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La montaña de chatarra más cara de la historia

  • Un raro prototipo Alpine de competición, medio Lamborghini Miura y varios y raros clásicos encabezan la subasta más inclasificable que hemos visto en mucho tiempo.
  • El propietario es un ex piloto de rallyes francés, Gérard Gompert, que durante años ha acumulado centenares de automóviles, motos, motores, piezas y objetos de memorabilia en su finca.
La montaña de chatarra más cara de la historia

8 min. lectura

Publicado: 21/12/2016 19:00

Un Alfa Romeo Montreal, vendido por 15.000 dólares.

Nota del redactor: A pesar de que otras colecciones descubiertas en el pasado, como la de la familia Baillon, eran considerablemente mayores, más caras e incluso se encontraban en peor estado. Entendemos que éstas disponían de un valor histórico y lo más importante, de mayor antigüedad que la que ocupa este artículo. Que en apenas unas pocas décadas se ha convertido en todo un cementerio de vehículos, muchos de ellos ya adquiridos y almacenados en pésimas condiciones.

En el mundo del automovilismo clásico podemos encontrar tantos tipos de colecciones como coleccionistas hay en el mundo y cualquier modelo tiene su comprador, por muy ilógico que sea. Estas máximas parecen haber tomado forma en la Colección Gérard Gompert. Porque las imágenes no se corresponden a un desguace o cementerio de vehículos al uso, sino al jardín de un ex piloto de rallyes francés, Gérard Gompert, “Le Gombe” para sus conocidos.

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Gompert, ya anciano, atesoraba en su propiedad del sur de Francia centenares de automóviles, motocicletas, motores, piezas de memorabilia e incluso un pequeño barco y cinco caravanas. Todo en el mismo desastroso, descuidado y ajado estado que reflejan las imágenes.

Colección que si bien nos sorprendía cuando teníamos constancia de ella el pasado mes de noviembre, al darse a conocer la subasta en la que era ofertada al completo, cuando tiempo después hemos comprobado los resultados de la misma simplemente nos hemos hemos quedado sin palabras. Puesto que a pesar de su calamitoso estado, se han vendido todos y cada uno de sus vehículos y artefactos. Y lo que es más impresionante, la chatarra de Gompert ha logrado recaudar cerca de 1.9 millones de euros en total.

Uno de los Lotus presentes en este especial jardín.

La cantidad total recaudada fue de 1.865.364 euros. Y aunque de esta saldrá una buena parte en impuestos y la propia comisión de la subasta, organizada por la casa francesa Osenat, podemos asumir que el propio Gompert recibirá una cifra que estará entre 1.0 y 1.5 millones por limpiar su jardín.

Su particular propiedad ya había sido objeto de algún que otro reportaje de publicaciones especializadas en el pasado, puesto que Gompert acumulaba docenas y docenas de vehículos, entre los cuales se encontraban algunas piezas bastante raras y llamativas. Aunque como el resto del jardín, todas estas piezas se encontraban en un estado que solo podemos definir como lamentable.

Descuidada y sin aprecio, su colección se ha visto superada por el óxido y la propia naturaleza, el único fin lógico a semejante despropósito. Afortunadamente, parece que tras esta subasta muchos de los raros y valiosos ejemplares que han estado ocultos tras los muros de esta finca podrán ser rescatados, y no eran pocos.

Un Lotus Eclat, uno de los que se encuentra en mejor estado aparente por 5.625 euros.

En esta montaña de chatarra podíamos encontrar no solo numerosos vehículos sin valor comercial o histórico alguno, sino algunas piezas muy curiosas, entre las cuales había incluso alguna muy rara. Aunque a priori la pieza más llamativa era el medio Lamborghini Miura que poseía Gombert, la sección trasera al completa de un Miura con su motor incluido, la estrella de la subasta resultó ser uno de los pocos vehículos que encontraron resguardo bajo techo en el jardín de Gompert, un prototipo Alpine A210 de competición.

Este logró alcanzar el mejor precio de la subasta, 872.800 euros a pesar de encontrarse en un estado realmente malo, necesitado urgentemente de una restauración completa. De número de bastidor 1725 es uno de los ocho únicos que Alpine fabricó con destino al campeonato de resistencia a finales de los años sesenta, participando en las 24 Horas de Le Mans en 3 ocasiones. Gombert se hizo con el en la década de los setenta y actualmente no dispone de su motor y transmisión originales completos.

Tras este, encontramos el medio Lamborghini Miura mencionado, y aunque la casa de subastas no describe como Gompert logró hacerse con el, sí que sugiere que puede ser reconstruido, aunque esto se nos antoja harto complicado. Es, o era un Miura S Series II, de los que se hicieron tan solo 140 ejemplares, y fue vendido por nada menos que 150.000 euros.

Uno de los numerosos Alpine destrozados que podíamos encontrar.

Otro de los vehículos que destacaron en la subasta fue un AC Bristol de 1958, en este caso una unidad que perteneció a la escritora francesa Françoise Sagan, cuyo gusto por los deportivos era bien conocido, que se hizo con el aquel mismo año. Gombert lo compró a principios de la década de los setenta, estando ya bastante modificado con respecto a como salía de fábrica en 1958.

A pesar de su mal estado, el Bristol lograba alcanzar los 150.000 euros en la subasta de Osenat. Siendo el tercer gran precio de los 291 lotes que componían la venta de la colección Gombert. Tras estos tres vehículos, pocos lograron alcanzar las 4 cifras, y menos llegaron a sobrepasar los 10.000 euros, aunque es comprensible, dado el mal estado general de todos los lotes.

La mayoría de los vehículos y objetos de la colección se vendieron por precios muy bajos. En muchos casos fueron vendidos en packs de varios vehículos a la vez, aunque no deja de sorprendernos como absolutamente todos encontraron comprador. No era de extrañar que los numerosos Alpine, Matra o Lotus presentes, e incluso las motos de marcas ya extintas se vendieran, pero entre todos los deportivos y clásicos también se encontraban multitud de vehículos comunes, cuyo valor histórico es nulo y su valor material realmente es muy escaso.

Uno de los BMW, tras el apenas se intuyen el desastroso jardín.

Esta subasta nos vuelve a demostrar una vez más, que todo tiene su comprador, siempre que el precio sea el adecuado.

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