
¿Mejor muchos kilómetros en autovía que pocos en ciudad? El mito del coche “menos rodado”
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El sistema de freno es un elemento vital de seguridad en el automóvil, ya que es el encargado de reducir la velocidad del mismo ante una curva, imprevisto o avería.
A lo largo de los años el sistema de frenos ha evolucionado espectacularmente, pasando de un formato muy rudimentario a una sofisticación técnica de vanguardia.
Igualmente conocido como freno de campana, este tipo de sistema de frenado se compone de un cilindro que gira junto a la rueda, así como dos bandas (chapas recubiertas de forros o ferodos de freno) que ejercen fricción sobre el interior del mismo cuando aplicamos presión sobre el pedal de freno.
En la actualidad se sigue utilizando como norma habitual en el eje trasero de vehículos de coste bajo o moderado, así como en vehículos comerciales.
Su coste es inferior y el periodo de duración es largo, protegiendo además el sistema de frenado de las inclemencias meteorológicas y haciéndolo ideal para días de lluvia, nieve y caminos. Como contrapartida, la ventilación es muy inferior y en uso intenso la campana puede llegar a deformarse.
Son los más habituales por su mayor eficacia y cuentan con un juego de pastillas y un disco, que son el equivalente a la banda y al cilindro presentes en los frenos de tambor.
Las pastillas friccionan sobre ambas caras del disco, ofreciendo una enérgica frenada que permite una mayor disipación del calor. A cambio, son más caros y menos duraderos.
Este elemento es el encargado de crear la fricción necesaria para reducir la velocidad del vehículo, por lo que es necesario controlar su desgaste para asegurarnos de tenerlas en buen estado y así no alargar la distancia de frenado y mantener una frenada uniforme.
Este elemento es el que está fijado al eje del vehículo y el que recibe la fricción de las pastillas, produciéndose la reducción de velocidad.
Su duración es mayor que la de las pastillas, aunque en caso de no sustituirse estas a tiempo, provocan surcos en los discos y obligan a cambiarlos.
Los materiales más habituales para su fabricación son la fundición gris modular en grafito laminar y la matriz de carbono, esta última utilizada en gran medida para los vehículos de competición.
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