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Europa aumenta sus poderes contra los fabricantes como lección del Dieselgate

El Parlamento Europeo ha aprobado una legislación que evitará que se pueda repetir en el viejo continente un escándalo de la talla del Dieselgate. En el futuro, la Comisión Europea dispondrá de armas legales similares a la EPA y la NHTSA de Estados Unidos.

6 min. lectura

Publicado: 20/04/2018 21:00

Parlamento Europeo - Fotografía: Vin100_B (Flickr) CC BY SA

La Unión Europea ha despertado dolorosamente y ha tocado el suelo a raíz del escándalo de las emisiones diésel, que empezó con Volkswagen y ha salpicado a reputados fabricantes continentales. A veces, una enfermedad deja secuelas y son irreversibles, pero se puede evitar que ocurra de nuevo.

Eso es lo que logrará la nueva reglamentación, que el Parlamento Europeo ha sacado adelante hoy y quedará ratificada definitivamente, a falta de una formalidad, el 22 de mayo. En el futuro, habrá un organismo supranacional -por encima de los estados miembros- que podrá crujir a los fabricantes que no hagan bien las cosas.

Hasta la fecha, si las autoridades de un estado miembro homologan un modelo, la homologación se convierte en válida para el resto países del bloque comunitario. No estaban previstas inspecciones posteriores para comprobar la validez de dicha homologación, pero las habrá en el futuro.

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Parlamento Europeo - Fotografía: Giorgio Tomassetti (Flickr) CC BY SA

Será, por tanto, un sistema más similar al estadounidense, en el que la EPA, la agencia de protección del medio ambiente, puede comprobar cuando quiera si hay divergencias. Entre lo que hay en los papeles y lo que ocurre con las unidades que andan sueltas por ahí. Para los fabricantes se pone mucho más difícil hacer trampas.

No solo eso, los fabricantes estarán obligados a detallar cómo funcionan sus centralitas, con lo que podrían detectarse trampas como las utilizadas por Volkswagen. Recordemos que sus centralitas con software Bosch podían detectar pruebas en banco de rodillos para disimular temporalmente las emisiones tóxicas.

Si a un fabricante le pillan con los carritos del helado, la sanción será de hasta 30.000 euros por coche. En otras palabras, de haber existido antes esta legislación -no puede actuar de forma retroactiva- a Volkswagen le habría caído un "paquete" de más de 25.000 millones de euros, que es más o menos el coste del Dieselgate en todo Estados Unidos.

Las nuevas reglas del juego, como complican mucho hacer trampas, disuadirán a algunos fabricantes en emperrarse en mantener vivo el motor de combustión interna con malas artes, ya que no compensará hacerlo por el elevado coste de las sanciones. Se soluciona así el poco margen de maniobra que tenía Europa en este sentido.

Por ejemplo, si un estado miembro detecta que un modelo en concreto es peligroso para el medio ambiente o la seguridad vial, se podrá realizar una llamada a revisión a nivel continental. Es decir, si al modelo X se le cae el tubo de escape por corrosión y empieza a soltar chorreras de humo, miles o millones de unidades tendrán que pasar por taller sin rechistar, y sin cobrar a los clientes.

El problema de la Unión Europea es que si algunas normas no se han consensuado a nivel comunitario, el ámbito de aplicación de la legislación sí tiene fronteras. Con casi total seguridad, el Dieselgate será el último escándalo de estas características. Con los coches eléctricos no hay fallo: da igual que sean malísimos, no hay emisiones locales.

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Estados Unidos ha sido más diligente respecto a los problemas en seguridad vial o en materia medioambiental porque tanto la EPA como la NHTSA, el ente público que vigila por la seguridad del tráfico, tienen un ámbito de actuación interestatal. Si cada estado americano fuese por su cuenta en ese sentido, todo habría sido muy diferente.

La Comisión Europea -que tiene el poder ejecutivo- ha logrado por tanto casi todo lo que planteó en enero de 2016, solo un trimestre después del estallido del escándalo. Ahora el Europarlamento -que tiene el poder legislativo- lo ha refrendado dos años después, pero así son los tiempos en la euroburocracia.

Este armazón legal se complementa con el próximo ciclo de homologación WLTP, que mide las emisiones también en carreteras de verdad, y con unos niveles Euro 6 ajustados a la realidad. Hay que agradecerle a Volkswagen que, al final de todo, va a causar un beneficio a millones de europeos después de haber hecho tanto daño.

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