prefieren centrarse en electromovilidad pura (baterías recargables o pila de combustible de hidrógeno). En cuanto a cómo daremos de beber a los clásicos e históricos en esa era, si mantienen el motor original, es un problema pendiente de resolución.
Fuente: Transport & Environment