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Reino Unido puede decir adiós a los gasolina y diésel nuevos en 2032

La nación británica puede convertirse en la más puntera en Europa en adopción masiva de vehículos eléctricos. Previamente contaba con un plan para prohibir las ventas de nuevos gasolina y diésel para 2040, pero ese hito puede adelantarse a 2032 para reducir las emisiones de CO2.

6 min. lectura

Publicado: 19/10/2018 21:35

El año pasado conocimos los planes del Reino Unido para declarar la muerte de los motores de combustión interna en turismos y vehículos industriales ligeros para el año 2040. Es un objetivo muy audaz, pero no parece suficiente para los gobernantes del país.

Un comité parlamentario ha anunciado hoy que si el país realmente quiere tener un liderazgo en la transición a la electromovilidad y reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) se tiene que prohibir la venta de los vehículos ligeros de combustión interna con 8 años de adelanto, es decir, para 2032.

Contrástese esa cifra con el objetivo europeo -pendiente de validación definitiva- de obligar a los fabricantes a comercializar un 35 % de vehículos de cero emisiones o híbridos enchufables que no superen los 50 g/km de CO2. Ese objetivo ya resulta muy difícil para la ACEA, dada la baja penetración del mercado de esos vehículos actualmente, y eso en turismos, que en VI ligeros es testimonial.

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En ocasiones los políticos se quedan maravillados por una tecnología -en este caso la electromovilidad- y deciden apretar las tuercas a los fabricantes. Pasó lo mismo en los años 90 en California con el Zero Emission Mandate que dio lugar a la primera estirpe de eléctricos modernos. Vuelve a ocurrir.

Inspirados por la cuota que ha impuesto China -primer mercado mundial- a partir de 2019 empiezan a aparecer propuestas para aumentar a la fuerza el número de vehículos eléctricos. Está demostrado que su mayor eficiencia "pozo a la rueda" produce una reducción neta de emisiones, aunque se considere el ciclo de vida completo del vehículo (fabricación, baterías, etc).

El problema es que se parte de una situación muy precaria. En el caso del Reino Unido, hay 16.500 puntos de carga, según el informe encargado por el comité de Negocios, Energía y Estrategia Industrial del Parlamento Británico. En 2020 su número debería haber crecido a 100.000, lo cual es muy poco realista.

Según las estadísticas del Gobierno del Reino Unido, en 2017 estaban dados de alta 37,7 millones de vehículos, de los cuales 3,1 millones se matricularon ese año. Solo 53.000 eran considerados ULEV (ultra low emission vehicles), es decir, híbridos enchufables o eléctricos. La cuota sobre el total es de un pírrico 0,6 %.

Suponiendo -y es mucho suponer- que en 2040 se mantenga el ritmo de matriculaciones, el Reino Unido necesitaría para él solo unos tres millones de vehículos eléctricos, de los cuales la mayoría tendrían que ser importados. La capacidad de producción actual del país es inferior a esa cifra, aunque obviamente puede crecer.

Un efecto secundario de esta política sería que se deprecien menos los vehículos convencionales para esas fechas, y los británicos apuren más sus vidas útiles

Elucubraciones aparte, las autoridades tienen que hacer que los eléctricos sean más atractivos para el ciudadano. Por impuestos no es, los vehículos de cero emisiones no pagan el impuesto de matriculación ni el de circulación, agrupados bajo el Vehicle Excise Duty, siempre que no pasen de 40.000 libras de PVP. Si no, pagarían 310 libras anuales desde el segundo año.

Por su parte, los híbridos enchufables que no pasen de 50 g/km solo pagan 130 libras al año (desde el segundo año) por debajo de 40.000 libras de PVP, y 440 libras anuales si superan esa cifra. El problema no es tanto de impuestos, es la falta de infraestructura de carga y los elevados precios respecto a modelos de combustión interna (aunque estos último paguen muchos más impuestos).

A partir de noviembre pueden desaparecer los incentivos a la compra de modelos ULEV (eléctricos y PHEV), lo cual es contraproducente para animar al consumidor a dar el salto a la electromovilidad. Las distancias geográficas no son precisamente enormes en el país, pero sigue siendo un problema que el consumidor aprecia.

La patronal británica del automóvil, la SMMT, considera que es "imposible" cumplir con el objetivo de 2032. Desde Autotrader añaden que la tercera parte de los británicos encuestados consideran que obligar a vender un 50 % de eléctricos en 2030 tampoco es realista. Mucho tiene que cambiar el mercado británico para conseguir semejante revolución en el transporte...

Fuente: Parlamento Británico

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