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Ni los coches eléctricos se libran de la Euro 7: así les afectará la nueva normativa de emisiones a partir de 2030

Europa está liderando el cambio movilidad. Las normativas de emisiones son cada vez más exigentes y los fabricantes tienen que buscar las fórmulas para cumplirlas. Ni siquiera los coches eléctricos están exentos de saltarse las reglas.

Ni los coches eléctricos se libran de la Euro 7: así les afectará la nueva normativa de emisiones a partir de 2030
Ni la movilidad más sostenible se escapa de cumplir con los objetivos medioambientales.

4 min. lectura

Publicado: 19/03/2024 07:00

Europa se ha propuesto borrar del mapa cualquier rastro de contaminación asociada al transporte por carretera. El objetivo es poner y punto y final a la venta de vehículos de combustión en el año 2035. Si bien ese reto parece, por ahora, complicado de cumplir, el Parlamento Europeo ha fijado medidas intermedias para seguir reduciendo las emisiones de CO2. La normativa Euro 7 entrará en vigor en 2030 y si bien muchos analistas han asegurado que no servirá de mucho, los coches eléctricos también estarán en el punto de mira de la contaminación.

A cada nuevo paso en las normativas Euro los fabricantes han tenido que ajustarse cada vez más a un límite legal de emisiones. El protocolo WLTP mide los datos de contaminación de cada coche nuevo en la Unión Europea, tanto en partículas de CO2 con de NOx. En caso de incumplir las medidas estandarizadas las marcas tienen que pagar sanciones por cada gramo adicional que se supere. Esto provoca situaciones curiosas como el del Honda Civic Type R en Países Bajos. Un compacto deportivo que tiene un precio superior a los 100.000 euros.

Europa no sólo vigilará la contaminación de los escapes, también de otras partes del coche.

Por primera vez, los coches eléctricos tendrán que cumplir medidas de emisiones

Por primera vez, a partir de 2030, Europa medirá de forma mucho más precisa y estricta la contaminación de los coches, prestando atención a ciertos aspectos que ahora se pasan por alto. El Parlamento no sólo tendrá en cuenta las emisiones del tubo de escape, sino las emisiones de otras partículas que también resultan perjudiciales para la salud, como el fino polvo expulsados por la abrasión de los neumáticos o de los frenos. Esta medida se aplicará a todos los coches, sin importar la mecánica de estos, por lo que los coches eléctricos también se verán afectados.

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Si bien la introducción de esta medida no supondrá para la homologación de los vehículos eléctricos, para ellos, Europa propone medidas especiales que se centran principalmente en la durabilidad de la batería, aunque todavía no ha dado detalles sobre ello. La transparencia es otro gran reto de esta nueva norma. Para lograrlo, cada coche nuevo vendido en la Unión Europea tendrá un certificado o pasaporte medioambiental en el que vendrán especificados los datos de homologación, tanto de consumo de combustible para los coches térmicos como el gasto energético para los eléctricos.

Al desgastarse, los frenos emiten partículas contaminantes que serán medidas por las autoridades.

Si bien las medidas europeas se entienden, el plazo entre la entrada en vigor de la Euro 7 y la prohibición total de 2035 no parece lo más razonable. Los fabricantes tendrán que invertir cientos de millones de euros en adoptar las gamas a la normativa para que, apenas 5 años más tarde se cambie por completo el panorama automovilístico continental. Ese gasto acabará repercutiendo en el comprador, que se verá obligado a pagar más dinero por un coche que sólo tendrá vigencia durante cinco años. Actualmente las normas Euro tienen una validez aproximada de una década, en condiciones normales.

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