El mercado de vehículos nuevos en Rusia está volviéndose muy dependiente de China tras la estampida occidental
Uno de los efectos de la transformación de Rusia en cuestión de meses de un paria internacional es su cada vez mayor dependencia de los chinos. Su vecino oriental está aprovechando para vender más vehículos, ya sea terminados (CBU) o enviados por kits (CKD), mientras más marcas chinas ganan cuota de mercado.
A consecuencia de la invasión rusa de Ucrania, las potencias occidentales castigaron a la potencia agresora con unos paquetes de sanciones nunca vistos. Una de las industrias más perjudicadas fue la del automóvil, que llegó a ver una caída de la producción de vehículos ligeros del 97%. Los fabricantes de EEUU, Europa y Japón han cerrado sus instalaciones en Rusia.
El fabricante que peor lo ha pasado es la Alianza Renault Nissan Mitsubishi. Las fábricas que producían los Renault y Nissan fueron malvendidas al Estado y todos sus activos se dieron por perdidos. AvtoVAZ, que había estado bajo control del Grupo Renault, ha recuperado cuota de mercado por incomparecencia de más de 40 marcas que estaban a principios del año.
Como AvtoVAZ tenía la mayor parte de sus proveedores dentro de Rusia, la disrupción ha sido menos intensa, y se pudo reanudar la producción del Granta Classic con una importante reducción de equipamiento. En breves lograrán producir de nuevo coches con ABS o airbags con la ayuda inestimable de China, cuya postura es aparentemente neutral en el conflicto rusoucraniano.
Por otra parte, Sollers, que había mantenido una joint-venture con Ford que había incluido turismos y furgonetas, no ha tardado en encontra otro socio. Según Vedomosti, Sollers Auto producirá vehículos de la china JAC con su propia marca, aunque no se ha hecho oficial todavía el fabricante chino asociado.
De acuerdo a dicha información, el primer vehículo que se producirá allí será un derivado de la furgoneta JAC Sunray, que dará como resultado un rival de Ford Transit o Mercedes-Benz Sprinter, es decir, el mayor tamaño de furgonetas ligeras. Presumiblemente, esta producción se basará en kits exportados desde China, no una producción rusa autóctona ni al nivel de integración que había con Ford.
La historia nos suena porque ya la habíamos oído antes. En la antigua fábrica de Renault en Moscú, puesta a disposición de sus autoridades locales, ha comenzado la producción del Moskvitch 3, ni más ni menos que un remarcado del Sehol X4 también de JAC. Las diferencias entre el modelo ruso y el chino son anecdóticas. La marca de origen soviético fue revivida de entre los muertos en un tiempo récord.
En los tiempos que se ha puesto en producción este modelo solo hay una posibilidad, el montaje de kits CKD enviados desde China, por lo que no se trata de un logro industrial tan importante como las autoridades rusas han querido transmitir. Es, de hecho, un retroceso respecto a la situación previa, en la que había mayores niveles de integración.
Puede ocurrir algo parecido con otras dos fábricas, la de Kaliningrado, que había trabajado para BMW de la mano de Avtotor, y la de San Petersburgo, que hizo lo propio para Nissan. Avtotor ya ha empezado a realizar pruebas de ensamblado de vehículos chinos importados en kits. Rusia usaría el mismo recurso que un país del tercer mundo para evitar el hundimiento total del automóvil.
La situación no es demasiado diferente si hablamos de ventas. De acuerdo a los datos de la Asociación de Fabricantes de Automóviles de Rusia, las ventas de turismos, comerciales ligeros y camionetas acumulan 639.968 unidades de enero a noviembre, un 56,7% menos que en las mismas fechas de 2021. Mayo fue el peor mes, con una caída interanual del 80%.
De las 60 marcas que había en el mercado ruso antes de la invasión, solo permanecen activas 14. De todas ellas, tres son originarias de Rusia, y el resto son todas de China. Poco a poco, la potencia asiática está colonizando el mercado ruso porque sus automóviles no tienen problemas de componentes. Su cuota de mercado ya es del 30%, podría llegar al 40% en 2023, e incluso colmar el 70% de las ventas en Rusia.
A los fabricantes chinos las sanciones occidentales les han ido muy bien, porque han conseguido aumentar su expansión internacional, aunque sea de forma bastante modesta respecto al hecho de que China ya es el segundo exportador mundial de automóviles. Ojito con eso. Como bien puntualizan en Bloomberg, es un indicador más del cambio económico ruso, que pasa de depender de Occidente a depender de China.
En cuanto al resto de necesidades insatisfechas del mercado ruso, se están resolviendo mediante importación paralela desde el extranjero. El que puede permitírselo, se puede comprar un coche de cualquier marca. Si el mercado ruso se recupera, no será ni mucho menos pronto. Desde Avtostat creen que antes de 2025 eso va a ser difícil. Y ahora una pregunta relevante: ¿estará vivo el actual régimen ruso por entonces?