¿El fin de los SUV? Renault vaticina que el coche eléctrico va a provocar un cambio de tendencia
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En el mundo de la movilidad sostenible, el coche eléctrico emerge como una alternativa cada vez más sólida a los vehículos de combustión interna. Analizamos los tipos que hay y cuáles son las características de cada uno.
El mundo de la automoción cambia a velocidad de vértigo y es muy probable que la época que estamos viviendo en este momento sea crucial a la hora de definir el futuro de la misma, como en su momento lo fue la que marcó la popularización del motor diésel, el turbo o los frenos de disco.
La preocupación por el cambio climático, la contaminación o la sobreexplotación de los recursos naturales han supuesto un impulso definitivo en dirección a los vehículos eléctricos y la pregunta no es ya si terminarán por imponerse, sino cuándo y de qué forma lo harán.
Entendemos por coche eléctrico todo aquel vehículo que está impulsado por uno o varios motores alimentados por una fuente de energía eléctrica posteriormente transformada en energía cinética, sea recargada o no a través de la red. La tecnología más avanzada y común es la de baterías de iones de litio, pero existen otras variantes, así como diversas filosofías y tipos.
Aunque los vehículos híbridos también pueden considerarse eléctricos, en este apartado de nuestro diccionario nos referiremos exclusivamente a los coches que utilizan la electricidad como fuente principal de impulso.
Aunque parezca increíble, lo cierto es que los primeros coches eléctricos datan del siglo XIX, cuando el inventor escocés Robert Anderson desarrolló el primer vehículo eléctrico puro incluso antes que los automóviles diésel y gasolina, en la década de 1830.
Paralelamente, Sibrandus Stratingh patentó y construyó vehículos eléctricos a escala reducida. Ya en el siglo XX se produjeron diversos intentos por parte de varios fabricantes, pero no ha sido hasta esta década que la movilidad eléctrica ha despegado de manera relevante.
Los vehículos eléctricos tienen una serie de elementos comunes que los diferencian de los propulsados con motor de combustión interna.
Cuentan con uno o varios motores de corriente alterna o continua asociado a un cargador que absorbe la electricidad desde la fuente de alimentación para poder cargar la batería. Dicha fuente de almacenaje suele ser de iones de litio y alimenta a todo el coche. Si el motor es de corriente alterna, esta irá conectada a un inversor.
Los transformadores son los encargados de convertir la corriente alterna proveniente de la red en continua, para así poder ser acumulada en las baterías.
Finalmente, los controladores comprueban el correcto funcionamiento desde el punto de vista de la eficiencia y la seguridad, además de regular la energía que recibe o recarga el motor.
Este tipo de vehículo, denominado Battery Electric Vehicle, se mueve únicamente gracias a la intervención de uno o varios motores eléctricos alimentados por una batería que puede recargarse directamente a través de la red.
Muchos de ellos incorporan un sistema de recuperación de energía cinética al almacenar la que no se utiliza durante el proceso de frenada o deceleración, momentos en los que el vehículo sigue rodando sin aprovechar dicha energía para impulsar el vehículo.
Esta modalidad no genera emisión alguna a la atmósfera, más allá de la necesaria para generar la electricidad de carga que proviene de la red.
Los vehículos de este tipo, denominados Fuel Cell Electric Vehicle, utilizan una pila de combustible de hidrógeno que no requiere energía de una batería, sino la procedente de una reacción química que se produce en su interior. El hidrógeno se oxida perdiendo electrones que son capturados para generar una corriente eléctrica que impulsa el motor.
Algunas variantes incluyen una batería que almacena energía generada por la pila, pero siempre será considerablemente más pequeña que la de los BEV y sólo en casos muy concretos como el del Mercedes GLC F-Cell puede ser enchufada a la red eléctrica.
Los Extended-range Electric Vehicles cuentan con dos tipos de motor: uno eléctrico y otro de combustión de gasolina. Es importante destacar que en ningún caso este segundo tipo es el encargado de mover las ruedas del coche, sino que funciona como generador eléctrico encargado de recargar la batería, que a su vez alimenta el motor eléctrico que sí mueve las ruedas.
Esta batería tiene la posibilidad de conectarse a la red para ser recargada y, cuando tiene suficiente carga, el motor de gasolina no interviene en el proceso y el vehículo no genera emisiones. Cuando la batería necesita recargarse, el motor de combustión interna se pone en marcha para encargarse de ello y que el motor eléctrico pueda funcionar.
Este tipo de vehículo eléctrico es tecnológicamente complejo, lo que hace que haya pocos modelos disponibles en el mercado.
En lo referente a los vehículos que deben ser conectados a la red eléctrica, hay tres tipos de recarga en función del conector.
El MODO 2 utilizan un enchufe doméstico y una caja de control en el cable. Sólo se permite una carga normal de hasta 3,7 Kw 16A.
El MODO 3 es un punto de carga dedicado, con control y protecciones en el mismo punto de carga, siendo posible la normal o semirrápida (hasta 32A 7,4 Kw).
Finalmente, el MODO 4 es de carga rápida en corriente continua de entre 32 y 125A, utilizando conectores específicos para ello.
La recarga se puede realizar en el domicilio mediante toma convencional o de mayor potencia y, según el lugar, podemos determinar dos tipos de carga: vinculada o de oportunidad.
La vinculada se realiza en un punto destinado a un vehículo en concreto y suele ser normal o semirrápida. La de oportunidad se realiza en puntos públicos de recarga y puede ser de los tres modos anteriormente descritos.
En el futuro es muy probable que se termine imponiendo la recarga por inducción, que no necesita cables y basta con estacionar el vehículo sobre un punto específico que carga el coche por inducción electromagnética.
También se comienza a estudiar la recarga en marcha, que consiste en crear redes de calles o carreteras concretas en las que las baterías se recargan mientras circulan los vehículos.
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