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Coches Rarunos'Quad Al', cuatro motores V12 y 12.000 CV para un coche de récord

Un asesinato dejó inconclusa la creación más espectacular del genio Jim Lytle Jr.: un demoledor coche de carreras con cuatro motores de avión, 12.000 CV de potencia y ocho ruedas que entró con todo merecimiento en el Libro Guinness de los Récords.

'Quad Al', cuatro motores V12 y 12.000 CV para un coche de récord

9 min. lectura

Publicado: 23/04/2016 09:00

Jim Lytle Jr. fue toda una leyenda en la edad de oro de las carreras de drag racing. En los años 60, el tejano transformó esta competición con contribuciones que dejaron con la boca abierta a toda América. Su primera gran creación cuando apenas era un veinteañero fue bautizada como ‘Big Al’ y fue el resultado de la transformación artesanal de su Ford Tudor de 1934 con la adición de un enorme motor Allison V12.

Los motores Allison eran muy populares en aquella época. Generalmente se usaban en aviación, pero también se destinaban a barcos o tanques. También comenzaron a usarse en hot rods y eran las mecánicas habituales que utilizaban algunos coches en la popular ‘Semana de la Velocidad’ en las míticas salinas de Bonneville.

Más adelante este dragster recibió una evolución, ‘Big Al II’, en la que se sustituyó su carrocería metálica por otra idéntica realizada en ligera fibra de vidrio. Era la primera vez que se usaba este material en las carreras de drag, algo que hoy en día es lo habitual. Estuvo listo en diciembre de 1963.

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El aspecto del 'Quad Al' no podía ser más impresionante

Sólo disputó tres carreras en 1964 porque con 2.500 CV de potencia no tenía rival. “Nadie quería competir contra mí”, aseguró Lytle hace años en una entrevista en los años 90. En la pista corría en solitario, tratando de batir sus propias cifras de tiempo y velocidad. El ‘Big Al II’ fue el primer dragster que fue capaz de superar las 160 millas por hora (257 km/h).

Cansado de correr solo, Lytle vendió su dragster a finales de aquel año por 2.000 dólares al piloto Ray Alley, que lo empleó como coche de exhibición recorriendo la costa oeste de Estados Unidos. Más adelante el ‘Big Al II’ pasó a manos de Tex Collins, especialista de cine y propietario de la empresa pionera en la utilización de carrocerías en fibra de vidrio Cal Automotive Fiberglass.

Un Fiat Topolino mostruoso

Había que pensar en algo nuevo y un colega del diseñador tejano, Ron Jolliffe, dibujó el esquema de un motor con dos motores Allison uno al lado del otro. De esta idea descabellada surgió el nuevo proyecto en el que trabajaría en 1965 y que protagoniza esta entrega de Coches Rarunos. El concepto le gustó a Lytle pero decidió ir un paso más allá ¿por qué no cuatro motores en lugar de dos?“En 1965 podías comprar Allisons pagando entre 50 y 150 dólares”, señalaba Lytle.

Los cuatro motores de avión ocupaban casi todo el espacio

El tejano se puso manos a la obra y el resultado fue espectacular por su aspecto y sus cifras. El ‘Quad Al’, sobrenombre que recibió -evidentemente- por su cuarteto de motores, ofrecía un conjunto propulsor con un total de 48 cilindros y 112 litros de capacidad. Nadie había hecho nada igual. Nadie estaba tan loco.

La inversión económica fue relativamente aceptable ya que el genio tejano sólo tuvo que desembolsar dinero para los motores, el chasis, los embragues, la transmisión y algunos componentes menores. Los patrocinadores se encargaron de suministrar las piezas clave: Cal Automotive le proporcionó la carrocería de fibra de vidrio, Moon los tanques de combustible, Champion las bujías de competición….

Las ocho tapas de válvulas realizadas en magnesio y pulidas a espejo llamaban la atención. Cada motor enviaba su salvaje caballería a cada una de las ruedas de tipo slick, ocho ruedas en total, porque para transmitir la increíble potencia final de 12.000 CV al suelo era necesario poner dos ruedas en cada esquina. El coche con motor de pistones más potente del mundo, según el Libro Guinness de los Récords.

El 'Quad Al' completamente restaurado (foto: jalopyjournal.com)

El conductor se colocaba en el extremo final, protegido por barras de seguridad en un habitáculo procedente del diminuto Fiat Topolino, el precursor del popular Fiat 500, con el techo rebajado y un hueco para que sobresaliese la cabeza del piloto. La idea de Lytle era que su alocada creación corriera en las salinas de Bonneville, un objetivo que no llegó a cumplirse.

De hecho el ‘Quad Al’ nunca llegó a competir por simples motivos económicos. Los 9.500 Nm de par que entregaba esta bestia eran un esfuerzo insoportable para los dos embragues multidisco que montaba. Para conseguir embragues que soportaran el enorme par motor de este monstruo había que desembolsar 5.000 dólares, mucho más de lo que costaba el resto del coche en su conjunto.

El último propietario del 'Quad Al' lo adquirió en este estado antes de emprender su restauración (foto: jalopyjournal.com)

Esa cantidad de dinero era inasumible para Lytle. “Ganaba 110 dólares a la semana como dibujante de diseño así que gastar cinco de los grandes para embragues y engranajes era imposible”. A partir de ese momento el proyecto quedaba estancado y el dragster más colosal que se había fabricado hasta el momento nunca se bajó del remolque que lo transportaba.

Una tragedia inesperada

Tex Collins, el mismo que se había hecho con el innovador ‘Big Al II’, volvió a cruzarse en el camino de Lytle. El dueño de Cal Automotive le hizo una oferta por el coche y finalmente Lytle lo vendió por 4.000 dólares, un precio que no incluían los motores ya que estos podían ser utilizados en futuros vehículos de su creación. Lytle siguió trabajando en vehículos descabellados, aunque ninguno tan contundente como su Fiat Topolino de cuatro motores.

La trasera del restaurado 'Quad Al', luciendo la pequeña carrocería coupé de Fiat con techo rebajado (foto: jalopyjournal.com)

Collins no tenía obstáculos financieros y su propósito era terminar el radical proyecto. Pero es destino le aguardaba un futuro trágico: poco tiempo después, durante uno de sus habituales negocios relacionados con los componentes de automóviles, dio con la persona equivocada. En una acalorada discusión con un cliente Collins recibió un disparo por la espalda y murió.

De esta fatídica manera el ‘Quad Al’ quedó inacabado y jamás pudo participar en competición alguna. Tiempo después la viuda vendió una docena de los motores Allison que acumulaba Collins en su garaje, entre ellos los cuatro del fabuloso dragster de tracción total que creó Jim Lytle Jr.

Por increíble que parezca este no fue el final del ‘Quad Al’. El vehículo incompleto pasó por varias manos hasta que el coleccionista Mike Guffey, en Indiana, si hizo con él. Lo adquirió sin los motores y con algunas partes dañadas por el paso del tiempo, pero por suerte ha sido restaurado completamente.

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