La psicosis por los vehículos diésel ha comenzado, ¿por qué?
Parece que ahora mismo hay una obsesión por los diésel. Hace poco supimos que la alcaldesa de París pretendía impedir la entrada a los diésel. Una especie de psicosis recorre todo el continente europeo frente a la posibilidad que más ciudades y más países se sumen a esta propuesta anti-diésel.
Últimamente vemos como empiezan a surgir rumores sobre una lucha contra los vehículos diésel, tomando la prohibición y la subida de impuestos como las mejores soluciones. Algunos de estos comentarios llegan a ser tan amenazadores como los de la alcaldesa de París, que pretende aprobar una normativa por la cual este tipo de vehículos no tendrían permitido circular por la ciudad.
Como reza el dicho, cuando el rio suena, agua lleva. Pues bien, sí la señora alcaldesa ha sido la primera en iniciar esta guerra, ¿cuánto tardarán el resto de gobiernos locales o estatales en promover dicha medida? La psicosis ya ha empezado a hacerse notar en el mercado. Según la Dirección General de Tráfico, las matriculaciones de vehículos diésel presentan un panorama bajista.
Solo hay que fijarse en los datos del 2014 para comprobar que es verdad. A principios de año un 70,6% de las matriculaciones correspondían a vehículos diésel, a final del año, en el mes de diciembre, la cifra estaba en un 67,6%, un 66,1% en el acumulado de todo el año. Teniendo en cuenta que los vehículos híbridos y eléctricos se mantienen en torno al 1,7% de las ventas, son los gasolina los que más se están aprovechando de esta circunstancia.
Volviendo a los datos del año pasado, nos fijamos que los vehículos de gasolina empezaron con un porcentaje de ventas del 27,7%, en diciembre los datos ya indicaban un 30,4%, un 32,3% de cuota de mercado en todo el año. Es decir, cada vez más españoles tienden a cambiar de tipo de combustible, volviendo a los motores gasolina, que en verdad son los que más cambios han sufrido en los últimos años.
¿Por qué el cambio?
Pues bien, como ya decimos los motores de gasolina han experimentado un cambio radical en la última década. Los diésel siempre han contado con la ventaja de ser menos consumistas, pero las nuevas tecnologías han permitido que los consumos entre unos y otros se equipare significativamente. La introducción de los turbos, de los bloques de tres cilindros, de la tecnología Start&Stop y la hibridación han hecho posible este cambio.
Por supuesto los gasolina siguen consumiendo más, pero la diferencia que los separa es mucho más corta. Los diésel tienen un sobreprecio de unos 2.000 euros, esto obliga a realizar una gran cantidad de kilómetros al año para que compense su adquisición. Se estima que si hacemos unos 15.000 kilómetros al año, son las versiones gasolina las que resultan más atractivas económicamente.
A todo esto hay que sumarle la situación actual del petróleo. La bajada del precio del barril ha conseguido que los precios se equiparen significativamente. Hace años la brecha monetaria era escandalosa, la diferencia por litro podía rondar fácilmente los 15 céntimos, si hablamos de las más baratas. Actualmente estamos hablando de una diferencia de unos 6-8 céntimos para las más baratas y 12-15 para las más caras.
Por último hay que hablar de impuestos. La mayoría de gobiernos están aplicando unos gravámenes más altos a los diésel. Al ser más contaminantes, estos tienen la obligación de pagar más para poder circular. Como ya os contamos, los diésel no han conseguido reducir la cantidad de sus emisiones, cosa que los gasolina sí. Aunque hay numerosos proyectos que intentan conseguir una reducción de los gases contaminantes, la verdad es que estamos todavía muy lejos de que sean una verdad patente.
Teniendo esto en cuenta, el panorama para los motores diésel está muy negro. Aunque hay que tener mucho cuidado a la hora de aplicar las reglamentaciones y restricciones, ya que mucha gente realiza una gran cantidad de kilómetros al año, especialmente los transportistas, que serían los más afectados por estas normativas. Está claro que hay que aplicar soluciones, pero la restricción total, o la desmesurada aplicación de impuestos no son las mejores.