NoticiasPingüinos 2018: Superación, frío, amigos y algún que otro caldo
Asistimos a Pingüinos, la concentración invernal organizada por Turismoto que se celebra la segunda semana de enero en Valladolid. El evento pone a prueba tu paciencia, aguante contra el frío y enfatiza el concepto de colaboración y superación. Todo ello con conciertos y actividades durante cuatro días dedicados al mundo de la moto.
Si fuiste uno de los 320 ‘Pingüinos’ originales, ya tienes una larga historia en moto, porque fue a principios de los años 80 cuando el Club Turismoto quiso romper con las concentraciones en épocas más amables e identificar a aquellos que no ponen la funda por encima de su máquina en invierno. Una idea original que tiene en la actualidad alrededor de 25.000 inscritos y asistentes de todas partes.
Más de 30 años de tradición, no sin polémica ni detractores que en los últimos años ha llevado a la concentración a dividirse, a buscar nuevos escenarios y a replantear y reinventarse. Es un reclamo turístico en Valladolid y la localización actual es un pinar cercano a la ciudad. Se celebra el segundo fin de semana de enero (este año, del 11 al 14 de enero), coincidiendo con la vuelta de reyes, con la miras puestas ya en la rutina diaria. Y de pronto, el primer viaje del año y balón de aire fresco aunque hay que armarse de paciencia, caldo ‘Pingüinero’ y algo de suciedad.
Entre otras cosas, porque los más afortunados asisten desde el jueves para preparar el terreno. El nivel es elevado porque quien viene de lejos tiene que hacer, literalmente una pequeña mudanza hacia un bosque que parece más un escenario de guerra que un camping al uso, motivado en parte por el continuo olor a hoguera y la presencia de humo y ceniza allá por donde mires y aun así, tiene un encanto increíble.
Las peñas, la mejor opción
Un grupo de moteros se hacen la vida más fácil entre ellos y organizan el terreno de otra forma. Al fin y al cabo, el objetivo es pasarlo bien, pero hay que trabajar. Por las mañanas es habitual escuchar estruendo proveniente de camiones descargando leña en un terreno neutral. Es momento de la colecta y una hoguera es tu mejor amiga en tiempos de guerra.
El nivel que tienen algunas de las peñas es elevadísimo porque hay troncos que literalmente hay que transportar entre varios o con un pequeño transporte y es alucinante ver desde motocarros a gente con cubos de basura vacíos. Cualquier método es válido y hay que ser rápido.
Una peña también te ayuda a seleccionar un terreno mejor para alojarte, y si tienes suerte y tienen ya varias ediciones a sus espaldas, sabrán preparar iluminación, comida y cubrir cualquier necesidad que pueda surgir durante la estancia. ¿Se necesita? Sí y no, porque el recinto cubre las necesidades básicas. Hay un baño con duchas, cruz roja, taller mecánico, carpas con comida y bebida y caldo ‘Pingüinero’, desayunos incluídos en la inscripción y actividades. Y la organización y la presencia policial están atentas a cualquier incidente.
Incluso Turismoto ha llegado a acuerdos con hoteles para quien no quiere dormir al raso pero quiere disfrutar de la experiencia. En el recinto se ve mucha gente que viene de Valladolid y todos los habitantes locales coinciden que el evento es atractivo y anima a los más ociosos a salir de fiesta, acudir a conciertos y a participar en alguna de las actividades. La más famosa es, probablemente el clásico desfile de antorchas que homenajea a los motoristas fallecidos donde hay un alto nivel de protocolo.
En el recinto hay un escenario y conciertos en directo, sorteos y una carpa que por las noches es una discoteca móvil, pero hay más actividades como rutas o el desfile de banderas. El propio sábado tuvo lugar la quema de la falla que conmemoraba al campeón Ángel Nieto. Fue un momento muy emotivo y aunque tardó en arder, probablemente por el protagonismo de la lluvia durante la jornada, la gente aguantó por el gran respeto que la afición le tiene al campeón.
El domingo es el día más flojo que es la clausura del evento y la entrega de premios bien merece mayor protagonismo aunque en la agenda tiene un lugar poco privilegiado. Cansancio y vuelta a la normalidad. Un año más. Un año menos.
La moto que nos acompañó a la experiencia fue la BMW R 1200 GS, probablemente la adecuada para un evento que mezcla asfalto, condiciones extremas y algo de barro y nieve. En el trayecto de ida (viernes noche) pudimos comprobar la intensidad del faro de LED frontal y como la carretera estaba en un estado delicado, pude conducirla en diferentes modos (son mapeos que cambian la configuración de la entrega de potencia, suspensiones y actuación de los sistemas de asistencia).
La altura se puede regular de varias formas: o bien cambiando la posición del asiento, o bien cambiando de asiento y comprando uno más bajo si no llegamos bien. La suspensión tiene opción de ajustar la precarga que también adapta la suspensión si, por ejemplo, viajamos con un pasajero y las maletas llenas.
La sensación de aplomo es espectacular y filtra muy bien las irregularidades, pero sin duda la sorpresa es la manejabilidad puesto que a pesar de ser una máquina voluminosa, es fácil de maniobrar con ella. Obviamente el peso juega en contra para las maniobras en parado, y la anchura tampoco es la mejor fortaleza en los pasos estrechos en ciudad. Para todo lo demás, es la opción más equilibrada y emocional.