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Conducir con nieve y hielo: todo lo que debes saber para viajar con seguridad

A la hora de coger el coche en invierno, debemos tener máxima precaución a la hora de desplazarnos, ya que existen más factores a tener en cuenta. A la habitual lluvia se le pueden sumar la nieve y el hielo, algo que dependiendo de dónde vayamos a viajar será un compañero inevitable con el que lidiar.

Conducir con nieve y hielo: todo lo que debes saber para viajar con seguridad
La nieve y el hielo son enemigos muy temibles para el conductor. - Pixabay

11 min. lectura

Publicado: 22/11/2021 17:30

La borrasca «Gloria» nos recuerda que nos encontramos ante la época más severa y adversa del invierno, pues suele ser en los meses de enero y febrero cuando más notamos el frío y recibimos la visita de la nieve y el hielo. Algo que no debemos tener en cuenta únicamente a la hora de abrigarnos para salir a la calle o al trabajo, sino especialmente si vamos a coger el coche para desplazarnos, ya sean trayectos cortos o largos viajes.

Lo primero que debemos tener en cuenta es qué tipo de condiciones meteorológicas nos vamos a encontrar durante el trayecto a realizar para saber si es aconsejable mantener nuestro plan o es más seguro posponerlo, incluso buscar otro medio de transporte.

Para ello, resulta muy útil visitar portales de información meteorológica como tiempo.com o la web oficial de la Dirección General de Tráfico (DGT) para consultar las previsiones meteorológicas, incidencias de tráfico o posibles cortes de carreteras, así como el estado general de las vías por las que tenemos previsto circular.

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Qué llevar en el coche

Siempre es recomendable disponer de un «kit de invierno» con el que estar preparados para cualquier eventualidad y que podremos llevar en el maletero sin que resulte demasiado engorroso. No sólo para casos como el de una ventisca o nevada, sino para momentos siempre impredecibles como la aparición de un pinchazo, avería o similar:

  • Rueda de repuesto o kit reparapinchazos (obligatorio).
  • Triángulos de señalización y chaleco reflectante (obligatorio).
  • Cadenas para nieve.
  • Pinzas para arrancar en caso de batería descargada.
  • Pala y guantes para salir de un atasco en barro, nieve, etc.
  • Alcohol o similares para eliminar hielo de cerraduras o parabrisas.
  • Rascador para retirar la escarcha de los cristales.
  • Linterna para cambiar una rueda o cualquier otra acción durante la noche o situaciones de baja visibilidad.
  • Spray antivaho o bayeta para eliminarlo antes de arrancar.
  • Agua y alimentos por si quedamos atrapados en la nieve.
  • Ropa de abrigo por si es necesario salir del coche en condiciones adversas.
  • Teléfono móvil y cargador para solicitar ayuda o avisar a emergencias.

Vehículo en buen estado

Ni que decir tiene que nuestra obligación como conductores es tener nuestro vehículo en buenas condiciones para no exponernos y exponer al resto de conductores a situaciones peligrosas o que entorpezcan el tráfico, pero esto es aún más importante cuando llega el invierno.

Toda precaución es poca, pero si a la hora de la verdad el coche no está en buenas condiciones para obedecer con eficacia las órdenes del conductor o hacer frente a las inclemencias, esta no sirve de mucho. Por ello, resulta imprescindible revisar nuestro vehículo, prestando especial atención a los siguientes aspectos:

Neumáticos

Compruebe que la profundidad del dibujo es la adecuada y no sobrepase el mínimo legal: 1,6 milímetros, aunque no es aconsejable esperar tanto para sustituirlos.

Dan igual las condiciones, un neumático en buen estado es siempre imprescindible para circular con seguridad.

Un truco sencillo es introducir una moneda de 1 euro en las acanaladuras. Si la banda exterior de la moneda no se introduce por completo, es momento de cambiar los neumáticos. Así, conseguiremos acortar la distancia de frenado y reducir el riesgo de aquaplaning, además de mejorar el agarre general del coche en mojado.

Suspensión y frenos

La estabilidad del vehículo, así como la distancia de frenado, dependen directamente de ambos elementos. Es aconsejable revisar los amortiguadores cada 30.000 km y los discos de freno cada 80.000 km. Además, el líquido de frenos cada dos años y que las pastillas tengan al menos 2mm de grosor.

Climatización

El buen funcionamiento de los aireadores y el aire acondicionado garantizan disponer de una buena temperatura en el habitáculo, así como de un buen desempañado de los cristales al reducir la humedad del cristal de manera eficaz.

Limpiaparabrisas

Debemos comprobar que no están gastados y retiran con eficacia el agua, la nieve o el barro que pueda caer sobre el parabrisas para así no perjudicar nuestra visibilidad. Compruebe también el nivel del líquido limpiaparabrisas, así como que este prevenga la congelación.

Anticongelante

Este líquido circula por el motor para refrigerarlo, pero también para evitar la congelación del mismo. Evite el uso del agua, ya que además de congelarse, se dilata y puede dañar el motor.

Luneta térmica

Se trata de un elemento imprescindible para disponer de buena visión en la parte trasera, que carece de aireadores y, en muchos casos, también de limpiaparabrisas.

Alumbrado

Verifique que todas las luces funcionan y compruebe que la regulación de altura es la correcta, pudiendo así adecuarla a la carga del vehículo.

Aceites y filtros

Compruebe el nivel del aceite y el buen estado del lubricante y los filtros para que el motor funcione a la perfección en condiciones extremas. Lo ideal es seguir el plan marcado por el fabricante a la hora de realizar las sustituciones.

Batería

El frío puede acelerar la descarga de la batería y, aunque no requiere mantenimiento, su vida útil suele oscilar entre los tres y cinco años. En el taller se puede verificar el estado de la carga de la batería.

Conducir con nieve y hielo

No es habitual en la mayor parte del territorio español, aunque sí en zonas montañosas o frías y, en general, en todo el país cuando recibimos la visita de fenómenos meteorológicos especialmente adversos como la borrasca «Gloria». Si vamos a desplazarnos a una zona con dichas características, es imprescindible llevar cadenas para evitar inconvenientes añadidos.

Cuando circulamos sobre nieve, debemos tener en cuenta los siguientes factores:

  • Los primeros copos hacen que el asfalto sea más deslizante y la situación va empeorando a medida que se crea una capa más espesa.
  • La nieve puede ocultar señales y marcas viales, reduciendo además la visibilidad e, incluso, provocando mareos en determinadas personas.
  • Debemos reducir la velocidad, encender los faros y aumentar la distancia de seguridad.
  • Es conveniente aprovechar las rodadas de los vehículos precedentes, extremando la suavidad en todas las maniobras (giros, aceleraciones, frenadas) e intentando circular en la marcha más larga posible en relación a nuestra velocidad.
Seguir las rodadas de otros coches resulta útil cuando conducimos sobre nieve.

Si no podemos evitar coger el coche sobre calzada helada, sepamos que:

  • La adherencia se reduce al mínimo, incluso en relación a la nieve. Debemos reducir la velocidad y extremar la suavidad de nuestros movimientos.
  • Las zonas sombrías o que no reciben el impacto directo de los rayos del sol en invierno son muy propensas a tener placas de hielo incluso en días despejados.
  • Las zonas peraltadas pueden tener hielo durante la noche y por la mañana temprano si la nieve de los márgenes se ha derretido.
  • Si el termómetro del coche marca 3 ºC o menos, permanezca alerta pues a esa temperatura ya puede formarse hielo.
  • En caso de pisar una placa, actué como si se tratase de un aquaplaning o, en caso de ser necesario, realice movimientos de volante suaves y haga lo mismo con los pedales. En caso de disponer de ABS, frene más enérgicamente para que el sistema le ayude a detenerse.

¿Qué es el aquaplaning?

Finalmente, no está de más conocer bien un efecto como este, que aunque es propio de la lluvia y los grandes charcos de agua acumulada, resulta igualmente útil en conducción invernal sobre nieve o hielo.

En este vídeo, Luis Moya y Jordi Gené nos instruyen acerca de la conducción sobre nieve y hielo.

Este peligroso efecto se produce cuando el neumático pierde contacto con el asfalto al no ser capaz de evacuar el agua presente en el mismo. Ello hace que el vehículo patine sobre la capa de agua, haciendo inútil cualquier orden del conductor a través del volante o los pedales.

Qué influye:

  • Cantidad de agua en la calzada
  • Velocidad
  • Desgaste del neumático
  • Presión de inflado

Cuando vamos a cruzar un charco o balsa de agua, es importante intentar reducir la velocidad ANTES de entrar en él y, posteriormente no girar el volante ni tocar los pedales, para que cuando lo hayamos cruzado los neumáticos recuperen el agarre sin derrapar o perder adherencia por acción de un giro, aceleración o frenazo.

Fotos: Pixabay

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