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¿Y si no se limita a la competencia de los taxis? El caso de Nueva York

Una de las ciudades más importantes del mundo anticipa lo que puede ocurrir en España si no se mete mano al sector del taxi y de los VTC. Ni la ciudad más grande tiene negocio para todos los conductores, los límites deben existir.

6 min. lectura

Publicado: 09/08/2018 21:00

Taxista de Nueva York - Fotografía: Jim Pennucci (Flickr) CC BY

Normalmente el mundo legal va a rebufo de las transformaciones sociales, cuando no las originan en sentido contrario. Con la llegada de las aplicaciones móviles se ha creado un mundo de posibilidades para todo tipo de empresas que han roto las distancias entre oferentes y demandantes. Las leyes han llegado después, o no han llegado.

Uber fue una empresa que decidió meterse a hacer la competencia a los taxistas de San Francisco poniendo en contacto a viajeros con conductores particulares que, para sacarse un ingreso extra, llevarían personas de un lado a otro. El ecosistema legal americano, poco dado a regular las cosas, lo favoreció. Luego se apuntaron chóferes profesionales en distintos segmentos de precio.

Al otro lado del país, en Nueva York, los taxistas llevaban años sin competencia, mediante un sistema de licencias administrativas impuesto en 1937 que impide que entren más competidores y que haya un número limitado de licenciatarios. En los últimos años las licencias, denominadas Medallion, han superado el millón de dólares, pero ahora valen muchísimo menos. Ya no es un valor refugio.

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Cuando Uber llegó a Nueva York, las cosas cambiaron. De repente, los taxistas tenían competencia, y no eran los equivalentes tradicionales a los VTC, coches de alquiler con conductor que solían llevar limusinas. Los clientes empezaron a pasarse a la alternativa: coches más limpios, conductores con mejores modales, sin rodeos, tarifas justas, pago con tarjeta...

Los medallions garantizaban un negocio para años, si hay algo que no faltaba en Nueva York eran clientes

En el momento presente, los taxistas neoyorkinos tienen una competencia bestial de Uber, Lyft, Via y Juno. Uber ya tiene más empleados (en realidad "contratistas") en Nueva York que el segundo mayor empleador, JP Morgan Chase. Los residentes de la ciudad ya no tienen por qué elegir entre 13.000 taxis, sino entre 100.000 coches de distintas empresas, todos con una licencia TLC expedida por la NYC Taxi & Limousine Commission.

Aunque los medallions de los taxistas han perdido entre 800.000 y 900.000 dólares de valor, eso no quita que haya que pagar los enormes préstamos que implican esas cantidades. En los últimos meses se han suicidado seis taxistas y chóferes, presuntamente por no poder hacer frente a sus gastos. No llegan.

Nissan NV200, el taxi oficial de Nueva York desde 2015

Según El Mundo, los ingresos de un yellow cab han caído de unos 88.000 dólares de media al año a 69.000 entre 2013 y 2016. Dicho de otra manera, ni ganando una media de 5.750 dólares al mes les llega para pagar el coche, impuestos, manutención, préstamo de la licencia, inspecciones rutinarias, etc.

La ciudad de Nueva York ha decidido no emitir más licencias TLC durante un año para contener el crecimiento del sector. No parece haber clientes suficientes para tanto coche, y también se ha establecido un salario mínimo para los chóferes. En San Francisco desde luego Uber ha dado un golpe brutal a los taxistas.

En nuestro país, los taxistas no quieren que algo similar ocurra, por eso presionan a la Administración para que el ratio 1/30 (un VTC cada 30 taxis) se cumpla a nivel local, ya que a nivel nacional está roto de facto. Desde ese punto de vista, sus reivindicaciones son legítimas. La protesta está pospuesta hasta septiembre.

Compraventa de licencias en un conocido portal de compraventa en Internet

De la misma forma que se limita de forma administrativa cuántos taxistas puede haber, tiene sentido que se limite también el número de VTC cumpliendo servicio en una zona concreta. A partir de cierto número no supone ninguna ventaja para el cliente, solo más coches estorbando en el tráfico ya de por sí saturado.

En España los taxistas pueden ganar entre 2.000 y 3.000 euros. Si con esos ingresos no les da para vivir con dignidad, mal asunto. Una licencia en Madrid puede costar fácilmente más de 100.000 euros, incluso 150.000 (más han llegado a costar), y para pagar esas cantidades hacen falta dos hipotecas, una para vivir, otra para la licencia.

Cuando un taxista traspasa una licencia a otro nuevo, el nuevo la paga la jubilación al veterano, o un buen retiro

La CNMC ya se pronunció a este respecto, de no ser por la hinchazón de las licencias, las carreras se podrían abaratar un 12,3%. Ojo, las tarifas están reguladas por los ayuntamientos, pero en la negociación para cambiarlas están los taxistas. De la misma forma que se ponen licencias urbanas para los VTC, se podría abordar el debate de si las licencias de taxi deben ser intransferibles, que se concedan por sorteo o que solamente puedan heredarse entre parientes. A ver quién es el guapo que abre semejante caja de Pandora.

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