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Termostato del líquido refrigerante: qué es y qué averías puede ocasionar

La temperatura del motor es un elemento clave para el buen funcionamiento del mismo, así como para mantenerlo en buen estado durante más tiempo. En todo ello el termostato del líquido refrigerante es importante, tanto por su función como por la gravedad de un potencial fallo.

Termostato del líquido refrigerante: qué es y qué averías puede ocasionar
Así es un termostato de líquido refrigerante.

7 min. lectura

Publicado: 13/10/2020 19:09

Actualizado: 13/10/2020 19:30

El termostato del líquido refrigerante se encarga de medir la temperatura a la que circula este importante fluido, que tiene como misión mantener el motor a salvo de sobrecalentamientos que puedan dañar el radiador o la junta de la culata, entre otros elementos.

Y es que el proceso de funcionamiento de un motor de combustión genera una temperatura muy elevada, ya que en su interior se producen numerosos procesos térmicos y mecánicos. Por un lado, la propia combustión de la mezcla de aire y combustible en los cilindros propicia una explosión, a la que se le suma la propia fricción de los pistones en el interior de los cilindros a través de los segmentos.

El termostato del líquido refrigerante es el encargado de regular la temperatura del motor

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De igual modo, tanto el cigüeñal, como el árbol de levas, las bielas, las válvulas de admisión y escape, la cadena o correa de distribución… en definitiva, multitud de elementos móviles, generan energía que aumenta la temperatura del motor.

Pero esa temperatura debe ser controlada para que no se produzcan averías o fallos terminales, y el termostato del líquido refrigerante es el encargado de regular la misma en colaboración con el radiador, la bomba del líquido refrigerante, los manguitos, los electroventiladores, los sensores de temperatura y los termocontactos.

Cómo funciona el termostato

El termostato del líquido refrigerante mide la temperatura de dicho fluido y funciona como una válvula que se abre y se cierra en función de las necesidades. Cuando arrancamos el motor, este comienza a funcionar y va ganando temperatura progresivamente. Cuando llega a su cifra ideal, generalmente 90 ºC, el termostato se abre para dejar circular el líquido refrigerante en dirección al radiador, que junto con el resto de elementos se encarga de mantener constante dicha temperatura.

Esto es importante, pues el motor no podrá funcionar a pleno rendimiento si la temperatura es mayor o menor de esos 90 ºC. Generalmente, cada termostato tiene programada una temperatura de apertura y otra de cierre, por debajo de la cual cierra el tránsito de refrigerante hacia el radiador.

Avería en el termostato

Como sucede con el resto de componentes de un motor, el termostato del líquido refrigerante no es infalible y puede fallar. Lo más normal es que la avería propicie que el termostato se quede permanentemente abierto o al contrario, cerrado, lo que influye negativamente en el motor del vehículo.

En el cuadro de mandos de muchos vehículos encontramos el indicador de temperatura del líquido refrigerante.

El termostato se queda abierto

En este caso, notaremos lo siguiente:

  • El motor trabaja a baja temperatura: notamos que el indicador de la temperatura del motor no sube de unos 60 ºC, permitiendo la circulación constante del líquido refrigerante por el sistema y el radiador, y propiciando que no sea posible alcanzar las condiciones óptimas de trabajo.
  • La calefacción no expulsa aire caliente: el sistema de calefacción utiliza el calor producido por el motor a través del calentador, que lo acumula para posteriormente expulsarlo al interior del habitáculo. Si el motor no se calienta lo suficiente, la calefacción tampoco lo hará.
  • Aumento del consumo de combustible: al trabajar el motor por debajo de su temperatura óptima, el combustible se condensa alrededor de los cilindros y no se quema adecuadamente, haciendo necesaria más cantidad del mismo para que el rendimiento del motor sea el adecuado.

El termostato se queda cerrado

Si este es el problema, notaremos los siguientes síntomas:

  • Sobrecalentamiento del motor: no circula suficiente líquido refrigerante por el circuito, haciendo imposible el control de la temperatura, que se dispara. Ello es potencialmente mortal para el motor, pudiendo ocasionar graves daños en la junta de la culata y otros elementos. Si el bloque es de aluminio, algo cada vez más habitual, la cabeza del mismo podría incluso deformarse por el calor.
  • Variaciones de temperatura: esto suele suceder por un funcionamiento errático del termostato, que no permite una circulación constante del líquido refrigerante.
  • Líquido refrigerante en el colector: imperfecciones en el termostato pueden ocasionar fugas en la junta del mismo que sella el espacio entre este y el colector del motor, propiciando que el fluido escape hacia este.

Para evitar en la medida de lo posible estos problemas, lo mejor es realizar el mantenimiento según las recomendaciones del fabricante, utilizar líquidos refrigerantes anticongelantes de buena calidad y no echar agua al depósito bajo ningún concepto, ya que acelera la corrosión y no cumple con la función de refrigeración con la misma eficiencia que los líquidos específicamente creados para ello.

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