Los faros LED brillan tanto en la carretera como en tu bolsillo, te 'iluminamos' con lo que las marcas no quieren que sepas
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Forman parte del sistema de iluminación y, por tanto, son determinantes para la seguridad de los ocupantes. Pero cada tipo tiene unas características concretas que conviene saber para elegir del mejor modo posible a la hora de equipar nuestro vehículo.
En las dos últimas décadas, los sistemas de iluminación han evolucionado de manera vertiginosa, mejorando notablemente su capacidad de mostrar al conductor lo que sucede en la carretera. Actualmente, tenemos cuatro tipos de lámpara que podemos instalar.
Son las tradicionales y las más económicas. La única diferencia que tienen con las que se utilizan en los hogares es que en su interior llevan gas para potenciar su capacidad de iluminación. Son sencillas de intercambiar y montar.
Por el contrario, su duración suele ser limitada (unas 500 horas) e iluminan menos espacio (unos 60 metros las luces de cruce) y con menor intensidad que el resto de sistemas.
Carecen de filamentos internos y en su lugar utilizan dos electrodos que generan electricidad, que a su vez calienta este gas noble denso e incoloro. En comparación con las lámparas halógenas, iluminan tres veces más, consumen menos energía y tienen una duración muy superior.
Lógicamente, también son más caras y exigen un equipamiento mínimo en el vehículo: regulación automática de altura y sistema de limpieza. Tampoco son sencillas de instalar y no ofrecen su máxima capacidad de inmediato, sino que necesitan unos segundos.
En los últimos años han perdido mucha presencia en favor de las LED. La variante bi-xenón es la que utiliza este sistema tanto para luces de cruce como de largo alcance.
Se han ido imponiendo tras comenzar a utilizarse en luces auxiliares como frenos o intermitentes. Constan de varios diodos de pequeño tamaño y tienen una vida útil muy longeva (unas 10 000 horas), ofreciendo además mayor campo de iluminación (unos 300 metros), así como intensidad lumínica.
También ofrecen libertad casi total de diseño al ser muy pequeñas, consumiendo además una cantidad mínima de energía (una cuarta parte que las halógenas). Otra de sus ventajas es la posibilidad de ofrecer tecnologías como los faros adaptativos (varían automáticamente la intensidad y dirección de la iluminación).
Su precio es relativamente alto, pero la proliferación de su uso está haciendo que cada vez sean más accesibles.
Es la última innovación en sistemas de iluminación y aún está presente en pocos modelos de alta gama como el Audi R8 o el BMW Serie 7. Al igual que las lámparas LED, son pequeñas y ofrecen libertad de diseño, siendo además muy eficientes en cuanto a consumo de energía. Pueden llegar a iluminar hasta 600 metros y su longevidad es muy alta, incluso en condiciones meteorológicas extremas. Por el contrario, son muy caras y su montaje es complejo, algo para lo que no todas las marcas están aún preparadas.
Mecánicamente es posible cambiar de luces halógenas a LED, pero se trata de una modificación que debe ser homologada o de lo contrario nos arriesgamos a ser multados y no podremos pasar favorablemente la ITV.
Los pasos a seguir serían los siguientes:
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