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¿Y si Europa impone mayores aranceles a coches hechos en África?

Si nos fijamos en la situación que se ha dado o está dando en otros lugares del mundo, podemos prever qué pasará en Europa próximamente si la industria norteafricana se vuelve más potente y empieza a competir con la comunitaria.

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Publicado: 27/12/2016 18:00

Dentro de unos años se puede dar en Europa el mismo fenómeno que está sucediendo en Estados Unidos. El país norteamericano ha pasado de tener una industria próspera e intocable del automóvil a sufrir la rivalidad de su vecino menos desarrollado del sur.

En muy poco tiempo varios fabricantes han implantado fábricas de automóviles en Méjico, o han ampliado su capacidad productiva en el país. El vecino de EEUU está viviendo un momento muy dulce, en el que prosperan proveedores y divisiones locales. Los menores costes laborales son muy atractivos para esta industria.

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El el norte de África se empieza a concentrar a medio plazo una capacidad de producción que no es para subestimar. Renault, PSA y Volkswagen han anunciado fábricas -o ya las tienen- en Marruecos, Túnez y Argelia. En principio son fábricas para abastecer al mercado local, pero también pueden exportar si amplían su capacidad y disponen de más proveedores locales.

A día de hoy los Dacia Dokker y Lodgy vienen de allí, cada vez con más piezas de origen local, porque se benefician de una zona de libre comercio en Tánger. PSA, por su parte, puede sacar modelos que ahora se fabrican en España para producirlos allí, a cambio de hacer modelos más caros en Vigo o Villaverde. A medio plazo puede ser una zona competidora.

Una solución puede ser el proteccionismo, es decir, poner más pegas a la importación de modelos fabricados fuera de la Unión Europea, tanto arancelarias como no arancelarias (como burocracia, papeleo, homologaciones, etc.) Es lo que pretende hacer Donald Trump con los países del NAFTA, es decir, Méjico y Canadá. El futuro presidente ha anunciado diversas medidas populistas como esta.

Según diversos economistas, el proteccionismo es una medida de eficacia muy limitada, y a largo plazo resulta inútil. Trump quiere evitar que los fabricantes despidan trabajadores en EEUU y que den trabajo a los mejicanos porque cobran menos. Sería más adecuado ofrecer incentivos fiscales o subvenciones para que no se deslocalice esa producción. Estados Unidos es importador neto, significa que compra más coches de fuera que los que exporta.

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Los modelos que se hacen en Méjico, siguiendo el ejemplo, son en muchos casos coches económicos o de gama baja: subcompactos o compactos, aunque también se hacen coches más caros como algunos SUV de General Motors. Imponiendo tasas a la importación se pueden disparar los precios de Ford Fiesta, Nissan Versa o Mazda2, por ejemplo.

Méjico podría producir 1/4 de los coches vendidos en EEUU en 2020

Si Estados Unidos deja de ser un mercado interesante para esa producción, los fabricantes destinarán sus esfuerzos en colocar esos coches en otros países. En otras palabras, harían la competencia a las plantas estadounidenses. Eso se puede definir como disparar y salir el tiro por la culata.

Por otra parte, una industria protegida relaja sus medidas para ser competitiva, por lo cual, cuando desaparece el proteccionismo, es una medida ineficiente de cara a los competidores foráneos. Lo que pasa con Trump puede verse en el futuro en la UE, aunque es más complicado que la Unión Europea adopte tesis populistas tal y como está montado el tinglado. Puede acceder algún gobernante populista, pero tendían que juntarse varios para cambiar las políticas comunitarias de esa forma.

En 2020 habrá operativas varias fábricas de automóviles en el Magreb, fundamentalmente para alimentar su demanda regional y local

Lo que seguramente ocurrirá, tanto respecto a Méjico como al Magreb, es que la industria de Estados Unidos y de la Unión Europea se tiene que acostumbrar a esa competencia y mejorar sus procedimientos de calidad y costes para mantenerse en su posición. Sí, puede haber alguna deslocalización, en Europa han cerrado decenas de fábricas desde 2008, aunque solo dos en España (en Linares y Barcelona).

Los tratados de libre comercio, que aflojan las barreras para las mercancías, a largo plazo son beneficiosos para todas las partes. No es culpa de Méjico ni del Magreb que cierren fábricas en las zonas más desarrolladas. Habrían cerrado igualmente. Los fabricantes siempre buscarán producir en el lugar más cómodo, llámese Stuttgart, Detroit, Kenitra o Aguascalientes.

Esta industria hay que mimarla. No hay más que ver lo que ha pasado en Australia, la industria local se ha condenado al desmantelamiento en menos de cinco años porque ya no son competitivos con los asiáticos y el mercado doméstico no es tan grande, más o menos como el español. El automóvil genera mucha riqueza y puestos de trabajo, es un sector estratégico, por eso despierta tantas suspicacias.

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