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Especial Nissan LeafLos coches eléctricos no son para mí

Continuamos con la prueba a fondo que el equipo de MOTOR.ES estamos realizando del Nissan Leaf. Queremos transmitir desde diferentes puntos de vista cómo se convive con un coche eléctrico. ¿Qué tal se comportará un coche eléctrico fuera de la ciudad y sin apenas puntos de recarga cercanos? ¿Es capaz de adaptarse a todas las necesidades de desplazamiento?

Los coches eléctricos no son para mí

11 min. lectura

Publicado: 18/03/2013 09:00

Soy lo opuesto al ideal de conductor de coche eléctrico: apenas piso la ciudad, la mayoría de mis recorridos diarios superan el medio centenar de kilómetros y no tengo un enchufe en mi garaje para recargar el coche cómodamente. Llegó el turno de probar un Nissan Leaf y mi primer pensamiento fue si el coche eléctrico japonés podría adaptarse a mis necesidades o sería yo el que tendría que claudicar y amoldarme a las características del coche.

Mi experiencia no partía de cero ya que el Nissan Leaf y yo ya nos habíamos conocido fugazmente hace algo más de un año. En aquella ocasión no salí de las abarrotadas avenidas de Madrid, terreno en el que el Leaf se mueve como pez en el agua. Pero esta vez las cosas se ponen más difíciles porque al vivir en el extrarradio tengo que recorrer varios kilómetros cada día por autovía, terreno desfavorable para cualquier eléctrico.

Salir de los núcleos urbanos para circular por vías rápidas suele tener un efecto directo sobre la autonomía, que se ve mermada. El motivo es que la resistencia aerodinámica ofrecida por la carrocería aumenta considerablemente con la velocidad, lo que obliga a las baterías a hacer un esfuerzo mayor y consumir más energía.

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En la práctica esto se traduce en que, en mi caso, la autonomía del Leaf ha rondado los 120-130 kilómetros, sin usar el climatizador. Lejos de los 175 kilómetros que señala el fabricante japonés, aunque otros compañeros de MOTOR.ES sí que han conseguido igualar y superar esa cifra en sus desplazamientos cotidianos, con circunstancias diferentes a las mías. Eso es lo que pretendemos con nuestra prueba a fondo del Nissan Leaf: conocer sus ventajas e inconvenientes en distintas ciudades, con distintos usos y con diferentes puntos de vista.

Un coche eléctrico se conduce igual que uno con motor térmico convencional: ésta es una de las frases que más se escuchan cuando se habla de eléctricos. Y es cierto, no hay que hacer nada distinto ya que la diferencia principal es que en lugar de parar en una gasolinera y coger la manguera del combustible adecuado lo que habrá que hacer es buscar un enchufe y conectar nuestro coche.

Se conduce igual, sí, pero las sensaciones son distintas. Conducir a diario un coche eléctrico es como llevar un coche de combustión cuyo depósito de combustible siempre está en la reserva y no tienes ni idea de dónde habrá una gasolinera. A medida que nuestra autonomía va mermando, la cosa se pone más emocionante e instintivamente irás adaptando tu estilo de conducción siendo más suave en aceleraciones y frenadas para prolongar la autonomía.

En mi garaje no hay un enchufe que pueda utilizar para recargar el coche. El punto de recarga más cercano está a 6 kilómetros de mi casa, así que las cosas se complicaban. Me las apañé porque muchos centros comerciales ya disponen de plazas reservadas para coches eléctricos con postes de recarga, y utilizando los postes en la vía pública que se encuentran en muchas zonas de Madrid (para usarlos necesitas la tarjeta Movele). Todos estos postes son de carga convencional, así que para que la batería se cargue de forma notoria el coche debe estar enchufado varias horas.

Para que os hagáis una idea, con la intención de pasar una tarde de compras fui a un centro comercial y en uno de los postes dejé cargando el Leaf con 33 kilómetros de autonomía restante estimada. El ordenador de a bordo calculaba 11 horas para su recarga completa, pero estuve por allí 4,5 horas. En ese tiempo la autonomía había aumentado hasta los 114 kilómetros, y el ordenador solicitaba otras 4,5 horas más enchufado para recargarse completamente.

Como no tenía enchufe en casa ni cerca de mis destinos habituales (miento: sí había uno cerca, en la vía pública, pero estaba estropeado), me vi obligado a perder una, dos ó tres horas casi todos los días para ir a cargar el coche. Este aspecto me pareció el principal inconveniente de uso de un coche eléctrico en mi caso. No es práctico, y la situación se agrava cuando descubres que no todos los postes funcionan, que a veces estas plazas están ocupadas por vehículos que se mueven con contaminantes combustibles derivados del petróleo o que simplemente no hay ningún enchufe cerca del lugar en el que estás o al que vas.

Otra opción son los puntos de recarga rápida, que cargan aproximadamente un 80% de la batería en 30 minutos, pero hay muy pocos. Probé esta característica en el concesionario de Nissan en Leganés, Gamboa Automoción, quienes amablemente me permitieron utilizar su cargador y, en media hora, la autonomía subió de 40 kilómetros a 112 kilómetros (un 77% de la carga según la máquina). Así sí, esto es otra cosa, mucho más cómodo y práctico. Lástima que apenas haya puntos de recarga rápida, así que no me libro de los quebraderos de cabeza buscando puntos convencionales para recargar.

En este punto quizá pienses que no me ha gustado el modelo compacto japonés. No te equivoques: El Nissan Leaf es el mejor coche eléctrico del mercado. Es cómodo, anda muy bien, es extremadamente silencioso, está bien equipado, es amplio y tiene un mantenimiento económico. Sencillamente no es el coche adecuado a mis necesidades.

Del mismo modo que un coche con motor diesel puede no ser la opción más sensata para quien recorre 5.000 kilómetros anuales, un biplaza no resulta útil para una familia numerosa o un pequeño utilitario no es ideal para hacer una excursión por el campo, los coches eléctricos tienen su público. Y este público potencial es mayor del que esperaba.

Para recorridos urbanos cotidianos es ideal. Ir al trabajo, llevar a los niños al cole o hacer compras son rutinas en las que el Leaf cumple sobradamente. Es su punto fuerte, recorridos cortos y repetitivos que permiten saber cuánta autonomía vamos a perder y dónde recargar. La mayoría de la gente que vive en las grandes ciudades podría usarlo perfectamente de lunes a viernes y no echarían en falta otro tipo de coche. Y además, en Madrid capital no pagas ni un céntimo en parquímetros ya que los coches eléctricos están exentos.

Al otro lado de la balanza, los viajes largos. Ir de vacaciones a la playa o pasar el fin de semana en la montaña son cosas que, a priori, no nos permitirá hacer un coche eléctrico por su limitada autonomía. Los que realicen viajes largos con frecuencia deben descartar la compra de un eléctrico pero hay mucha gente que realiza este tipo de viajes una o dos veces al año como mucho ¿Quizá les podría compensar alquilar un coche convencional para esos días o viajar en autobús o en tren? Es cuestión de echar cuentas. También hay casos frecuentes en los que se tiene un segundo coche en casa, y ahí se acaba el problema.

Sí me parece imprescindible el poder cargar el coche en casa o en el trabajo. Si

en tu lugar de trabajo (o muy cerca) hay enchufe para cargar el coche, todo

perfecto. Mientras realizas tu jornada laboral el coche recarga las baterías y

no te tienes que preocupar por nada. Si tienes enchufe en tu garaje es mejor

aún, ya que lo puedes dejar cargando por la noche al igual que se hace con el

teléfono móvil. Además existen varias empresas que pueden instalar equipos de recarga en garajes privados o comunitarios.

Tras mi experiencia, éste es mi consejo: Si haces muchos viajes largos al cabo del año o si no tienes un punto de recarga en tu casa/trabajo, olvídate de un coche eléctrico. En caso contrario, piénsatelo ¿por qué no? Estoy seguro de que si hubiera tenido un punto de recarga a mano hubiera disfrutado aún más del Nissan Leaf y de su conducción silenciosa, agradable y 100% ecológica. El futuro es eléctrico.

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