Red Bull, inalcanzable en 2023

Y la cuestión que hay que formularse desde el inicio es si alguien va a poder frenarles, acercarse, poner en entredicho una superioridad tan marcada. Ya avisábamos irónicamente en esta página, con motivo de los entrenamientos de pretemporada, que no se debería apostar por Red Bull este año porque los réditos a obtener serían muy bajos. Nadie con una capacidad de análisis moderada apostaría a que los de Milton Keynes no van a ganar ambos títulos este año.

Es más, ya dijimos también a principios de 2022 que con el cambio normativo, tradicionalmente se producía un coche dominador. Y ocurrió con el magnífico RB18 en las manos de Max Verstappen, pero con el RB19, los de la bebida energética han vuelto a retorcer un poco más la tuerca del rendimiento para machacar sin paliativos a sus rivales. La última prueba de ello, el pasado Gran Premio de España, en el que Max Verstappen hizo una carrera espectacular sin que nadie pudiera verle salvo en la salida. Y ello sin llevar el coche a su límite, que es lo más preocupante.

Red Bull domina la F1 con puño de hierro

Si en el circuito que tradicionalmente ha definido de manera impecable el estatus de rendimiento de los monoplazas, el RB19 se ha comportado de esta manera -ocho décimas de media más rápido que el primero de sus perseguidores, y sin ir al límite -, pensar que algún equipo vaya a plantear un reto para los actuales líderes es una utopía. Y hay que asumirlo, porque a esta situación se suma la encorsetada posibilidad de los demás de evolucionar sus monoplazas para poder darles caza.

Quizás nunca antes en la historia de la competición el líder del campeonato fue menos presa para los cazadores. Y ello es por la norma del tope presupuestario y la limitación del uso del túnel de viento, que impide a quienes tengan músculo financiero, gastar para recortar la diferencia. Recordemos que la FIA ahora asigna un tiempo de uso de túnel de viento según la posición de cada equipo en el campeonato, de modo que el primero tiene menos tiempo de uso que el segundo, y así progresivamente hasta permitir que los equipos del final de la clasificación -o si entra alguno nuevo- pueda incluso exceder el tiempo máximo permitido.

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A priori, una norma que debería facilitar ese acercamiento y la paulatina igualdad entre los monoplazas. Para 2023 estaba previsto un límite de 135 millones de dólares, si bien este se aumentó debió al incremento de las carreras sprint. Teóricamente, quien incumpliese este límite recibiría sanciones severas. Precisamente Red Bull lo infringió en 2021, lo que se analizó en 2022 y conllevó la irrisoria sanción de 7 millones de dólares de multa y una rebaja del 10% en el tiempo de túnel de viento.

De modo que el equipo que ya el año pasado dominó con autoridad el campeonato, todavía no ha sufrido las consecuencias de su quebrantamiento de las normas. Habrá que ver si este año su trabajo de diseño y evolución se resiente y eso se refleja en la temporada de 2024. Pero si observamos con cuidado el rendimiento del equipo en las siete carreras disputadas, no hay ni un atisbo de debilidad. Y lo que es peor: este coche es tan superior, que pequeños retoques seguramente le permitirán seguir siendo dominante en 2024, o por lo menos altamente competitivo.

Red Bull ha obtenido la victoria en todas las carreras disputadas hasta la fecha

Y es que hasta ahora Red Bull ha logrado el 100% de victorias, con 5 para Verstappen y 2 para Pérez, 6 poles y lo que es más impresionante: de las 417 vueltas disputadas en Gran Premio, 401 han sido lideradas por el RB19, lo que significa el 96’2% de las vueltas. De ellas, por cierto, 288 han sido para Max Verstappen, un notable 69’1%. Y todo esto, sin necesidad, salvo quizás en la clasificación de Mónaco, de llevar el coche al límite. Y ahí, en realidad, fue también más cuestión de la valentía y talento de Verstappen que de hasta dónde podía llegar el coche. Véase por ejemplo lo que logró Esteban Ocon para valorar la influencia del piloto en ese circuito.

Si comparamos este dominio con otros que han llamado la atención en la historia de nuestro deporte, veremos por qué es muy difícil esperar que nada ni nadie pueda derrocar ni a Red Bull ni a Max Verstappen en lo que queda de año. Vamos a tomar siempre las 7 primeras carreras del año, o en su caso, las disputadas, para hacer la comparativa, y sin contar la Indy 500 cuando era valedera para el campeonato, para centrarlo en el ámbito puramente de la Fórmula 1.

En 1950, Alfa Romeo era la fuerza dominante con el 158. En los 6 Grandes Premios, Giuseppe farina ganó 3 y Juan Manuel Fangio otros 3, lograron las 6 poles y la marca lideró 384 de las 391 vueltas: un 98’2%. En 1952, el paso a la F2 dejó a Ferrari como dominador gracias al 500. En las 7 carreras, Alberto Ascari ganó 6 y Piero Taruffi 1, Ferrari logró las 7 poles y lideró 411 de las 448 vueltas, un 91’7%. En 1955, sería Mercedes-Benz quien tenía la máquina adecuada con el mejorado W196. Juan Manuel Fangio ganó 4 carreras y Stirling Moss 1 -sólo se escapó por fallos mecánicos la de Mónaco 1955 que fue para Maurice Trintignant-, y la marca lideró 421 de las 472 vueltas disputadas, un 88’98%.

McLaren, Ferrari y Williams han dominado la F1 en el pasado reciente

Pero se podría argumentar que son datos de hace mucho tiempo, cuando coches y máquinas eran demasiado dispares entre sí. Vayamos a tiempos más recientes. Y empecemos con el año de referencia de los dominios en la F1 contemporánea -aunque ya hagan 35 años de ello-. En 1988, el McLaren MP4/4 en las manos de Ayrton Senna y Alain Prost fue casi imbatible. En las 7 primeras carreras, Prost ganó 4 y Senna 3, lograron las 7 poles y lideraron las 477 vueltas disputadas: un inapelable 100%. En 1992, el Williams FW14B se reveló inalcanzable. Nigel Mansell logró 5 victorias y 6 poles, y el equipo lideró 407 de las 484 vueltas disputadas, o un 84’09%, de las cuales el 77’68% -o 376- fueron de Mansell.

En 2004, el Ferrari F2004 en las manos de Michael Schumacher fue el arma definitiva. Ganó 6 de las 7 primeras carreras, con 5 poles, y Ferrari lideró 340 de las 436 vueltas disputadas, o un 77’98%, con Schumacher liderando 322 vueltas. En 2011, Sebastian Vettel empezó con mano de hierro con su Red Bull RB7 ganando 5 de las 7 carreras, logrando el equipo las 7 poles y liderando 352 de las 442 vueltas, todas por parte de Vettel, un total del 79’63%.

Más reciente aún, con el cambio normativo de 2014, Mercedes y su W05 dominaron el campeonato desde el inicio: 6 victorias de 7, las 7 poles y 433 vueltas lideradas de las 438 disputadas, un 98’85%. Curiosamente, Daniel Ricciardo sólo lideró tres vueltas en Canadá ese año, pero ganó la carrera, rompiendo el pleno para los alemanes. Un dominio que se extendió hasta 2021 con cierta resistencia en 2017 y 2018 por parte de Ferrari.

La diferencia de rendimiento es brutal, ¿puede algún equipo «cazar» a Red Bull?

Las cifras, por lo tanto, dejan clara la enorme superioridad que exhibe Red Bull en este inicio de mundial. Y lo hace con tal diferencia de rendimiento sobre los demás, que hay que asumir que nadie va a alcanzarles. Mercedes mejoró mucho en Barcelona, y habrá que ver si esa progresión se confirma. Aún así, estuvieron muy lejos en velocidad y ritmo de carrera. Ferrari, que también estrenó mejoras, siguió sufriendo con su rendimiento de manera recurrente, dando la impresión de que ni siquiera se había avanzado.

Y Aston Martin, que hasta la fecha se ha mostrado en las manos de Fernando Alonso como el contrapeso a Red Bull, sufrió mucho en un circuito tan clave como Barcelona. Es cierto que no introdujeron grandes mejoras, y que su plan es hacerlo más progresivo. Tampoco se puede obviar que están creando las infraestructuras para dar un salto de calidad, que sería esperable el año que viene, pero no para esta temporada. De modo que el equipo de las alas abiertas no parece llamado a cazar tampoco a Red Bull.

Así que, en mitad de restricciones al desarrollo, motores congelados y sanciones de escaso efecto práctico, esperar que alguien se ponga a la altura de Red Bull es muy poco probable. La historia está en contra, pero esa está para romperse. Los datos que arroja en pista el RB19 ofrecen menos romanticismo a la cuestión. Nadie va a doblegarles. ¿Puede ganar otro equipo? La temporada es larga, los fallos mecánicos o de un piloto pueden llegar -¿y si Max hubiera chocado en su vuelta de clasificación en Mónaco?-, porque esto son carreras. Pero por mérito de evolución de un equipo, es virtualmente imposible. Red Bull, en breve, empezará a trabajar en el coche de 2024. La temporada 2023 es ya un mero trámite para ellos.