Motor.es

Coches RarunosSebring-Vanguard CitiCar, el inesperado éxito del coche eléctrico

Con miles de unidades comercializadas, el curioso y estrafalario Sebring-Vanguard CitiCar tuvo el honor de ser el coche eléctrico más vendido y el de mayor producción en Estados Unidos ¿Cuál fue el secreto de su éxito? Conoce su peculiar historia en nuestra sección Coches Rarunos.

Sebring-Vanguard CitiCar, el inesperado éxito del coche eléctrico

9 min. lectura

Publicado: 27/06/2015 09:00

No nos engañemos, el Sebring-Vanguard CitiCar apenas parece un coche sino un simple carrito de golf con forma de cuña. Este vehículo eléctrico tenía un aspecto casi cómico pero, lo creas o no, fue todo un éxito porque se vendieron miles de unidades. De hecho, ha sido el coche eléctrico de mayor producción en la historia de Estados Unidos hasta que llegó Teslahace cuatro días.

Aunque tendemos a pensar que los coches eléctricos son cosa del presente y del futuro, lo cierto es que varias décadas atrás ya hubo algunos pioneros que lo intentaron, generalmente con poca fortuna. No es el caso del exitoso modelo protagonista hoy de nuestra sección Coches Rarunos, que nació en 1974 de la mano de Robert G. Beaumont.

Beaumont tenía un concesionario de automóviles Chrysler en el estado de Nueva York. Llevaba ya tiempo planteándose que el futuro eran los coches eléctricos, una idea que fue creciendo hasta que quiso llevarla a cabo. Vendió su concesionario y se puso a colaborar con una compañía que se dedicaba a transformar modelos de Renault en vehículos eléctricos.

Calcula ahora el precio de tu seguro de coche

¡Infórmate!

El diseño en forma de cuña hace fácilmente reconocible al CitiCar

Después se fue a Sebring, en el estado norteamericano de Florida, y allí estableció la compañía independiente Sebring-Vanguard decidido a ofrecer un automóvil sencillo, urbano y eléctrico: el CitiCar. Un diminuto vehículo de sólo 2,4 metros de longitud y dos plazas que no llegó con la intención de ser el único coche de la familia sino de servir sencillamente como transporte en los desplazamientos diarios.

La versión inicial empleaba seis baterías de ácido-plomo. El motor eléctrico que apenas desarrollaba 3,5 CV estaba montado directamente sobre el eje trasero, la transmisión y algunos componentes mecánicos procedían de un carrito de golf y las suspensiones carecían de amortiguadores. Casi todo estaba realizado en plástico o aluminio.

Si piensas que a pesar de su poca potencia podía moverse con cierta agilidad por ser un peso pluma… lo cierto es que no. El CitiCar rondaba los 600 kg en la báscula, que no es poca cosa para un coche tan pequeño. Las baterías eléctricas penalizaban mucho el peso del conjunto. Alcanzaba los 40 km/h de velocidad máxima.

El CitiCar tenía 2,4 metros de longitud (como referencia, un Smart Fortwo tiene 2,7 metros)

El habitáculo con espacio para dos ocupantes era espartano. Un velocímetro, un botón para ir hacia delante y otro para ir marcha atrás, interruptores para las luces y los intermitentes, un sistema de calefacción muy básico y el interruptor del limpiaparabrisas. El único lujo era la radio.

Las baterías situadas bajo el asiento podían recargase en apenas 8 horas en un enchufe doméstico de 110 voltios y tenían una autonomía de unos 65 kilómetros. En una versión posterior se añadieron dos baterías extra, aumentado la potencia a 6 CV. La velocidad máxima dependía de muchos factores, pudiendo alcanzar los 80 km/h en los mejores casos. También se introdujo una amortiguación para ganar en comodidad.

A pesar de que estas características básicas pudieran parecer escasamente atractivas, el coche fue todo un boom inesperado. El Sebring-Vanguard CitiCar estuvo a la venta desde 1974 hasta 1977, comercializándose nada menos que 2.300 unidades aproximadamente.

Interior austero con lo mínimo indispensable

En 1976 Sebring-Vanguard era el 6º fabricante más importante de EEUU tras GM, Ford, Chrysler, AMC y Checker

¿Por qué triunfó un coche como el CitiCar? Sencillamente porque era la respuesta adecuada en el momento adecuado. La Crisis del Petróleo de los años 70 fue el caldo de cultivo ideal para que un coche eléctrico permitiera olvidarse de los altísimos precios de la gasolina que asfixiaba la economía de Estados Unidos.

Muchas familias vieron en el pequeño CitiCar la solución que les permitía realizar sus desplazamientos diarios sin gasto de combustible mientras su flamante coche de gasolina se mantenía en el garaje con el depósito lleno durante más tiempo. La crisis también sirvió de germen para que hubiera una mayor conciencia ambiental, la necesidad de aprovechar con sentido los recursos naturales y, en definitiva, el cuidado del medio ambiente.

Las cosas empezaron muy bien para Sebring-Vanguard, el coche fue un éxito… al principio. Las cosas empezaron a torcerse en 1975, cuando la popular revista Consumer Reports publicó un artículo demoledor sobre el CitiCar tras probarlo. El magazine criticaba la escasa seguridad que ofrecía, llegando a señalar que conducirlo era “una temeridad”.

Proceso de fabricación del CitiCar

Tras esta publicación las ventas comenzaron a descender y la compañía tuvo que cerrar en 1977 a pesar de que se intentó reconducir la idea original como un vehículo comercial. Pero ahí no acabó la historia de este coche eléctrico, ni mucho menos. En 1979 la compañía Commuter Vehicles compró los derechos y fabricó el CitiCar bajo el nombre de Comuta-Car hasta 1982.

El Comuta-Car mantenía el motor de 6 CV y el peculiar diseño anguloso del modelo original, pero aumentó su longitud 41 cm al añadir unos grandes paragolpes para mejorar la seguridad. Las baterías se emplazaban entre la carrocería y el paragolpes trasero. También recibió algunas modificaciones menores como un elevalunas de accionamiento manual, asientos más cómodos y un sistema de calefacción más efectivo.

Commuter Vehicles también tomo el relevo de la versión comercial, a la que llamó Comuta-Van. De ahí se derivó al Postal Comuta-Van, nombre que proviene de la idea de ser un automóvil para el servicio postal estadounidense. Quizá sea una de las furgonetas de reparto más curiosas que haya existido aunque se fabricaron muy pocas unidades.

El Postal Comuta-Van tampoco era demasiado atractivo, pero sí más práctico

Con el Postal Comuta-Van la longitud del coche se aumentó hasta los 3,6 metros y utilizaba un motor de 12 CV. Para ganar en practicidad su diseño añadía una portezuela en el frontal que daba acceso a un pequeño compartimento, una puerta en la trasera para facilitar la carga y puertas deslizantes en los laterales.

En los años 80 la crisis el petróleo pasó y los coches debían mejorar más su seguridad para ser homologados, lo que terminó definitivamente con el que fue el coche eléctrico más vendido hasta la llegada del Nissan Leaf y el de mayor producción en Estados Unidos hasta que el Tesla Model S empezó a fabricarse en la factoría de Fremont (California) en 2012. Entre los coches de Sebring-Vanguard y los de Commuter Vehicles se lograron fabricar más de 4.400 unidades.

Compártela en:

Pixel