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Gomas de viruta

El sábado 16 de julio de 2016 parecía un día normal en la Fórmula 1, sin actividad en los circuitos, pero hubo un tipo perteneciente al gran circo al que le sentó mal su desayuno. Muy mal. Aquel fin de semana no había carrera aunque sí que la hubo el anterior, y habría otra al siguiente. En realidad fue esto último lo que le puso los pelos de punta… o aquello de corbata.

Gomas de viruta
Los neumáticos Pirelli suministran en exclusiva a la F1 desde 2011.

16 min. lectura

Publicado: 04/08/2021 11:30

Mustafá Kemal Ataturk introdujo a Turquía en la modernidad occidental, pero el país otomano no deja de tener ciertas peculiaridades a pesar de ser una democracia, y una de ellas es su no del todo fiable estabilidad política. Por esto aquel empleado de Pirelli, el encargado del negociado logístico, casi echó el espresso del desayuno sobre la mesa cuando escuchó en la radio de su cocina que por las calles turcas había tanques disputando su propio Gran Premio. No es que el italiano sufriera por la ciudadanía local o el gobierno de Tayip Erdogan, sino por algo mucho más mundano: por los cerca de dos mil neumáticos que tenían que llegar unos días después al Gran Premio de Hungría.

Aquel tipo empezó a sudar frío y abandonó el desayuno en la mesa para salir disparando a realizar una retahíla de llamadas. Con voz nerviosa, asincopada y con una más que evidente inquietud estuvo telefoneando a todos los implicados en la cadena de personas que intervenían en la llegada de su cargamento de goma hasta el punto de montaje en el circuito de Hungaroring. En aquella carrera Lewis Hamilton le robó la cartera al más tarde campeón Nico Rosberg y ninguno de los dos se quejó de sus ruedas, pero poco faltó, puede que horas, para que todo el planeta hubiera visto aquel domingo una carrera de coches parados y subidos, inmóviles, en sus caballetes.

Con el diluvio de SUVs que está cayendo sobre el mercado, el diámetro medio del neumático ha pasado a ser casi por defecto el de 18

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Tras la traumática experiencia, en Milán tomaron una decisión drástica al respecto: mover la producción de los neumáticos de la Fórmula 1 a una de las diecinueve factorías que posee la firma y que no les diera este tipo de malos ratos. En un mundo globalizado el compromiso contraído en 2007 de proveer de neumáticos al segundo deporte más seguido del orbe no se podía dejar al albur de unos políticos de los que no te puedes fiar del todo. Poco después, y no fue ni fácil ni barato, la producción de las ruedas para la Fórmula 1 pasó a la factoría de Slatina, al sur de Rumanía; la misma donde hacen las ruedas de los Mercedes y Audi de calle. Si esto fue un jaleo en su momento, ahora el empleado de Pirelli encargado de hacer llegar su cargamento a cada carrera duerme un poco mejor. Cada vez que echa un vistazo a la cafetera que George Clooney le vendió por televisión en la que se hace sus espressos recuerda aquella mañana en la que casi tuvo que arrancar con una espátula su corazón de la pared. En la fábrica turca de Izmit siguen construyendo neumáticos de carreras, como los de los GT y otras categorías, pero debido a su diferente estocaje, vida útil y fórmulas de distribución permiten otro tipo de gestión más flexible.

En Pirelli están muy contentos con el cambio a las ruedas de 18 pulgadas. Es una reivindicación que sostenían desde hacía mucho porque estar sometidos a construir neumáticos de 13 pulgadas les obliga a mantener sistemas de montaje exclusivos costosos y poco aprovechables. La rueda más pequeña que existe en el catálogo de los italianos es la de 14 pulgadas y está a punto de desaparecer para ser una de 15 la de menor diámetro que fabriquen. Les pasa un poco como cuando Goodyear hacía las ruedas del Tyrrell de seis ruedas: no tenían ninguna aplicación para la marca más allá de atender esta necesidad concreta, lo que encarecía mucho la producción. Si en superdeportivos la llanta de 18 pulgadas es el estándar, con el diluvio de SUVs que está cayendo sobre el mercado, el diámetro medio del neumático en vehículos de calle ha pasado a ser casi por defecto el de 18. Y si esa medida te parece muy grande para tu utilitario, anota lo que llega: ya se están homologando coches con llantas de 24,5 pulgadas… lo que significa que hay camiones que las tienen más pequeñas. Añade un elemento extra de juicio: el neumático de 18 pulgadas, sea por la razón que sea, es el más rentable de todos. Con los más pequeños no es que pierdan pasta, pero no ganan lo que con este otro.

¿Dinero? A pesar de que cobra a los equipos por sus neumáticos (una cifra simbólica que no llega al millón y medio de euros por temporada) Pirelli se gasta una locura de pasta en marketing. Para apoquinar la onerosa factura de todo lo relacionado con la F1 la firma de Milán mete las manos en los bolsillos de sus filiales nacionales. De su compañía local en cada país en los que opera detrae de sus presupuestos de marketing un buen pellizco de sus fondos. Pirelli entiende que su presencia en la especialidad es de interés planetario y como el beneficio también es local, a los locales les sisa lo que necesite, que es mucho. Gracias a todo este jaleo la marca vende muchas ruedas en todo el orbe, pero si se sabe perfectamente cuánto cuesta un neumático para tu compacto pagado a plazos… ¿cuánto cuesta una rueda de Fórmula 1? Y la verdad es que se sabe lo que se paga por ellas aunque no lo que cuestan, un dato que se guarda con celo en el seno de la compañía pero da por seguro que conocen con total seguridad. Si cada equipo paga ese millón y pico de euros y se divide por las aproximadamente 4.000 ruedas que consume una escudería al año sale que en la factura pone algo menos de 400 euros por goma, pero se sabe que es un precio político. Es justo ese precio, cuatrocientos del ala, lo que cuestan las ruedas con las que Pirelli provee a sus clientes del World Rally Car, pero la sospecha más extendida entre expertos y analistas es que los neumáticos de la Fórmula 1 cuestan alrededor del doble. En un cálculo de trazo grueso, y si partimos de la base que una rueda pesa diez kilos, bien podría decirte que el kilo de Pirelli sale a 80 euros.

En 2022, las ruedas de Fórmula 1 pasarán de 13 a 18 pulgadas.

Tampoco se sabe si 80 euros o incluso más es lo que pagarían los muchos aficionados que de manera invariable cada semana contactan con la marca con la misma pregunta: «¿Podría hacerme con uno de esos neumáticos ya usados?». La respuesta correcta, como si del Pasapalabra se tratase, es «que no, que ni lo sueñes, chaval». El único que ha logrado hacerse con una rueda usada tras un Gran Premio ha sido Valtteri Bottas, pero no porque la pidiera, sino porque se quedó atascada en el pitstop del Gran Premio de Mónaco. La delantera derecha del finés quedó aprisionada durante el que fue definido como ‘el pitstop más largo de la historia’, 43 horas. Pirelli se plantó ante el box de Mercedes reclamando su rueda pero para desllantar el neumático necesitaban utilizar una maquinaria hidráulica que las dispone de manera horizontal. Ante la imposibilidad de colocar de esa guisa al monoplaza secuestrallantas permitieron marchar esa rueda hasta las instalaciones de Mercedes en Brackley no sin antes precintarla y tomar ciertas medidas de seguridad.

Pirelli realiza un enorme esfuerzo en proteger los misterios de sus neumáticos por dos razones: la fuga de tecnologías y con ello la propiedad intelectual, y que unos equipos puedan saber más que otros en función de un conocimiento superior de capas, componentes y compuestos. Sí se sabe que cada neumático consta de un centenar de piezas distribuidas en dieciocho componentes distintos pero los equipos no pueden más que ponérselas a sus coches y devolverlas una vez utilizadas. Es más, los que trastean con ellas son técnicos de Pirelli asignados a cada formación, apenas personal de cada escudería. La Fórmula 1 consume casi 40.000 ruedas al año, a razón de unas dos mil por coche. Pero si te crees que esto es un jaleo para los milaneses, es que no sabes que están en otras tostás más gordas como las 24 Horas de Spa, y ahí sí que se lía de verdad. La marca lleva a la pista belga la friolera de trece mil neumáticos. Si, 13.000 ruedas, has leído bien, unas siete veces más que a un Gran Premio de F1. La estructura dispuesta en forma de montadores, ingenieros, analistas, logísticos y personal periférico casi triplica en conjunto a lo que se lía en la Fórmula 1. Tan solo el equipo de montadores que trabaja 24 horas al día se multiplica por cinco. Es como una ciudad dentro de otra ciudad: Villagoma de la Rueda, municipio propio dentro en la periferia del paddock.

El poder calorífico que procuran sus elementos, carbón, azufre, y caucho natural y sintético hacen de los neumáticos un material capaz de arder por encima de los 1300 grados

Lo único que lleva estampado el logo de Pirelli y que puede albergar una factoría de F1 son las cuatro ruedas por monoplaza con las que proveen a las escuderías para que puedan transportar, las llamadas Show Tyres. El compuesto es muy duro, vagamente similar al de los coches de calle, no sirven para hacer tiempos, están rayados con un dibujo parecido al de los turismos. Una vez utilizadas las ruedas de carreras y con todo el dolor de su corazón —damos por hecho que lo tiene—, un empleado de la firma acuchilla sin piedad alguna cada cubierta usada con una herramienta parecida a un cutter, pero más grande y que queda inutilizada. Tras esta incruenta agresión con arma blanca son remitidas a la población inglesa de Didcot donde se llevan a reciclar. Por norma general suelen ir a parar a una planta que las usa de combustible para cocinar cemento y ladrillos. El poder calorífico que procuran sus elementos, carbón, azufre, y caucho natural y sintético hacen de los neumáticos un material capaz de arder por encima de los mil trescientos grados, algo ideal para este tipo de actividad.

¿Recuerdas aquello de ‘la crisis de las vacas locas’? Pues los bóvidos enfermos se convirtieron en ceniza en un lugar como este debido a esas capacidades. Es muy posible que cuando tuvieron que eliminarlas, a finales de los 90, lo hicieran usando neumáticos de carreras como acelerante del proceso. Antes de pegarles fuego las cubiertas son picadas, hechas pedazos, y con suerte y un poco de ojo, los empleados de la cementera pueden observar las pegatinas con el código de barras que llevó en vida cada neumático. Si tuvieran acceso a los datos sabrían cuándo se fabricó, qué resultado dio la imagen de rayos-X al que se la sometió antes de salir hacia el circuito, qué piloto la desgastó y en qué día exacto pasó a mejor vida. Es el DNI de cada neumático. Ese tipo, enfundado en un corporativo mono naranja y cubierto con un casco blanco no rezará un responso ante el óbito por incineración. Pero si es aficionado a la F1 no debería menos que destocarse de su protección durante un instante, y agradecer a las ya difuntas ruedas su aportación al espectáculo. Descansen en paz, que ya se lo ganaron.

Fotos: Pirelli Motorsport

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