El coche eléctrico ayuda a luchar contra el cambio climático, pero tiene otros efectos negativos para tu salud
Siempre se ha dicho que los coches eléctricos son beneficiosos para la salud al eliminar por completo, al menos durante su uso, las emisiones contaminantes de CO2. Sin embargo, este último estudio sugiere que su impacto en la salud pública no es del todo positivo.

Los coches eléctricos alcanzaron en junio un auténtico récord en nuestro país: nunca se han vendido tantos en un mes en España, superando la barrera de las 10.000 unidades por primera vez. Es una señal de que, aunque el ritmo de adopción es lento, esta tecnología ha llegado para quedarse.
Durante estos años de expansión del vehículo eléctrico hemos escuchado siempre, de forma acertada, varios hechos: que estos coches son más respetuosos con el medio ambiente, ya que no lanzan emisiones contaminantes mientras circulan, y que el coste por uso es muy inferior en comparación con los vehículos de combustión.
Pero ojo, porque tampoco se deben dejar a un lado las emisiones producidas durante la fabricación de este, de las baterías o durante las cargas diarias, siempre que estas no se realicen con energías renovables. Las emisiones que producen los neumáticos y los frenos hay que tenerlas también en cuenta, ya que las partículas contaminantes que desprenden son nocivas para la salud del ser humano.

Ahora, un nuevo estudio realizado en Nueva Zelanda ha tomado otros factores en consideración para cuestionar los beneficios para la salud pública de los coches eléctricos. Sí, no hay duda de que contribuyen a combatir el cambio climático, pero hay más elementos en la ecuación a tener en cuenta.
El impacto de los coches eléctricos en la salud pública
El estudio del que hablamos, si bien reconoce lo que decíamos, que los coches eléctricos ayudan a mitigar el cambio climático y reducen la contaminación del aire, su impacto en la salud pública no es necesariamente positivo. Es más, califica su efecto de ir «de neutral a ligeramente negativo».
¿Las razones? Básicamente, el estudio nos dice que, al ser su uso más económico, los conductores van a utilizarlos más y eso va a tener varias repercusiones. Piénsalo así, si la gasolina estuviese mucho más barata que ahora, ¿usarías más el coche de combustión de tu garaje más veces o menos?

Eso es un poco lo que trata de explicar el efecto de los coches eléctricos y su uso potencialmente excesivo. Mientras que los coches eléctricos reducen ciertos daños a la salud, como los vistos antes por la ausencia de emisiones por el tubo de escape, también aumentan otros.
Por ejemplo, por su mayor peso: sabemos que estos vehículos son más pesados en comparación con sus equivalentes térmicos, lo que se puede traducir en un incremento de la contaminación no relacionada con las emisiones (partículas de neumáticos, de frenos…), así como en mayores lesiones o la gravedad de éstas en caso de accidente.
El estudio también sugiere que, debido a su coste por uso más reducido, los conductores realizaremos más trayectos a diario que solemos hacer a pie o en transporte público. Lo que en otra época se decía de ir a buscar el pan en el coche, ahora con el eléctrico como protagonista podría resurgir.

Posibles soluciones al problema
El estudio lanza varias conclusiones a esta problemática que, siendo sinceros, trata de explicar un panorama generalizado en el que la flota de vehículos de la sociedad pase a ser exclusivamente eléctrica. Proponen políticas «no demasiado atractivas» para que la gente no conduzca más, causando así problemas de salud y congestión del tráfico.
Los coches eléctricos, como decíamos antes, no son la solución única para descarbonizar el transporte: para los investigadores, estos no bastan por sí solos, sino que se necesitan reducir los desplazamientos por carretera en un 17 por ciento y triplicar el uso del transporte público si se quieren alcanzar los objetivos climáticos en 2050.
Para ello, el estudio sugiere un trabajo profundo para rediseñar las ciudades para que la sociedad pueda priorizar el uso del transporte público, la bicicleta o el ir a pie. También propone establecer una tasa de uso de la carretera: es decir, pagar un coste por kilómetro solo por subirse al coche.
Fuente: Newsroom.co.nz