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Indy 500Oriol Servià: perseverancia en pos del sueño americano

  • El piloto gerundense aterrizó en Estados Unidos en 1998, donde se ha labrado una carrera en la IndyCar.
  • La falta de recursos no impidió un subcampeonato y pilotar brevemente para los mejores equipos de la parrilla.
  • Disputará este año sus novenas 500 millas de Indianápolis a sus 42 años.

38 min. lectura

Publicado: 16/05/2017 12:50

La disputa de las 500 millas de Indianápolis por parte de Fernando Alonso ha alterado varios paradigmas que se daban por aceptados en el automovilismo, no sólo a nivel mundial, si no también en nuestro país, donde el intenso y pasional seguimiento de las proezas del piloto asturiano ha eclipsado el desarrollo de las carreras de otros pilotos patrios. El caso que nos ocupa es, probablemente, uno de los más flagrantes: un piloto español que ha competido en monoplazas de gran potencia durante muchos años, obteniendo buenos resultados, y disputado varias veces una de las carreras más prestigiosas del mundo, y del que, sin embargo, apenas se ha oido hablar a nivel mediático. Ahora, comparte terreno con el asturiano, y muchos ojos estarán puestos en él. Hablamos de Oriol Servià.

Nacido el 13 de julio de 1974 en Pals, Girona, el de "Uri" es uno de esos casos en los que la expresión "de casta le viene al galgo" encaja a la perfección. Salvador Servià (1944), su padre, emergió en la escena del automovilismo nacional a finales de los 60 poco después de hacerse con la administración de dos empresas de construcción, y fue uno de los pilotos de rallies más destacados del país en los años 80, ganando el campeonato nacional en 1985 y 1986 ante Carlos Sainz. A posteriori, lograría cuatro top 10 en el Rally Dakar en los años 90, siendo sexto en dos ocasiones, antes de ser presidente del Circuit de Barcelona-Catalunya entre 2011 y 2015. Salvador tomó parte en 17 ediciones del Dakar, dos menos que su hermano Josep María Servià (1953), más especializado en los rally raids, que llegó a ser cuarto en 2000 y 2001 con el buggy de Jean-Louis Schlesser.

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Oriol, sin embargo, manifestó otros intereses ya desde pequeño, comenzando sus diabluras en el esquí náutico y optando por el karting para iniciarse en el mundillo. En 1993, saltó a los circuitos, participando en pruebas seleccionadas del Campeonato de España de Turismos con un Alfa Romeo y compitiendo en la Formula Renault Campus, predecesora del campeonato francés de Fórmula 4. Allí, Servià obtuvo dos victorias y se quedó a nueve puntos del campeón Sébastien Philippe. Esto, sumado a una buena actuación en la penúltima edición del concurso Volant Elf, hizo que fuese escogido por la petrolera francesa para formar parte de su programa de talentos Elf La Filière (actualmente, la academia de la Federación Francesa).

De Francia a los Estados Unidos

Así, pasó a competir en la Formula Renault 2.0 francesa, siendo undécimo en 1994 y sexto en 1995. Al año siguiente, saltó a la Fórmula 3 francesa, donde fue quinto en 1996. En el 97, logró un triunfo en Albi, pero su temporada fue bastante más discreta (octavo). Pese a un sólido sexto puesto en el Gran Premio de Macao, a apariciones esporádicas en la copa Renault Spider, y a un intento infructuoso de participar en las 24 horas de Le Mans, su carrera parecía quedarse en un punto muerto, siendo un ascenso a la Formula 3000 europea poco factible por motivos económicos.

Entonces, Servià tuvo la oportunidad de hablar con Fermín Vélez, el destacado piloto de resistencia barcelonés que había ganado el campeonato IMSA en 1995, además de las 12 horas de Sebring en dos ocasiones. Vélez, fallecido en 2003 a causa de un cáncer, disputó seis pruebas de la recién nacida Indy Racing League, un campeonato 100% óvalos por entonces, entre 1996 y 1997, en las que obtuvo dos top 10, uno de ellos en las 500 millas de Indianápolis, y aconsejó a Servià que probase suerte al otro lado del océano. Habiendo obtenido ya su titulación en Ingenería Mecánica por la Universitat Politècnica de Catalunya, Oriol hizo las maletas y puso rumbo a los Estados Unidos para competir en la Indy Lights, la categoría soporte del principal campeonato de monoplazas del país, la CART.

Enrolado en Dorricott Racing junto al austríaco Philipp Peter, y pese a comenzar con un cuarto puesto en su primera carrera en óvalo en Homestead, su primer año estuvo marcado por los infortunios (envuelto en un incidente en la salida de Portland, problemas con neumáticos en Toronto, un caution inoportuno en Michigan y un toque en Long Beach) y errores propios (salida de pista que costó un podio en Cleveland y accidente en Vancouver), que empañaron sus buenas clasificaciones. Su año, de hecho, terminó en una confrontación física con el brasileño Sergio Paese tras un accidente en Fontana. Con todo, dos segundos puestos en Trois-Riviéres y Laguna Seca le permitieron terminar séptimo en la general.

El inicio de 1999 no fue el más alentador, siendo sexto en Homestead y accidentándose en Long Beach, pero todo dio un giro en el óvalo de Nazareth, donde obtuvo su primera pole y terminó segundo al ser obstaculizado por doblados. En las siguientes siete carreras, obtuvo cuatro segundos puestos más en circuito y tres top 5 en óvalos. Pese a no convertir en victorias ninguna de sus tres poles, su consistencia y la irregularidad de sus oponentes, en especial de sus compañeros Casey Mears y Philipp Peter, fue clave para ponerse al frente y obtener una ventaja de casi una carrera. No obstante, todo estuvo a punto de irse al garete al final.

Una mala clasificación le costó su primer match-ball en Laguna Seca y, liderando la prueba final en Fontana, sufrió una gran pérdida de potencia en la cuarta vuelta. Servià pudo continuar en carrera, a la cola del pelotón pero, por fortuna para él, Mears no pudo aprovecharlo, tras una falsa alarma de pinchazo lento y dañar su alerón al tocar a un rival. El día antes de que Emilio Alzamora ganase el Mundial de motociclismo de 125cc sin ganar una carrera, Servià se proclamaba campeón de Indy Lights de idéntica forma. Su éxito abrió las puertas de su siguiente desafío: la CART, que, a pesar de estar inmersa en plena guerra de poder con la IRL tras el cisma de 1996, y a la paulatina pérdida de popularidad de los monoplazas en América, gozaba de gran salud a nivel de circuitos, equipos y pilotos.

Con el apoyo de Telefónica, quienes ya figuraban en su coche el año anterior, Servià recaló en PPI Motorsports, un equipo refundado cuyos logros hasta entonces habían sido muy escasos (tres top 5 en cinco años), junto al brasileño Cristiano da Matta, piloto de segundo año. Ya en su segunda carrera, logró un sexto puesto en Long Beach, pero en las siguientes dos se accidentó en la primera vuelta. Las cosas mejoraron en verano, logrando su primer podio en Detroit, clasificando séptimo en Portland y peleando por un segundo podio en Toronto hasta tener un accidente al intentar pasar al mexicano Adrián Fernández. Servià obtuvo un top 5 más en Gateway y sumó puntos (12 primeros en la CART) en 11 carreras. Podrían haber sido 12, pero se le quitaron los puntos de su 9º puesto en Surfers Paradise después de saltarse una chicane y golpear varias curvas después a Paul Tracy. Terminó decimoquinto, siendo el segundo mejor rookie tras el campeón de IRL Kenny Bräck, aunque lejos del 10º puesto de un Da Matta que ganó en Chicago y sumó 8 top 5.

PPI Motorsports centró sus esfuerzos en la NASCAR tras esta temporada, y Servià tuvo la oportunidad de probar aquel invierno en Montmeló un Fórmula 1 de la mano de Prost Grand Prix, compartiendo test con Fernando Alonso en un Minardi y Marc Gené en un Williams. Aquello, sin embargo, no pasó de allí, y Servià continuó en la CART. Ya sin Telefónica, pero con el soporte de un consorcio de empresas catalanas, encontró acomodo en un equipo recién creado, Sigma Autosport, con muchos menos recursos. Pese a clasificar tercero para la carrera de Texas, antes de su cancelación por las excesivas fuerzas G que generaban los coches, y cuarto en Nazareth, la falta de tests y el tener que pilotar un nuevo coche (Lola en vez de Reynard) en un equipo novato lastró su temporada. Dos quintos puestos en Vancouver y el óvalo alemán de Lausitz fueron los mejores resultados de un año más discreto, puntuando en nueve carreras y terminando decimonoveno en la general. En Laguna Seca, tras pasarse de frenada y arrollar a Mauricio Gugelmin, sufrió un espectacular accidente, en el que su monoplaza clavó el frontal en la arena de la escapatoria y dio dos vueltas de campana a gran altura. De forma increíble, resultó prácticamente ileso.

La retirada de Gugelmin abrió en 2002 a Servià las puertas del renombrado PWR Championship (antaño PacWest Racing), un equipo que venía de un 2001 muy positivo de la mano de Scott Dixon, octavo en su año de rookie. El neozelandés, a quien Servià había batido en Indy Lights, sería su compañero. La temporada comenzó razonablemente bien, puntuando en las tres primeras carreras y siendo sexto en Motegi. Aquel año, varios equipos de la CART compitieron en la Indy 500, tras la estela de Penske, que movió todas sus operaciones a la IRL, y Ganassi. Uno de ellos fue Walker Racing, prestigioso equipo venido a menos, que alineaba a Tora Takagi en la CART, y que decidió apuntarse a última hora a la gran carrera con Servià. Aquella semana de mayo, sin embargo, fue de todo menos placentera para Oriol.

Debido a la tardía inscripción, Servià no estuvo listo a tiempo para el primer fin de semana de clasificación, teniendo que participar en el segundo para completar la parrilla. Al principio de la semana, el español viajó a Mid-Ohio para hacer un test con PWR Championship. Dos días después, el equipo comunicó que se retiraba del campeonato por falta de fondos, dejando a Servià sin asiento en la CART. De vuelta a Indianápolis, sufrió dos roturas de motor durante la semana y tuvo que usar un coche reserva de otro equipo, que era más veloz. Llegado el Bump Day, Servià dispuso de un vehículo mejorado, pero la suerte jugó en su contra. Su primer intento fue descartado por ser demasiado lento, sufrió un problema en la presión de la gasolina en el segundo y en su última tentativa, la más veloz con diferencia, comenzó a llover. En cuestión de cuatro días, la CART y la Indy 500 se desvanecieron.

La primera sustitución exitosa

Por fortuna para él, a principios de julio se volvieron a abrir las puertas de la CART. Townsend Bell, vigente campeón de la Indy Lights, tuvo una primera mitad de temporada muy poco agraciada y su equipo, la histórica Patrick Racing, optó por bajarle del coche cinco carreras para subir a Servià. Pese a que los resultados no acompañaron por diversos infortunios, el equipo decidió extender el acuerdo hasta final de temporada, y Servià respondió obteniendo dos top 5 en el óvalo británico de Rockingham y en el de Fontana, ganándose con ello su renovación. Pese a perderse seis carreras, el de Pals terminó decimosexto en la general, mejor que el año anterior.

La situación fue radicalmente distinta en 2003. Completando una tendencia que llevaba produciéndose desde el año 2000, Ganassi y Andretti Autosport dejaron la CART, y con ellos, numerosos pilotos, ya fuese a la renombrada IndyCar, a la NASCAR o incluso a la Fórmula 1, como el campeón Da Matta. De los 15 que terminaron por delante de Servià en 2002, sólo 7 siguieron en la categoría, que vio mermado su número de coches y pilotos, y perdió gran parte de su estatus como campeonato de referencia en Estados Unidos. Todo esto, sin embargo, era una oportunidad de oro para Servià. Tras un inicio problemático, encadenó siete carreras consecutivas entre los seis primeros, sumando un segundo puesto en Milwaukee, al que añadió después dos podios más en Montréal (2º) y Denver (3º), donde se le escapó su primera opción seria de victoria en una lenta parada en boxes. No obstante, sus nueve abandonos, seis de ellos por accidente, le dejaron en la séptima posición de la general.

Afectados por la pérdida de pilotos, equipos y popularidad, lastrados por la mala prensa y habiendo perdido un juicio millonario con el óvalo de Texas por la cancelación de la carrera de 2001, la CART se declaró en bancarrota. De sus cenizas surgió la Champ Car, una categoría que siguió la tendencia iniciada el año anterior de un calendario compuesto predominantemente por circuitos, contrastando con los óvalos de la IndyCar. Servià siguió compitiendo en este campeonato, pero la incertidumbre sobre su disputa hizo que algunos pilotos y equipos, entre ellos Walker, se marchasen a la IndyCar. El español, por tanto, pasó a competir para Dale Coyne Racing, eterno equipo de zona baja de la categoría. Pese a las circunstancias, las malas clasificaciones, y el baile de compañeros, Servià rayó a un gran nivel, puntuando en 11 de las 14 carreras (10 de ellas seguidas) y obteniendo un podio en Laguna Seca, el segundo en los 20 años de historia del equipo, con lo que terminó el campeonato en décimo lugar.


Montréal trajo la gloria

Su gran oportunidad llegaría, al fin, en 2005, tras puntuar con Coyne en las dos primeras carreras. El brasileño Bruno Junqueira, subcampeón los tres años anteriores y líder de la Champ Car en aquel momento,se fracturó varias vértebras en un accidente en las 500 millas de Indianápolis, y tuvo que perderse toda la temporada, siendo Servià el elegido para sustituirle. El equipo era nada más y nada menos que Newman/Haas, una de las escuderías más poderosas de la historia de la CART, con 85 victorias y cinco títulos a sus espaldas, y que dominó el campeonato durante aquella década. Servià pasó a ser compañero del vigente campeón Sébastien Bourdais, que iba en busca de su segundo entorchado, y el piloto español asumió su rol de escudero. En sus siete primeras carreras con Newman/Haas, Servià terminó seis y subió al podio en cinco (Milwaukee, Cleveland, Toronto, Edmonton y San José), pero el triunfo se le resistía: Justin Wilson se lo arrebató en Toronto a 12 vueltas del final, y el español tuvo que ceder el liderato a Bourdais en Edmonton.

Su sequía terminó, al fin, en el Circuit Gilles Villeneuve. Parando en boxes durante un caution a 20 vueltas del final, Bourdais, que había dominado hasta entonces, tuvo una parada desastrosa, y salió cuarto por detrás de Servià. El español aprovechó para pasar a Wilson y, tras un breve caution, se fue a por el líder Timo Glock, que tenía gomas más desgastadas. Sin que Bourdais tuviese ritmo alguno, Servià trato de superar a Glock en la chicane final, pero éste la cortó hasta en dos ocasiones. En la última vuelta, Dirección de Carrera determinó que el piloto alemán debía devolver la posición. Glock lo hizo en el sector intermedio y trató de superar a Servià, pero el gerundense aguantó en cabeza para obtener su primera, y hasta ahora, única, victoria en la historia unificada de IndyCar. En las tres carreras restantes, Servià fue segundo en el óvalo de Las Vegas, siendo la sombra de Bourdais, y obtuvo la única pole position de su carrera en Surfers Paradise, que se fue al traste al ser golpeado por Cristiano da Matta en la salida.

Con un total de siete podios y 10 top 5, Servià terminó el año como subcampeón, pero, con Junqueira recuperado, tuvo que volver a buscarse la vida. En 2006 recaló en PKV Racing, el equipo formado de las cenizas de PWR Championship. En él, Servià clasificó con regularidad entre los siete primeros y se subió al podio en Cleveland, en una carrera que comenzó liderando. Además, estuvo cerca de ganar en San José con una estrategia alternativa, pero el caution que necesitaba salió dos vueltas demasiado tarde. Sólo sumó tres top 5 más en todo el año, y sus seis abandonos le relegaron al undécimo puesto final. La llegada al equipo de dos pilotos de GP2 (Neel Jani y Tristan Gommendy) le dejaron sin asiento para 2007. Entre temporadas, se probó en resistencia en la difunta Rolex Sports Car Series al volante de un Daytona Prototype, siendo octavo en las 9 horas de Miller y séptimo en las 24 horas de Daytona.

En cuanto a la Champ Car, Servià empezó 2007 viendo desde la barrera la prueba en el urbano de Las Vegas, y se disponía a hacer lo propio en Long Beach, cuando Paul Tracy sufrió una compresión vertebral en un accidente entre las dos sesiones de clasificación. Servià fue su sustituto aquel fin de semana y firmó una fantástica carrera, remontando desde la 15ª posición para subir al podio en segundo lugar. Tras un cuarto puesto en Houston, le tocaba ceder el coche de nuevo a Tracy, pero entonces Forsythe despidió a Mario Domínguez, y el equipo ofreció al piloto español ocupar el segundo coche. De nuevo en un equipo competitivo, Servià tuvo dos buenas opciones de victoria, que se esfumaron con la lluvia en Toronto justo después de su primera parada, y en una mala última detención en San José. Allí logró su segundo podio del año, al terminar tercero. Tras perder su asiento en favor del mexicano David Martínez, logró disputar las dos últimas carreras con PKV por la falta de fondos de Tristan Gommendy, y concluyó el año en sexta posición gracias a un podio en el Hermanos Rodríguez.

De vuelta a los óvalos

En febrero de 2008, IndyCar y Champ Car pusieron fin a una guerra de 12 años con la absorción de la segunda por parte de la primera. Servià permaneció en la renombrada KV Racing, esta vez como piloto permanente, junto al australiano Will Power. Haciendo gala de su experiencia, Servià asimiló la transición como nadie y terminó el año en noveno lugar, siendo el piloto procedente de Champ Car que más puntos obtuvo, por delante de los favoritos Justin Wilson y Will Power. Todo ello, gracias a terminar en el top 5 en cinco ocasiones, incluido un cuarto puesto en Detroit y un quinto en Long Beach, carrera que se disputó con los coches de la Champ Car. Aquel año pudo, por fin, competir en las 500 millas de Indianápolis, saliendo en 25ª posición y terminando undécimo.

La crisis económica de la época afectó con fuerza las finanzas de Servià, quien apenas pudo competir en los dos siguientes años. En 2009, hizo la Indy 500 con Rahal Letterman Racing, teniendo que abandonar a mitad de prueba. A final de año, firmó con la decaída Newman/Haas para sustituir al despedido Robert Doornbos, y no acusó la inactividad en absoluto, siendo undécimo en Mid-Ohio, sexto en Sonoma, séptimo en Chicagoland y cuarto en Motegi, antes de ceder su asiento en la prueba final a Alex Lloyd por una causa solidaria. 2010 fue aún más frustrante, y por primera vez en su carrera, no pudo tomar parte en ninguna prueba, ni tan siquiera en la Indy 500, pese a buscar activamente el dinero hasta el último día.

La resilencia de Servià tuvo un premio fabuloso en 2011, cuando Newman/Haas decidió reclutarle junto a James Hinchcliffe, campeón de Indy Lights. El equipo dio un salto de calidad aquel año, y la experiencia de Servià fue clave para lo que sería una temporada magnífica. Tras emular a Vélez y participar en las 12 horas de Sebring con un Jaguar, sin demasiada fortuna, Servià acabó las cuatro primeras carreras de IndyCar entre los 10 primeros, inicio que tuvo su punto álgido en Indianápolis. Oriol se metió en la pelea por la pole y se quedó muy cerca de obtenerla. Con su tercera posición, saldría en la codiciada primera línea. En carrera, llegó a liderar de forma legítima durante 18 vueltas, pero la estrategia y una cierta falta de ritmo a mitad de carrera le desplazó de la pelea por el triunfo, terminando la carrera en sexto lugar. En adelante, Servià pasó una racha complicada de resultados, sólo interrumpida por un tercer puesto en Milwaukee (su primer podio tras la reunificación), y que terminó con el infame suceso de New Hampshire.

Tras clasificar en primera línea, y rodar con solidez durante todo el día, la lluvia apareció a 18 vueltas del final, lo que le brindaba la oportunidad de atacar al líder Ryan Hunter-Reay. Pese a que la pista aún estaba mojada, y a que aún caían algunas gotas, Dirección de Carrera dio la orden de relanzar a 8 vueltas del final. En esa resalida, Servià ganó la partida a Hunter-Reay, pero las condiciones húmedas hicieron trompear a Will Power y Danica Patrick, causando un accidente de cinco coches que derivó en una bandera roja. Tras ser criticado duramente de forma pública por pilotos y equipos, el comisario jefe optó por dar la carrera por finalizada y anular la última resalida, lo que otorgaba el triunfo a Hunter-Reay, siendo, de forma casual o no, la primera victoria de un piloto estadounidense ese año.

Newman/Haas apeló judicialmente esa decisión, pero los resultados se mantuvieron, y Servià se quedó sin un triunfo que, a día de hoy, aún considera suyo. Un buen final de temporada consolidó una fantástica cuarta posición en la general con tres top 6 y un segundo puesto en Baltimore, su 19º y último podio hasta la fecha. En la prueba final, en el óvalo de Las Vegas, Servià se quedó a dos milésimas de la pole, y rodaba en quinta posición pasadas 10 vueltas cuando, por detrás, se produjo el accidente masivo de 15 coches que acabó con la vida de Dan Wheldon, y con la cancelación de la prueba.

Pese a los buenos resultados, Newman/Haas quebró en el periodo invernal, y Servià volvía a quedarse a pie. Con Justin Wilson camino de Coyne, el catalán fue su sustituto en Dreyer & Reinbold. De nuevo, tocaba ajustar los objetivos a la baja, pero Servià cumplió con creces. En Indianápolis, sufrió un accidente en libres y clasificó 27º, para, en carrera, firmar una segunda mitad de prueba estratosférica, incluyendo un espectacular adelantamiento por el exterior a Ryan Briscoe, con lo que terminó la Indy 500 en cuarta posición. Logró igualar ese resultado en Milwaukee, y obtuvo dos quintas posiciones en Detroit y Toronto. Sufriendo varios resultados desfavorecedores y la falta de recursos del equipo, terminó el campeonato en decimotercer lugar. 2013 comenzó de forma muy positiva: lideró en St. Petersburg con una estrategia alternativa hasta sufrir un problema con el embrague en boxes, fue sexto en Long Beach, cuarto en Sao Paulo y rozó el top 10 en Indianápolis, pero su equipo tomó la decisión de no competir a tiempo completo más allá de la Indy 500.

Desde ese momento, comenzó su periplo como piloto a tiempo parcial. Ese mismo año, tuvo la oportunidad de pilotar el coche de Panther Racing durante siete carreras, alternándose con el ex-Penske Ryan Briscoe y sustituyendo al despedido J.R. Hildebrand. Consiguió dos séptimos puestos en Iowa y Houston, rindiendo mejor que Briscoe, pero la suerte no le acompañó en varias ocasiones, incluyendo el fuerte accidente en Fontana con el que acabó el año. En 2014, tras perderse St. Petersburg, firmó con Rahal para disputar cuatro carreras hasta la Indy 500, logrando un séptimo en Long Beach. En el primer Gran Premio de Indianápolis, otra estrategia alternativa le hizo quedarse a cinco vueltas y un caution de la victoria, y en las 500 millas, repitió undécima posición.

La inesperada resurrección de una carrera

A finales de ese año, Servià sorprendió al ser anunciado como piloto de Dragon Racing para la temporada inaugural de la Fórmula E. Sin apenas tests, Servià logró acabar las cuatro carreras que disputó entre los nueve primeros, con dos séptimos puestos en Pekín y Putrajaya, donde salió primero. En febrero de 2015, dejó su asiento para pasar a ser director técnico del equipo. Compitió de nuevo en la Indy 500 con Rahal, pero sufrió un accidente con Ed Carpenter a mitad de carrera peleando por el decimoquinto lugar. Tras esto, y dada su posición en Fórmula E, Servià inició lo que, a sus 40 años, debía ser una retirada silenciosa... Pero el asfalto tuvo otros planes.

El 23 de agosto, durante la disputa de las 500 millas de Pocono, Justin Wilson sufrió en su casco el impacto de una pesada pieza del frontal de Sage Karam, quien se accidentó en solitario. El británico perdería la vida al día siguiente debido a las graves lesiones cerebrales sufridas. De cara a la última cita de la temporada, una semana después en Sonoma, la familia de Justin Wilson, en especial su hermano, el también piloto Stefan Wilson, pidió a Andretti Autosport que Servià, amigo cercano de Justin, se encargase de pilotar el coche en carrera en su honor. Servià había dejado de entrenar y no estaba en la condición física óptima para pilotar, algo que se evidenció en los primeros libres, pero el español progresó con velocidad y llevó el coche a meta en 12ª posición.

Aquella sustitución, según él, encendió una chispa que creía apagada. Así, se personó en la primera carrera de la temporada 2016, en St. Petersburg, para empezar a cerrar acuerdos de cara a la Indy 500 de ese año, una decisión más que afortunada. En los entrenamientos libres, el australiano Will Power, campeón en 2014, sufrió un accidente que le causó síntomas de conmoción cerebral, por lo que, pese a lograr la pole, optó por no correr. Ante ello, Roger Penske recurrió a los servicios del piloto español, con su mujer teniendo que volar desde Los Ángeles para llevarle el casco de madrugada. Así fue como Servià logró pilotar en una carrera para el Team Penske, el equipo más exitoso de la historia de la IndyCar (14 títulos y 16 Indy 500 ganadas), Empezando último, y con una sesión de 40 minutos como única referencia, Servià escaló hasta el noveno lugar antes de verse involucrado en un embotellamiento que arruinó su carrera.

Poco después, anunció que competiría en la Indy 500 con Schmidt Peterson Motorsport, uno de los equipos más pujantes del campeonato. Con permiso de Andretti, Schmidt fue el equipo más fuerte en Indianápolis, como demostraron la pole de Hinchcliffe y el séptimo puesto en parrilla de Mikhail Aleshin, y Servià gozaba de un coche muy veloz. Las cosas, sin embargo, no llegaron a salir domo debían: un error de setup y una racha de viento le dejaron fuera de la pelea por la pole, clasificando décimo al día siguiente, y en carrera, una primera mitad de carrera desastrosa hundió sus opciones. Apostó por la misma estrategia que llevó a la victoria a Alexander Rossi, pero tuvo que parar a cinco vueltas del final, y terminó duodécimo.

A nivel personal, una de las anécdotas más curiosas de Servià reside en sus cascos, en los que expresa su admiración por Salvador Dalí, quien nació a muy pocos kilómetros de su localidad natal. Desde 2006, porta una imagen del excéntrico pintor, al lado de la bandera de Cataluña, siempre presente desde su debut. Asimismo, Servià tiene una cierta fama en la ciudad de Baltimore, donde la IndyCar compitió entre 2011 y 2013, y cuyo equipo de béisbol son los Baltimore Orioles, en referencia a la oropéndola de Baltimore (un tipo de mirlo autóctono), por lo que Servià llegó a hacer un lanzamiento de honor en uno de sus partidos.

Este año, con Rahal, Servià vuelve para disputar las que serán sus novenas 500 millas de Indianápolis, con el objetivo de acabar la prueba por séptima vez, y quien sabe si algo más... Después, competirá en la doble prueba en el circuito urbano de Detroit, y tiene intención de disputar más carreras. Todo lo que venga después es una incógnita, pero si algo ha demostrado el bueno de Uri es saber afrontar las incógnitas pese a las adversidades. Siendo uno de los pilotos más queridos y respetados en el paddock, la llegada de Fernando Alonso es una gran oportunidad para atraer las miradas que, injustamente, se le han negado. Qué mejor momento para beber la leche...

Fotos: IndyCar Media

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