Del poder absoluto al ocaso, las claves de la agonía del clan que dominó la F1

Lo peor de las sorpresas es que siempre te pillan desprevenido. Esta frase, atribuida al músico John Lennon, es bastante más antigua y podría haber sido expresada por el propio Christian Horner en su charla de despedida ante el personal de la que ha sido su escudería durante veinte años.

Del poder absoluto al ocaso, las claves de la agonía del clan que dominó la F1
De izquierda a derecha, Christian Horner, Max Verstappen, Adrian Newey y Helmut Marko

12 min. lectura

Publicado: 10/07/2025 10:30

El marido de la Spice Girl Geri Halliwell ha sido enviado a la cola del paro de un plumazo y de forma inesperada, a pesar de que había señales recientes de cierta disensión en el entorno de la escudería de Milton Keynes. De poco le han servido títulos, victorias y triunfos pretéritos, y lo que podría haber sido una salida honrosa ha acabado siendo un rácano «buenas tardes y muchas gracias».

Una de las principales causas de su salida parecen ser las desavenencias con el clan de los Verstappen, liderado por Jos, hipervitaminado por el mánager Raymond Vermeulen —representante del piloto— y el eje de todo: el propio Max Verstappen. La armada holandesa de encargó de dejar bien claro que estaban negociando con otros equipos, con Mercedes, y eso fue lo que provocó movimientos posteriores. (Huelga decir que la jugada contaría con la aprobación de Toto Wolff, que estaría encantado de ver como se le cambia la cara a Horner)

El que sí puede aparecer en Red Bull, ojo, bien podría ser el francés que dirige hoy Ferrari

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Horner quedó muy tocado tras el jaleo aquel que tuvo con su secretaria. Lo peor no fueron las ocho horas a las que estuvo sometido a careos por parte de los inquisidores, que le preguntaron absolutamente de todo. Tampoco el follón que tuvo que encontrarse en su casa a la vuelta, cuando su mujer, de madre española, le estuvo esperando tras la puerta con el rodillo de amasar. Lo peor fue el escarnio público y el escándalo en los tabloides británicos, que son los que más daño hacen a la vida familiar y a una empresa de calibre planetario cuando hay un implicado en un caso como este.

Adrian Newey

A partir de aquel momento, Adrian Newey, con el que tenía una muy correcta relación, aunque no especialmente amigable, empezó a querer desentenderse de la que fue su casa durante casi dos décadas.

El ingeniero vio el jaleo que podía ser irse a Ferrari y su estilo italiano de hacer las cosas, y acabó tarifando hacia donde más le querían: el verde equipo de Aston Martin, donde puede hacer y deshacer a su antojo.

La fórmula de trabajo en Red Bull era sencilla: Horner daba las órdenes de gestión y dejaba en paz a Newey. El técnico es un poco un ermitaño, al que le gusta trabajar a su aire y sin tener que atender demasiado a las estipulaciones propias de una corporación. Eso es lo que entendió que no le iba a ocurrir en Ferrari, y lo que sí le iba a ocurrir en Aston Martin. Esa fue una de las claves de su cambio de aires, dineros aparte.

Los máximos impulsores del proyecto de Red Bull en sus inicios fueron Christian Horner, David Coulthard y el propio Newey, en un pacto de caballeros. Pero al final todo terminó saltando por los aires.

Adrian Newey quedó apartado del equipo de F1 en la primavera de 2024, coincidiendo con el agravamiento de los problemas deportivos de Red Bull.

Guerra austriaco-tailandesa

La causa que encendió la mecha no estuvo en Milton Keynes, sino en Salzburgo. Cuando Dietrich Mateschitz desapareció, comenzaron las guerras de poder entre el bando austríaco y el tailandés. En vida del publicista, los tailandeses aportaban lo suyo y el austríaco hacía y deshacía. Con su fallecimiento, los asiáticos —con un 51 % de las acciones— empezaron a meter mano en la gestión y arrancaron las hostilidades.

La voz anónima dijo que en fechas recientes la parte austríaca le dijo a la tailandesa: «OK, te quedas con el control, te quedas con Horner —que ya tienes de tu parte—, pero también te quedas con las facturas, y nosotros nos limitamos a ser un patrocinador. El equipo seguirá funcionando, pero todos los marrones financieros te los comes tú».

Una de las monedas de cambio para que el tema siguiera estando como está era la salida de Horner, posibilidad espoleada por un Max Verstappen. Se dice que, como medida de fuerza, dijo en una reunión que firmaría hasta al menos 2027, siempre y cuando el director británico quedase fuera de la ecuación. «O él, o yo, amigos».

Max Verstappen

Hasta donde se sabe, ese fue un ofrecimiento del holandés, pero se desconoce si ese planteamiento se ha firmado o no. A día de hoy, Verstappen sigue vistiendo de azul y no hay ninguna señal que indique que vaya a salir del equipo de forma inminente, pactada, contratada o prevista. En principio, todo seguirá así hasta que haya algún tipo de información oficial, que de momento no la hay.

Que Max Verstappen y Mercedes, con Toto Wolff de por medio, estuvieran negociando para cambiar de aires es cierto y está confirmado. Por norma general, este tipo de cosas no trascienden: se anuncia la contratación y a correr. Si lo hacen es para lograr un efecto concreto.

Uno puede haber sido forzar la situación vivida, una mayor remuneración en el equipo azul a cambio de la renovación, o mayor control a nivel interno. No lo sabemos, pero cuando se está negociando y se hace público, cuenta muchas más cosas que las de un simple acuerdo.

Los resultados deportivos

Uno de los grandes problemas que se achaca a Horner —que fue el impulsor de ocho títulos de pilotos y seis de constructores, y cuyo mérito ha de serle reconocido— es que, desde la salida de Newey, el equipo va haciendo aguas por todas partes.

Con la salida de gente importante como el propio Newey, un Checo Pérez que aportaba una buena cantidad en patrocinios, el diseñador Rob Marshall —ahora en McLaren—, el director deportivo durante 18 años Jonathan Wheatley —ahora en Sauber/Audi—. Hay muchos más, en una desbandada que recuerda a la de Ferrari tras 2005 y los cinco títulos consecutivos de Michael Schumacher.

Desde que Newey partió, el coche es ineficiente, es complejo de pilotar, el equipo tiende a fallar donde en otras épocas dominó, y a todo esto hay que sumar que el año que viene tendrán un patrocinador potente como Ford. Una fuente interna cuenta que el motor, si bien es cierto que estaba rindiendo regulinchi hace unos meses, ahora mismo tiene la potencia que esperan de él. Red Bull Powertrains no desconfía de sus capacidades y caballerías, pero les preocupa más la fiabilidad.

Es la primera vez que se hacen su propio motor, y eso va a llevar un cierto tiempo de maduración. Todos los que han hecho motores híbridos han tenido problemas en sus primeras temporadas, y estos, al igual que Audi, no tienen por qué ser especiales. En resumidas cuentas, en Milton Keynes se está gestando el que puede ser un ciclo de varios años sufrientes.

Ahora mismo, en Red Bull lo único que funciona son Honda y Max Verstappen.

¿Y ahora qué?

El dilema final es adónde va a ir a parar Christian Horner, un tipo al que los que le conocen tildan de ser una versión anglosajona de Flavio Briatore, más educado, pero de maneras afines, lo que le ha granjeado la enemistad de muchos en el paddock. Hay quien lo quiere ver en Aston Martin, adonde creemos que no va a ir, o en Ferrari, donde tampoco va a pisar. En Maranello tienen a Antonello Coletta —el responsable del equipo de resistencia— calentando por la banda por si Frédéric Vasseur no renueva al acabar este año.

Horner tiene fama de tío complicado en el paddock, y después de la denuncia por acoso se ha manchado las manos lo suficiente como para que no lo quieran en muchos sitios. Su destino no va a estar, en principio, en un equipo grande, y podría estar o fuera de la categoría, o en un equipo pequeño y necesitado.

El que sí puede aparecer en Red Bull, ojo, bien podría ser el francés que dirige hoy Ferrari. Nadie ha hablado de esta posibilidad y, sin embargo, es pensable tras la salida de Horner. Frédéric Vasseur no ha tenido suerte en Ferrari porque, básicamente, no le han dejado hacer prácticamente nada. Tiene todos los mimbres para triunfar, pero atado de pies y manos no se pueden hacer grandes cosas.

Sin embargo, el galo es muy apreciado por Helmut Marko, que está a punto de retirarse, y tiene magníficas relaciones con el directivo rojo. El plan pasaría por dejar a Laurent Mekies como director técnico —es un muy reputado ingeniero—, y Vasseur sería el ejecutivo, que además tiene un tremendo ojo para calar a los jóvenes pilotos, función que le toca a día de hoy a Helmut Marko y en la que está fallando desde hace unos cuantos años.

Puede que Horner tenga alguna dificultad para encontrar trabajo a su nivel, pero no sería de extrañar que la jugada bien pudiera terminar con Frédéric Vasseur vestido de azul. De esto es de lo que se habla estos días por ahí, y con vacaciones de por medio, en semanas sin carreras, se hablará aún más.

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