La carga ultrarrápida de la batería en coches eléctricos está muy bien, pero no si es a costa de reducir su vida útil

Ante la llegada de nuevas tecnologías que elevan las potencias de carga para coches eléctricos por encima del megavatio, principalmente desde China, vuelven a surgir dudas sobre cómo afectan estas tasas de carga ultrarrápidas a sus baterías.

La carga ultrarrápida de la batería en coches eléctricos está muy bien, pero no si es a costa de reducir su vida útil
¿Cómo puede afectar la carga ultrarrápida a las baterías de los coches eléctricos?

7 min. lectura

Publicado: 07/05/2025 20:00

Los últimos meses han sido un vaivén de noticias sobre nuevos avances en el campo de los cargadores ultrarrápidos para coches eléctricos. Empezó BYD con el anuncio de su nuevo cargador de 1 MW, le siguió ZEEKR con el suyo propio de 1,2 MW y remató la faena Huawei con la promesa de alcanzar los 1,5 MW.

Estas novedades, que se verán inicialmente en China pero que deberían de llegar a este lado del mundo en un futuro no muy lejano, van a servir de laboratorio de pruebas para unas baterías cada vez más evolucionadas en los coches eléctricos.

De siempre se ha dicho que el abuso de la carga rápida puede afectar a la longevidad de una batería: su degradación aumenta considerablemente y su vida útil se reduce. Sin embargo, los avances tecnológicos en las baterías y la experiencia ya alcanzada determinan que no son hechos que siempre vayan de la mano.

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Está claro que ciertas actitudes a la hora de cargar las baterías pueden favorecer que estas envejezcan mejor, pero abusar de la carga rápida no tiene por qué significar que la batería de un coche eléctrico vea afectado su rendimiento (o eso nos dicen). Sin embargo, con la carga ultrarrápida la cosa puede ser bien distinta.

Huawei promete cargadores que alcancen los 1.500 kW de potencia.

La carga ultrarrápida y el truco de las marcas con las garantías

Como todavía no se han extendido los sistemas de carga ultrarrápida que alcancen potencias tan elevadas (en realidad los cargadores llamados ultrarrápidos parten de los 150 kW), no hay estudios fehacientes que nos digan cómo pueden verse afectadas las baterías ante cargas superiores a los 1.000 kW.

Pero las preocupaciones están ahí y no es un tema baladí: si ya cuenta tener que plantearse el cambio de una batería o del propio dispositivo cuando hablamos de smartphones, imagínate con la batería de un coche eléctrico, cuyo coste puede alcanzar tranquilamente la mitad de este.

Los consumidores temen el momento en el que tengan que verse obligados a cambiar la batería de su vehículo eléctrico y que o bien la garantía haya expirado o que esta no cubra dicha sustitución. Con la llegada de las tasas de carga mucho más elevadas, las dudas pueden incrementarse, sobre todo entre las empresas de transporte.

El cargador ultrarrápido de BYD alcanza los 1.000 kW.

Estas mismas ya están viendo el percal y comprobando como usando la carga ultrarrápida más del 70 por ciento del tiempo, la salud de la batería puede bajar al 85 por ciento de su capacidad en apenas dos años, aumentando además la tasa de deterioro con el paso del tiempo.

Un estudio de la Universidad de Tsinghua, en China, afirma que un uso continuado de las cargas por encima de los 120 kW pueden acortar la vida útil de una batería en un 40 por ciento respecto a una que use carga lenta de forma habitual.

Una batería LFP de última generación puede tener una vida útil de entre 3.000 y 5.000 ciclos, lo que podría significar una vida útil de unos 8-10 años siguiendo un uso normal y sin problemas.

Cargador ultrarrápido de ZEEKR.

Hay ciertas normas que suelen aconsejarse para el uso de la carga ultrarrápida: por ejemplo, limitarla a menos del 40 por ciento del total de las recargas que se realicen, priorizando siempre que se pueda la carga lenta. Además, se debe evitar este tipo de cargas cuando la batería esté por debajo del 10 por ciento y por encima del 90 por ciento.

Lo cierto es que algunas de las últimas tecnologías se aplican a la protección de las baterías, especialmente en estas condiciones, y son las que marcan las diferencias entre la degradación de una batería y otras. Hablamos de los sistemas de gestión térmica, de gestión de la batería e incluso las tecnologías aplicadas a las estaciones de carga inteligentes, que regulan el flujo de corriente de forma automática durante las cargas.

En China, donde avanzan a pasos agigantados, ya se obligada desde el 2016 que las marcas ofrezcan una garantía mínima de 8 años o 120.000 kilómetros para ciertos componentes como, en este caso, las baterías. Algunos fabricantes incluso prometen «garantías de por vida», pero son demasiado habituales que los clientes se tengan que enfrentar a condiciones estrictas.

Como por ejemplo, que se mantenga el primer propietario, que se limite el número de kilómetros recorridos en un año, que se realice el mantenimiento en un taller oficial, que limiten sus cargas ultrarrápidas o directamente excluir a los vehículos que se usen con fines comerciales.

Sin embargo, las dudas surgen con estas garantías: ¿cubren estas la degradación esperada de una batería o solo defectos de fabricación? Lo mejor es que, en el caso de adquirir un vehículo eléctrico, el cliente se informe bien de las condiciones de contratación de dicha garantía y sus coberturas.

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