Llega la 'piel solar', una tecnología que acabará con los paneles solares y las fachadas bioclimáticas

Combinar generación fotovoltaica y bioclimatización suena casi a ciencia ficción, pero cada vez lo es menos. Lo curioso es que empresas como Hydronic Shell Technologies y centros de investigación como el INL están demostrando que esa idea —una fachada que produce y regula energía— no solo es posible, sino que ya está tomando forma.

Llega la 'piel solar', una tecnología que acabará con los paneles solares y las fachadas bioclimáticas
Edificios con 'piel' inteligente y biovoltáica, ¿el futuro de la construcción?

6 min. lectura

Publicado: 28/10/2025 16:00

Cuando hablamos de energía solar, lo primero que nos viene a la cabeza son los paneles rígidos, pesados, anclados en tejados o sobre estructuras metálicas. Y sí, siguen siendo el presente. Pero ese modelo, tan extendido como limitado, empieza a quedarse corto. Pesa demasiado, ocupa espacio y rara vez se integra bien en el entorno.

Por eso, desde hace años, empresas y laboratorios de todo el mundo tratan de ir más allá, buscando paneles ultrafinos, flexibles y, sobre todo, adaptables. El siguiente paso no es colocar más paneles, sino conseguir que el propio edificio se convierta en el panel. O mejor dicho, en una piel solar que respira, se adapta y genera energía.

«Lo que antes eran piezas independientes —paneles, aislamiento, climatización— empieza a fusionarse en una sola capa inteligente»

Células solares con espejo de oro

En esa dirección trabaja el Instituto Ibérico Internacional de Nanotecnología (INL), con sede en Braga (Portugal). El equipo del investigador Pedro Salomé ha desarrollado una célula solar tan fina que puede integrarse en casi cualquier superficie: desde una ventana hasta la piel de un edificio.

Su truco está en un espejo nanoestructurado de oro, una capa tan delgada que resulta invisible al ojo humano. Pero su efecto es enorme: evita que la luz “escape” por la parte trasera del panel, aumentando la eficiencia de conversión energética. A simple vista puede parecer un detalle técnico, pero es lo que marca la diferencia.

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Estas células, basadas en materiales ACIGS (cobre, indio, galio, selenio y azufre), logran captar más luz sin procesos de fabricación complicados ni costosos. Gracias a la litografía de nanoimpresión en un solo paso, el equipo del INL ha conseguido un método rápido, eficiente y escalable. En otras palabras, producen más energía, consumen menos en su fabricación y pueden llegar antes al mercado.

Una muestra de la célula solar desarrollada por el INL

No es solo un avance técnico; es también una pista de hacia dónde va la arquitectura solar del futuro. Porque si algo ha frenado a muchas innovaciones fotovoltaicas, ha sido su imposibilidad de producirse en masa o de adaptarse al diseño urbano.

Una piel solar que respira y produce energía

En el otro lado del Atlántico, la startup Hydronic Shell Technologies avanza con una idea complementaria. Su objetivo no es fabricar células solares más eficientes, sino reinventar la fachada completa. Y lo hacen desde un enfoque muy práctico: usar lo que ya existe y transformarlo.

Su propuesta es una segunda piel modular que se instala sobre los edificios ya existentes y lo hace todo a la vez. Cada módulo prefabricado integra aislamiento térmico, calefacción, refrigeración y ventilación, además de una capa fotovoltaica exterior. El resultado es un sistema que convierte una fachada antigua en una envolvente activa capaz de generar su propia energía. Según la empresa, puede reducir el consumo hasta en un 90 %.

Así funcionan los módulos de Hydronic Shell Technologies

Lo mejor es que no hace falta desalojar a los vecinos ni levantar media ciudad. Los módulos se fabrican en taller y se montan con grúa directamente sobre el edificio, casi como si el inmueble se enfundara una chaqueta inteligente.

El propio fundador, el ingeniero David Goldstein, lo explica así: «Queríamos que la rehabilitación energética de un edificio fuese tan fácil como ponerle una chaqueta». Esa imagen no podría ser más precisa: una piel solar que respira, calienta y protege.

Mientras tanto, el trabajo del INL en Portugal apunta hacia el mismo horizonte, aunque desde otra ruta: crear materiales que conviertan la energía solar en parte del diseño arquitectónico, sin necesidad de que se note. Su espejo de oro nanoestructurado lo demuestra: las células pueden ser flexibles, curvas, y adaptarse a las texturas del edificio o incluso de un vehículo.

La nueva generación de edificios inteligentes

Todo esto, sumado, dibuja un cambio de mentalidad. Las fachadas dejan de ser simples envoltorios pasivos para convertirse en sistemas vivos, capaces de gestionar el flujo de luz, calor y energía. Ya no hablamos solo de eficiencia, sino de identidad: edificios que se comportan casi como organismos.

Lo que antes eran piezas independientes —paneles, aislamiento, climatización— empieza a fusionarse en una sola capa inteligente.

Ni paneles colgando ni obras eternas: el futuro podría consistir, literalmente, en vestir los edificios con una piel que genere energía y se adapte al clima. Un paso más en la evolución natural de la arquitectura, donde las paredes no solo separan el interior del exterior, sino que interactúan, respiran y producen.

Una piel que convierte la energía en parte del diseño. Y que, si todo va bien, podría ser la clave para ciudades más limpias, autosuficientes y bellas.

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