España vive el agosto más contaminante en más de 20 años… y la culpa es de los incendios

Este pasado mes de agosto, España ha registrado las mayores emisiones de carbono por incendios forestales desde 2003. La calidad del aire se desplomó, con partículas finas PM2.5 muy por encima de los límites de la OMS, afectando incluso a países vecinos.

España vive el agosto más contaminante en más de 20 años… y la culpa es de los incendios
Los incendios también generan contaminación. - Freepik

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Publicado: 04/09/2025 17:30

La Península Ibérica se está enfrentando a un verano negro. Y no solamente por el drama que supone para los ciudadanos, la fauna y la flora, que este año alcanza niveles de récord.

Los incendios forestales que arrasan el territorio han disparado la contaminación a niveles históricos, hasta el punto de convertir este mes de agosto en el más contaminante registrado en España desde al menos 2003, según los datos del Servicio de Monitoreo Atmosférico de Copernicus (CAMS).

Los científicos advierten que episodios como este, cada vez más frecuentes por el cambio climático, podrían consolidarse como un patrón estacional

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Al comienzo del mes, las emisiones acumuladas de carbono por incendios se situaban incluso por debajo de la media estacional. Todo cambió en cuestión de días: una oleada de fuegos en varias regiones del país provocó un aumento sin precedentes, situando 2025 como el año con mayor nivel de emisiones en los 23 años de registros disponibles. En apenas dos semanas, España pasó de estar bajo control a batir un récord nada deseado.

Aire irrespirable en gran parte del país

La consecuencia inmediata ha sido un aire de peor calidad, con concentraciones de partículas finas PM2.5 muy por encima de los límites marcados por la Organización Mundial de la Salud.

Basta recordar que la OMS establece un máximo de 15 microgramos por metro cúbico en 24 horas, una cifra ampliamente superada en gran parte de España durante esta ola de incendios.

Las estaciones de vigilancia de calidad del aire registraron niveles que en algunos puntos duplicaron e incluso triplicaron estas recomendaciones. Además, el humo no se quedó en las zonas afectadas. Se desplazó cientos de kilómetros, degradando el aire en áreas alejadas de los focos.

Incluso países vecinos como Francia, el Reino Unido o regiones del norte de Europa llegaron a registrar la huella de esta nube contaminante, que se sumó al humo procedente de los masivos incendios forestales de Canadá, arrastrado por corrientes atmosféricas a través del Atlántico.

Nube de 'smog' sobre una ciudad - Freepik IA

Impacto técnico y previsiones

Los modelos de predicción del CAMS indican que la alta temperatura, la baja humedad y los fuertes vientos han favorecido la propagación de los incendios y la dispersión del humo.

La combinación de estas variables meteorológicas con la vegetación seca y abundante ha generado columnas de humo que alcanzan varios kilómetros de altura, transportando partículas finas y gases contaminantes a largas distancias.

A nivel atmosférico, las partículas PM2.5 y los gases emitidos, como monóxido de carbono y óxidos de nitrógeno, contribuyen a la formación de ozono troposférico y smog, afectando no solamente a la visibilidad sino también a la radiación solar que llega al suelo, alterando microclimas locales.

Los científicos advierten que episodios como este, cada vez más frecuentes por el cambio climático, podrían consolidarse como un patrón estacional, aumentando la carga de contaminación en verano y afectando la salud de millones de personas a largo plazo.

España ha vivido el agosto más contaminante en más de dos décadas, y la alarma va mucho más allá de los árboles perdidos. Este fenómeno demuestra que los incendios forestales son más que un desastre natural, también un riesgo ambiental y atmosférico de primer orden, cuyas consecuencias se extienden mucho más allá del humo visible.

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