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Bruce Leeclerc

Bruce Lee iba para profe de filosofía en Seattle y acabó liándose a mamporros con Chuck Norris en Italia. Por el camino hizo de camarero, estudió arte dramático, fue campeón de Cha Cha Cha y montó una academia en la que enseñó artes marciales a pilotos de carreras como Steve McQueen o James Garner. La eclosión llegó con la película “Kárate a muerte en Bangkok”.

13 min. lectura

Publicado: 23/11/2018 16:30

En la actual Fórmula 1, y tras pasos previos contundentes y bien conocidos, parece estar ocurriendo una eclosión similar con un tipo muy concreto y que está llamado a ser una estrella en breve si es que no lo es ya: Charles Leclerc. El monegasco aterrizará en Ferrari el año próximo y llega en un escenario muy similar al que se encontró Lewis Hamilton en 2007. El británico desembarcó en un equipo puntero tras derribar por KO técnico a la concurrencia en la GP2, con todos los mimbres para ser campeón, en compañía de un bicoronado Fernando Alonso, y en teoría con la etiqueta de segundón. Cuenta la leyenda que ALO no quiso imponer cláusulas de prioridad dentro del equipo en la confianza de que el novato nunca le alcanzase, cosa que al final sí que ocurrió, y hasta le superó en ciertos momentos de la temporada.

Leclerc va a pisar Maranello tras un año que empezó bien y está acabando más bien mal; en Ferrari tienen necesidades, problemas de conciencia y un primer espada muy discutido del que parece que están perdiendo la confianza, y está siendo apaleado por la prensa transalpina. En los mentideros prensaroseros se dice que Sebastian Vettel anda a las malas con la madre de sus hijas, que el divorcio está cercano y que ésta es la clave de su pinchazo piloteril. Su rendimiento ha sido este año fallón, ha estado repleto de errores que han dinamitado una temporada que arrancó con dos prometedoras victorias consecutivas, y todo a pesar de tener un coche que fue el mejor en la primera mitad de la temporada. Si a esto sumamos el tradicional bache que padece la Scuderia cuando se acerca la canícula, pues ya tenemos un fin de fiesta previsible.

Lo que no ha sido tan previsible ha sido el déficit de rendimiento de Vettel. La medida está en que este año Kimi Raikkonen, para muchos alguien que debería estar ya fuera de la F1 por edad y trayectoria, jamás había estado tan cerca de su compañero en la tabla de puntos desde que retornó tras su paso por Lotus. De forma paralela se hace visible que, sobre todo gracias a la inyección de pastuqui que trajo el desaparecido Sergio Marchionne hace unos años, Ferrari ha dado un salto cuántico hasta el punto de igualar o incluso superar a la onmipotente Mercedes en periodos reseñables. Si este año se les ha escapado el título de pilotos fue a falta de una prueba cuando perdieron el de constructores. Esto refleja el avance rojo basado en fichajes técnicos importantes, fuertes inversiones, un túnel de viento nuevo que arroja frutos y una retahíla de pequeñas cosas que les hacen acreedores a poder dar el bocado grande en 2019, o al menos están un poco más cerca de esto ocurra y que bien podría haber ocurrido esta misma temporada.

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Lo grande y lo pequeño se mezcla en la gente llamada a liderar el mundo y Bruce Lee era uno de esos. Nacido en EEUU su familia le llevó de crío a Asia, pero sabía que su futuro se escribiría en el país que le viera nacer, por eso con apenas 18 años se metió en un barco con 100 dólares en el bolsillo para irse a vivir a San Francisco. Grande tuvo que ser el dolor, muy grande, cuando un mal día se puso a levantar pesas sin calentar y se hizo una lesión en la espalda que le tuvo seis meses boca arriba en una cama. No fueron seis meses los que tardó Leclerc en saltar a las pistas cuando el dolor de la muerte de su padre le atenazó el cuello, sino apenas tres días. La frase que salió de su boca fue “tengo que ganar este domingo, y luego enterraré a mi padre”, y no sólo hizo eso en Baku 2017 la misma semana del fallecimiento de su progenitor, sino que logró la pole e hizo la vuelta rápida en carrera. Y es que pocas cosas hacen crecer tanto como la adversidad.

De adversidades saben mucho en Ferrari y es pauta reconocible que para eludirlas se concentren en un piloto, por norma general un campeón comprado a golpe de talonario que suele tener a su lado un segundo espada no tan brillante, pero que pudiera ser campeón si les fallase el artista. Tras cuatro años infructuosos y sin la contundencia requerida, Sebas Vettel pierde credibilidad dentro de Maranello y Leclerc tiene aún que certificar muchas cosas que se le atribuyen sin que ni siquiera haya pisado un podio. De esta manera la hoja de ruta encarnada choca contra sí misma y tiene que redefinirse. Frigodedo no va a querer ceder el turno de líder y el monegasco tampoco puede llegar exigiendo en un equipo necesitado, que ha crecido y cuyo mecano anda encajándose para que si este año han dejado escapar algo que tenían a la mano, en la temporada venidera no se les escurra de entre los dedos.

Leclerc es la antítesis del divo. Si le diriges la palabra siempre responde, su gesto es adusto sin ser serio, pero resulta amable en las formas y transmite una sensación de que parece estar en otra parte. No, sus ojos no son los de un pirado, sino que parece que su mente va un paso por delante y sospechas que está maquinando algo que no imaginas. Este año llegó a Sauber de la mano de Ferrari y recolorizó un equipo que el año pasado cerraba tablas. Si el equipo ha mejorado, el protagonista claro ha sido Charles tras puntuar en nueve carreras y convertirse en un visitante habitual de la Q3. Hubieran sido muchas más de no haber abandonado en seis ocasiones, y para ver semejantes resultados por parte de los voluntariosos suizos hay que retrotraerse a la temporada 2013 en la que Hulk logró un resultado similar, con diez visitas a la zona de puntos al acabar el año. La inyección financiera por parte de Alfa Romeo, el uso de motores de última generación y el acierto general en un diseño muy poco analizado por los expertos han llevado al equipo a saltar dos puestos en la tabla con respecto a lo visto el año pasado, así que los logros no sólo son del piloto (que también) sino también de la escudería de Hinwil.

Leclerc podría ‘hacerse un Hamilton’ como vimos en McLaren en 2007

La pregunta del millón en este viaje por parte del corredor es si heredará el trono de un Vettel cuyas acciones cotizan a la baja, si éste lo permitirá políticamente dentro de la Scuderia, si podría dominar dentro de una situación muy en entredicho, si Leclerc podría ‘hacerse un Hamilton’ como vimos en McLaren en 2007, o si Ferrari fallase podría ocurrirle lo mismo que a Stoffel Vandoorne. El belga llegó con exactamente la misma etiqueta a Woking y de allí poco menos que lo han echado a patadas, con buenas palabras, eso sí. En la doctrina italiana no hay mucho espacio para el aprendizaje y Leclerc aún está corriendo su temporada de rookie, así que va a tener que hacerlo todo muy deprisa, mucho. Adaptarse a un lugar complejo, dominar a su socio, ganarse la confianza de su banda e imponer su valía sin pisar los callos ajenos.

Visto lo visto tras los cuatro años Vettelianos en Ferrari, todo indica que el llamado a reemplazar al Kaiser, su figura, no es tanto Sebastian ya tuvo su oportunidad sino Leclerc y esta es la esperanza de Maranello, de ahí su ahínco y fuerte apuesta por alguien que a día de hoy es un novato.

Durante el rodaje de la película “Kárate a muerte en Bangkok” Bruce Lee se torció un tobillo, pilló la gripe, el plató sufrió una invasión de cucarachas, la alimentación fue tan mala que los actores perdieron peso y les tuvieron que dar vitaminas, y el director fue despedido con la peli a medias. El kárate a muerte en Sauber de Leclerc ya ha pasado y por suerte no fue como el de Lee. Si aquella primera cinta estelar fue lo más complicado, la supernova estalló con “Operación dragón”, justo el animal mitológico que llevaba pintado Michael Schumacher en su casco cuando se despidió de los circuitos. En la mítica escena del Coliseo de Roma en “El regreso del dragón” Bruce Lee se lía a mamporros con el imbatible Chuck Norris al que deja seco.

La cuestión es qué papel le tocará interpretar a Leclerc, si el de Bruce Lee, o el de Chuck Norris; si saldrá con un Oscar bajo el brazo tras matar a su dragón personal, o como el Sheriff de Texas, descalabrado. Si buscas la mirada de Leclerc, seguramente mire hacia fuera de la escena, como buscando algo, y es muy posible que en su mente resuene esto “vacía tu mente, sin forma, moldeable como el agua. Si pones agua en un vaso, se convierte en el vaso. Si pones agua en una botella, se convierte en la botella. Lo pones en una tetera, se convierte en la tetera. Ahora el agua puede fluir o puede chocar. Sé agua, amigo mío".

Fotos: Sauber F1 Team

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