Lo diré claro: el mayor impulso que podría recibir el automóvil en España es recuperar un sueño que creíamos perdido, Pegaso
Incluso con el salto a la electrificación del sector, España sigue siendo un lugar clave para los principales actores de la industria en Europa, pero lo que de verdad vendría de perlas al país es una iniciativa de hace mucho.

El hecho de que las marcas más importantes en toda Europa vean España como un sitio clave para su estrategia es toda una ventaja. El Grupo Volkswagen (caso de Martorell y Landaben) y Stellantis (Vigo o Zaragoza) en sus respectivos conjuntos con modelos de diferentes marcas, Renault con varias plantas (Valladolid y Sevilla, sin ir más lejos) o Ford, con su planta en Almussafes, son claros ejemplos.
Sólo Volkswagen, Stellantis y Renault aglutinan más del 50% del pastel de la cuota de mercado en Europaen estos momentos: un 26,73% para Volkswagen, 14,88% para Stellantis y 10,13% para Renault. Detrás se sitúan Hyundai/KIA, BMW/Mini, Toyota/Lexus, Mercedes y Ford, con un 3,78% del mercado en Europa, justo por delante de todas las marca de origen chino.

La presencia de marcas en España es buena, aunque...
Esto es bueno para España. Y al mismo tiempo, no tanto. Sí, tenemos mucho recorrido a la hora de fabricar coches, algunos míticos y líderes de ventas antaño como los Renault 5, Renault Mégane, Ford Fiesta, Volkswagen Polo o 'nuestro' Seat Ibiza. En la planta de Vigo se han fabricado muchas furgonetas de Peugeot y Citroën, desde la eterna C15 hasta las actuales Partner o Berlingo.
¿Qué tienen todas estas en común? Que... son nuestras, pero no. Porque la patente no está en España, el I+D no viene o se queda en España, además de los beneficios al completo. España es un país fabricante, pero ni crea coches como tal ni el sector automóvil representa un porcentaje importante del PIB como sí ocurre en Alemania (5%) o Italia (6%). Lo curioso es que está en un 3%, similar a Francia.
Seat, Ebro o Santana
El caso de Seat es particular, pues aunque sea española de toda la vida, su I+D no lo ha sido del todo, al estar vinculados sus modelos primero a Fiat y después al Grupo Volkswagen. Incluso en ese periodo donde no lo fue, cuando se gestó el Ibiza original, ya contaban con ayuda alemana, la cual conocemos gracias al famoso 'System Porsche' orgullo de muchos dueños de aquel pequeño 1.5 de gasolina.

Es por ello que, aunque el retorno de Ebro o de Santana sean muy buenas noticias a nivel industrial, recuperándose/creándose cientos o miles de puestos de trabajo, no supone una situación perfecta. En ambos casos, el I+D, la tecnología y demás procede de fuera (China en este caso). Y el caso de la antigua Santana, o incluso casos de antaño como Barreiros o Authi, está en las mismas.
Caso de Pegaso
Sería increíblemente complicado, pero lo ideal sería una (muy arriesgada y más ahora) aventura propia, con investigación y desarrollo propios con el que ir teniendo vehículos realmente nacionales. Es decir, una apuesta de miles y miles de millones de euros para establecer una marca, unos modelos e iniciar un desarrollo. E incluso para fabricantes establecidos, establecer una marca como tal puede durar décadas.
Dicho de otro modo: lo que hiciera la Pegaso de Wilfredo Ricart, con el apoyo del INI hace ya más de 75 años. Una iniciativa gracias a la cual tuvimos coches punteros para la época como eran el Z-102 o el Z-103, lo que hoy en día entenderíamos como deportivos de lujo (dado que el superdeportivo como idea no llega hasta la aparición del Lamborghini Miura)llevando motores V8 de entre 2,5 hasta 4,5 litros de cilindrada.

Una inversión arriesgada
¿Existe esto a día de hoy? De manera muy limitada, pero sí. Existe la Hispano-Suiza nueva, con el Carmen como bandera de hiperdeportivo exclusivo, o Baltasar con su Revolt eléctrico, además de otras como GTA o Tauro. Todas ellas de pequeño volumen, al contrario que Seat o Cupra. Eso sí, toda esa presencia extranjera ha otorgado un bagaje de conocimiento a España importante a la hora de fabricar coches de calidad.
Es evidente que, para llegar a ese nivel, haría falta un nivel de inversión enorme para una apuesta nada fácil a día de hoy - en Occidente hemos visto ejemplos como los de Ineos o los estrépitos de (ambas) Fisker. ¿Una apuesta que saliera a flote a largo plazo? Sería, desde luego, muy interesante de ver. Y de conducir.
