La solución estrella contra el CO₂ resulta ser falsa

Un estudio científico realizado por el IIASA y el Imperial College de Londres desmonta las previsiones de reducción de dióxido de carbono a través de su captura subterránea. El mismo corrige las estimaciones, ahora diez veces menores.

La solución estrella contra el CO₂ resulta ser falsa
La captura subterránea de dióxido de carbono no es tan eficaz como se esperaba. - Freepik IA

6 min. lectura

Publicado: 06/09/2025 16:00

El Acuerdo de París de 2015 fue firmado con un objetivo concreto: mantener el incremento de la temperatura media global por debajo de los 2º C respecto a los niveles preindustriales, referencia clave de la ciencia. Así mismo, hacer esfuerzos para tratar de limitar el calentamiento global a 1,5 °C.

Muchos de los escenarios que se pusieron sobre la mesa para lograr dicho propósito guardan relación con la captura, almacenamiento e incluso eliminación de carbono, calificando en su momento el potencial de estas prácticas como «enorme» en relación con los objetivos firmados en París.

«Debería utilizarse para detener el cambio climático, no para compensar la continua contaminación por CO₂ procedente de combustibles fósiles»

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¿Por qué? La razón es que el dióxido de carbono (CO₂) es un gas de efecto invernadero producido a partir de la quema de combustibles fósiles. Esto quiere decir que absorbe y emite radiación dentro del rango infrarrojo.

Ello propicia que la radiación térmica emitida por la superficie planetaria sea absorbida por estos gases atmosféricos y sea posteriormente irradiada en todas direcciones. Parte de esa radiación llega a la superficie y a la atmósfera inferior, generando un incremento de la temperatura.

Sin embargo, hasta ahora no se había cuestionado si el potencial real de estas técnicas de captura, almacenamiento y eliminación eran realmente tan determinantes como se esperaba. Y un estudio recientemente publicado en la revista Nature afirma que no es así.

La captura subterránea no es una solución

El estudio referenciado ha sido elaborado por el Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA) y el Instituto Grantham del Imperial College de Londres. Y la conclusión que extrae es que la capacidad global de almacenamiento de carbono es diez veces inferior a lo que se ha estimado durante los últimos años.

La captura subterránea de carbono se ha señalado como una solución climática capital para abordar el cambio climático. Esta consiste en atrapar las emisiones de CO₂, generalmente a través de técnicas como la inyección de dicho gas en formaciones rocosas profundas y porosas.

Por ejemplo, acuíferos salinos, yacimientos de petróleo y gas agotados y, en menor medida, el almacenamiento de minerales, donde el CO₂ reacciona con los minerales para formar carbonatos sólidos.

Lamentablemente, el estudio ha descubierto que una gran cantidad de formaciones geológicas tenidas en cuenta para las estimaciones previas incluyen fugas de gas. También podrían provocar terremotos o contaminar las aguas subterráneas, así como otra serie de limitaciones, por lo que no son aptas para este tipo de uso.

A consecuencia de esto, el estudio concluye que la captura y almacenamiento de carbono únicamente tiene potencial para reducir el calentamiento global en 0,7 °C, que se aleja drásticamente de la estimación anterior de entre 5 y 6 °C.

La captura de carbono ya no sirve de excusa

Los países con una fuerte tradición en la extracción de combustibles fósiles cuentan con una ventaja inesperada: tienen la capacidad de almacenamiento subterráneo de CO₂ más importante porque las minas no utilizadas proporcionan el almacenamiento más eficiente.

Los sitios considerados más seguros para este fin se encuentran en Arabia Saudí, Congo y Kazajistán, mientras que otras regiones como Noruega, Canadá y la Unión Europea ya muestran reducciones significativas en su capacidad de almacenamiento. Esta situación plantea un problema añadido para Bélgica, que en 2024 firmó un acuerdo con Noruega para depositar allí parte de sus emisiones industriales.

Una caverna bajo la superficie de la tierra - Freepik

El debate científico subraya que el almacenamiento geológico no es una carta blanca para seguir contaminando. Como advierte el investigador belga Joeri Rogelj, «el almacenamiento geológico debe considerarse un recurso finito que debe gestionarse de forma responsable para garantizar un futuro seguro para la humanidad».

«Debería utilizarse para detener el cambio climático, no para compensar la continua contaminación por CO₂ procedente de combustibles fósiles o de motores de combustión obsoletos», añade Rogelj.

Con los escenarios actuales que proyectan un aumento de hasta 3 °C a finales de siglo, está claro que el almacenamiento subterráneo de carbono jugará un papel necesario, aunque mucho más limitado de lo que se preveía.

Fuente: Newmobility.news

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