Los consumos de combustible controlados por la UE chocan con la protección de datos
A finales de año te contábamos que la Unión Europea monitorizaba los consumos de combustible de nuestros coches, incluidos los híbridos. El organismo quiere conocer las cifras reales de las prestaciones, emitidas y enviadas por el propio coche. Sin embargo, la protección de datos se antepone una vez más, y es necesaria la autorización del propietario.
Los problemas de la ley de protección de datos también llega a las más altas esferas de la Unión Europea, tirando por tierra los planes que el organismo tiene para monitorizar los consumos de combustible y emisiones de CO2 reales de los coches nuevos vendidos en el territorio. Un complemento más al cada vez más exigente ciclo WLTP que se da de bruces con la propiedad de los datos que se generan en un coche.
Hace unas semanas, la justicia alemana tumbaba la aprobación de la primera ley de conducción autónoma por la protección de datos de los propietarios, el escollo que ahora los legisladores tienen que solventar para que pueda ser aprobada la nueva norma. El mismo problema se han encontrado ahora en Bruselas con la emisión automática de los datos de conducción. Hasta el pasado 1 de enero se estaban enviando datos pero sin valor, ya que era un período de prueba piloto.
La ley de protección de datos, nuevo escollo en el control de los consumos de los coches en la UE
Cabe recordar que estos datos solamente se emiten los relativos a la conducción, no recogen datos de posicionamiento, pero sí kilometraje. Una información -la del consumo de combustible- que se almacena en una memoria y que se elimina cuando llevamos el coche a las inspecciones de servicio. El cometido de esta información es tener más controlados a los fabricantes recogiendo la información directamente para evitar nuevos escándalos y establecer nuevas regulaciones.
Europa ya ha anunciado que los datos transmitidos a partir del 1 de abril de 2022 serán objeto de estudio y, desde diciembre de 2022, se incluirán en una memoria anual reflejando la diferencia entre los valores homologados por los fabricantes según el ciclo WLTP y los que obtienen los propietarios en condiciones reales de circulación. El problema es que el fantasma de la protección de datos personales ha aparecido, y esta vez para el que hace la norma, lo cual es muy significativo.
Y es que, aunque sean datos numéricos, el propietario del vehículo es quien debe de autorizar si desea contribuir facilitando esa información o no. De hecho, es el propietario quien debe autorizar también que estos datos se recopilen, se almacenen en una de las memorias del vehículo y se transmitan, por lo que debe disponer de la herramienta necesaria para desactivar esta transmisión cuando lo desee. Y si lo hace, esta medida de control de la Unión Europea queda sin efecto. Ahora, la UE se encuentra ante un dilema que debe solventar, porque no puede saltarse la RGPD tan alegremente.
Fuente: Teknikensvarld