El cambio climático mata más que la guerra, afirman en la UE
Dan Jørgensen, comisario europeo de Energía y Vivienda, ha alertado de la urgencia climática que vive el planeta, ya que considera que está matando a más gente que cualquier guerra y, además, se ha convertido en un problema de presente y futuro.

La 10ª conferencia anual sobre eficiencia energética, coorganizada en conjunto entre la Unión Europea y la Agencia Internacional de la Energía (AIE), ha sido el escenario en el que Dan Jørgensen, comisario europeo de Energía y Vivienda, ha lanzado una advertencia inquietante -y llamativa- a todo aquel que quiera escucharle.
En la inauguración del evento en Bruselas, Jørgensen ha afirmado que «el cambio climático es probablemente el mayor problema al que nos enfrentamos», haciendo referencia también a la invasión rusa a Ucrania y a la guerra de aranceles que se está librando actualmente.
El aire acondicionado medio vendido en el mundo consume el doble que las mejores opciones disponibles
«Hay una guerra en nuestro continente, cierto, pero confío en que pronto se encuentre la paz; tenemos relaciones transatlánticas extrañas y guerras comerciales en curso, sí, pero se estabilizará, encontraremos soluciones», ha argumentado para ponderar la relevancia de cada una de estas situaciones.
«Desafortunadamente, el cambio climático seguirá siendo el mayor problema para todos durante toda nuestra vida. Y no es algo que pueda pasar en el futuro, es algo que está ocurriendo ya y que tiene consecuencias catastróficas: inundaciones, sequías, incendios forestales… la gente está muriendo», ha insistido.
La energía como arma de guerra
Desde el inicio de la invasión rusa a Ucrania, la Unión Europea ha aprendido una lección geopolítica con sabor amargo: la energía también se puede convertir en un proyectil. Durante años, la fuerte dependencia del gas y el petróleo rusos supuso un talón de Aquiles estratégico que Moscú no dudó en explotar.
Sin embargo, la respuesta de la UE ha sido contundente: diversificación de fuentes, impulso de las renovables… y eficiencia energética. Mucha eficiencia. Gracias a estas medidas, el bloque comunitario ha logrado reducir de forma significativa su vulnerabilidad.
Simplemente con el ahorro de 15.000 millones de metros cúbicos de gas al año —cifra nada desdeñable—, se ha frenado la capacidad del Kremlin de utilizar los hidrocarburos como instrumento de presión política. En palabras del comisario danés de Energía, Dan Jørgensen, esto demuestra que el cambio no solamente es posible, sino también rentable y necesario.
El ejemplo más claro está en lo cotidiano: sustituir una bombilla incandescente por una LED puede suponer hasta un 90 % menos de consumo. Y una ducha calentada con energía solar puede traducirse en un ahorro de 900 euros anuales para una familia media europea, ha ejemplificado Jørgensen.
El comisario danés también ha destacado que, a medida que los precios de la energía suben y millones de ciudadanos se enfrentan al riesgo de pobreza energética —47 millones no pudieron calentar adecuadamente sus hogares el pasado invierno—, la eficiencia energética se revela como un escudo económico y social.
Invertir en eficiencia no es un gasto, es una inversión con retorno acelerado, prosigue Jørgensen. Por cada euro destinado a mejorarla, se recuperan cuatro en pocos años, y hasta doce en el caso de los hogares. Además, solo en el ámbito de la edificación —que consume el 40 % de la energía europea— se puede mejorar la eficiencia hasta en un 60 %, lo que ofrece un potencial de reducción de emisiones y dependencia casi sin precedentes.
Eficiencia o extinción: el dilema climático
Cuando hablamos de cambio climático, generalmente nos vienen a la cabeza los glaciares derritiéndose o largas e intensas sequías. Sin embargo, las autoridades europeas afirman que el cambio climático ya mata más personas que las guerras.
Frente a un enemigo global e implacable como el calentamiento global, la eficiencia energética se postula como la «munición inteligente» para luchar sin disparar. Y aquí entra en juego un invitado inesperado: el aire acondicionado.
Faith Birol, director de la Agencia Internacional de la Energía, advierte que este electrodoméstico es hoy uno de los principales motores del crecimiento en la demanda eléctrica mundial. Con el aumento de las temperaturas y la mejora del nivel de vida en países como India, Indonesia o Nigeria, el número de aparatos se dispara… pero su eficiencia deja mucho que desear.

«En Japón o Estados Unidos, el 90 % de los hogares tienen aire acondicionado. Pero en Nigeria es el 5 %, en Indonesia es el 19 % y, en India, el 20 %. La gente, con ingresos y temperaturas que aumentan, compran aires acondicionados», ha argumentado.
El problema es que, actualmente, el aire acondicionado medio vendido en el mundo consume el doble que las mejores opciones disponibles. Aumentar su eficiencia sería una forma sencilla y efectiva de reducir el consumo energético, ahorrar dinero y cortar emisiones. En este sentido, Birol subraya que la eficiencia energética es «el primer combustible» del siglo XXI, por delante de cualquier otra fuente.
En este contexto, el mensaje europeo es claro: invertir en eficiencia energética no solamente mitiga el cambio climático y reduce la factura energética, sino que también protege la soberanía de Europa y mejora la calidad de vida. Es una cuestión de supervivencia.
Fuente: El Periódico de la Energía