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Ferrari, tres errores a evitar para ganar el Mundial

La Scuderia Ferrari, para sorpresa de gran parte del paddock y de los aficionados, ha comenzado el campeonato del mundo de Fórmula 1 de 2022 de forma magnífica, activando las esperanzas de que los títulos mundiales vuelvan a Maranello tras mucho tiempo.

Ferrari, tres errores a evitar para ganar el Mundial
Ferrari ha comenzado 2022 en lo más alto, ¿conseguirá mantenerse ahí todo el año?

16 min. lectura

Publicado: 11/04/2022 17:30

Y es que, en particular, el comienzo de mundial de Charles Leclerc sólo puede calificarse de espectacular. No es perfecto porque le falta una pole y una victoria, ambas perdidas en Arabia Saudi, pero por lo demás, lo ha conseguido todo: dos victorias y un segundo puesto, dos poles y las tres vueltas rápidas en las tres carreras disputadas, lo que le lanza a un firme liderato del mundial en este inicio de temporada. No en vano, ahora mismo aventaja en 34 puntos al segundo clasificado, lo que le da ya una carrera de ventaja. A su vez, Ferrari se acerca al punto de casi doblar en guarismos al segundo clasificado en constructores.

Inicios de año así no son comunes en Maranello. Tampoco que un cambio normativo les siente tan bien. Sin duda el F1-75 es un monoplaza que ha dado con la clave de esta nueva reglamentación, además de contar con una unidad de potencia que no sólo destila superioridad en rendimiento, sino también una buena dosis de fiabilidad. Esa conjunción, unido a un irregular inicio de sus rivales, le da a la Scuderia la supremacía inicial en este campeonato. Incluso se podría decir que una notable superioridad, gracias a la fiabilidad. Porque los Red Bull están muy parejos en rendimiento puro, pero su unidad de potencia les está lastrando en este comienzo, especialmente al actual campeón del mundo, un Max Verstappen que ya acumula dos abandonos en carrera.

La confianza de Leclerc le está llevando a jugar incluso con la moral de Max Verstappen, como se vio en Bahréin y Arabia Saudi

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Así pues, con estos mimbres, en la sede de la Gestione Sportiva empieza a vislumbrarse con mucha seriedad la posibilidad de vencer este campeonato del mundo. Un mundial, sin embargo, que es muy largo –sólo llevamos 3 de 22 Grandes Premios, quizás 23-, y en el que Ferrari va a necesitar seguir encajando perfectamente todas las piezas en cada fin de semana para mantenerse en esta posición. ¿Qué errores podría cometer que le llevasen al fracaso? Podemos señalar tres elementos clave para que el año de Ferrari acabe siendo tan dulce como ha comenzado.

Serenidad en el equipo

Decíamos que estos inicios de temporada no son corrientes en Maranello. Así, por poner algunos ejemplos, en 1976 Niki Lauda comenzó también con dos victorias y un segundo puesto. Iba lanzado al título, pero el accidente en Nürburgring acabó por ser clave en la derrota. Hay que avanzar hasta la era dorada de la Scuderia, años 2000, 2001, 2002 y 2004, para encontrar inicios tan o más sólidos. También Kimi Räikkönen en 2007 –una victoria y dos terceros- o Sebastian Vettel en 2017 –idéntico a Leclerc este año-, comenzaron con buen pie sus temporadas, pero con distinto resultado para cada uno.

Por lo tanto, si vemos qué años son similares a este inicio, nos encontramos con la época en que la Scuderia Ferrari fue un núcleo impermeable en el que el objetivo primordial siempre estuvo presente: la victoria. En esos años con Todt, Schumacher y Brawn al mando, el equipo fue lo más importante. Trabajo y calma en las decisiones, buen ambiente interno y también una clara jerarquía entre los pilotos. Esta jerarquía, si no en los contratos, se establecía rápidamente en pista con los resultados.

En 2021, el ambiente en el seno del equipo fue relajado, de auténtico compañerismo entre los pilotos. Es cierto que no se jugaban ni siquiera ganar carreras, lo cual siempre lubrica mejor las relaciones internas, pero eso permitió tener la confianza y la calma para trabajar en una sola dirección: el coche de este año. Y ha dado resultado. Ahora, el F1-75 está permitiendo a Leclerc y a Sainz luchar por las victorias. Eso podría dar lugar a fricciones internas entre los pilotos, si la balanza empieza a decantarse hacia un lado del box.

Cuando Carlos Sainz fichó por Ferrari, quien escribe estas líneas determinó que tenía tres trabajos: superar a Leclerc, lidiar con la política interna y ganarse al equipo y, por último, lograr ser un referente en el plano técnico. El madrileño logró las tres cosas el año pasado. Empezó con el pie cambiado, pero como es naturaleza en Sainz, fue creciendo con calma para lograr –con ciertas situaciones favorables mediante- doblegar a Leclerc en su primer año en Ferrari. Eso tiene mucho mérito. Pero también logró ser apreciado en el seno del equipo por su espíritu trabajador, su compañerismo y su buen hacer en pista. Y sumó unas indicaciones técnicas que los ingenieros de Maranello definen como precisas y acertadas.

Pero al comenzar el 2022, el madrileño se está encontrando con un Leclerc absolutamente intocable –en Australia logró su primer Grand Chelem-. La confianza del monegasco le está llevando a jugar incluso con la moral de Max Verstappen, como se vio en Bahréin y Arabia Saudi, y también en cómo se defendió tras uno de los coches de seguridad en Australia. Charles ha cogido el punto dulce al F1-75 desde los primeros metros. Lo estrangula, lo exprime y lo lleva a una esfera de rendimiento a la que Carlos Sainz todavía no ha accedido. Llegará, y sus dos podios demuestran que el español está muy cerca. Pero la debacle de Australia pudo haber sido demoledora.

Tuvo dos golpes de mala suerte. La bandera roja en clasificación trastocó todo su programa. El coche le falló luego en la salida. Y finalmente, cometió un error de pilotaje que le hizo sumar un cero a su casillero. El año sigue siendo largo y hay que esperar. Si algo define al madrileño es la regularidad y la obtención de resultados. Su abandono es casi anecdótico. Y Leclerc tendrá que fallar en algún momento –temporadas como la de Michael Schumacher en 2002, siempre en el podio, es única-. Pero Carlos Sainz no puede fallar más en las próximas carreras, y debe empezar a doblegar a Charles Leclerc de inmediato. Mattia Binotto sigue sosteniendo todavía que ambos son libres para luchar, pero si la superioridad de rendimiento sigue en el lado del piloto monegasco, pronto Ferrari tomará una decisión que priorice a un piloto sobre otro. Por el bien del equipo y del tan deseado resultado global.

Desarrollo

El segundo punto fundamental va a ser la evolución del monoplaza. Insistimos: el F1-75 ha nacido no sólo bien, sino como el mejor de toda la parrilla. Pese a padecer, como Mercedes, del tan molesto balanceo, han sabido minimizarlo con bastante prontitud. El monoplaza es rápido, tiene carga aerodinámica notable y una gestión de neumáticos exquisita. Y encima, un motor que se postula ahora mismo como el mejor de la parrilla. Esto último se aprecia en los nulos problemas de fiabilidad desde la pretemporada, mientras otros han padecido en ese aspecto tan clave en las carreras. Y especialmente, como decíamos, Red Bull.

Así pues, la Scuderia ha sabido crear una joya. Pero ahora debe hacer que siga siéndolo. El Red Bull es un muy buen coche de base, al que sólo está minando su unidad de potencia, mientras que el Mercedes padece más problemas, aunque ninguno parece insalvable. Son dos equipos de una solvencia técnica que nadie debería poner en duda, tal y como llevan demostrando muchas temporadas. Siempre crecen durante el año, eso es algo probado reiteradamente. Y ese es el peligro para Ferrari.

Fernando Alonso sufrió de manera muy dolorosa la incapacidad de Ferrari para evolucionar satisfactoriamente durante la temporada. ¿Ha sabido mejorar eso Ferrari?

La Scuderia no se ha caracterizado en los últimos años por saber mejorar el monoplaza que tenía en sus manos. No vamos a remontarnos a la época de Fernando Alonso, que también fue sangrante en ese aspecto. Basta con ir a 2017, que veíamos que era un buen inicio de temporada, o a 2018, años en los que Sebastian Vettel tuvo un monoplaza que había sido bien concebido. Puntualmente, y según en qué circuitos, algo mejor que el Mercedes. Pero el coche no tuvo evoluciones especialmente acertadas, mientras Mercedes mejoraba con rotundidad su creación. Se unieron otras cosas para que aquellos mundiales no se resolvieran como prometían al inicio, pero el plano técnico fue uno de los principales.

La Scuderia parecía sin rumbo en ese aspecto. Muchas veces había que volver a versiones anteriores del monoplaza, que no había dejado de ser competitivo, pero que quedaba superado por el rival. Este problema es algo que la Ferrari de 2022 debe evitar sobre todas las cosas. En un año en el que el límite presupuestario asfixia la posibilidad de crear sin confines, acertar con las piezas evolucionadas va a ser mucho más clave. Para todos, por supuesto. Pero los antecedentes en Maranello son los que producen más dudas.

De modo que ahora que llega la temporada europea, donde más facilidad por logística hay para introducir novedades, la Scuderia necesita que los talentos que han sabido crear este Ferrari, trabajen con calma y se aseguren de que cada nuevo elemento es realmente una mejora. Y que lo hagan a la vez rápido, porque sus rivales no van a querer estar mucho más tiempo viendo la parte trasera del monoplaza de Maranello.

Política

Es un tópico manido cuando se habla de la Scuderia Ferrari, pero no es ninguna mentira. La maraña política y de poder que envuelve cada rincón de Maranello, de Turín, o de donde quiera que esté el cetro de mando de la marca más famosa del mundo del automóvil, es temible. La victoria suele tener muchos padres en todos los lados, pero en Italia más todavía. La derrota, sin embargo, hace que las cabezas visibles sean masacradas sin piedad.

Ahora mismo, Ferrari es un remanso de cierta paz. La satisfacción de las victorias amansa las revueltas y los puñales, pero también los va afilando para el momento ideal en el que el ‘Bruto’ de turno apuñale también a ‘Julio César’. No nos vayamos, por ejemplo, a aquél 1990 en el que el Ferrari era un buen coche y Cesare Fiorio, en vez de centrarse en el equipo, en vez de escuchar a Alain Prost, divagó en su ambición de contratar a Ayrton Senna y dinamitó el seno de la Scuderia. Bueno, lo dinamitaron todos, para ser exactos.

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Vayamos a 2017 y 2018, de nuevo. Años prometedores. Años en los que Maurizio Arrivabene parecía guiar con mano firme la Scuderia, que estaba creciendo. Sin embargo, el actual director deportivo, Mattia Binotto, inició sus maniobras entre bambalinas. La victoria calmaba, pero el cuchillo se afilaba. Y asestó el golpe definitivo a partir de mediados de 2018: muerte de Sergio Marchionne, errores de Vettel, descontrol en el equipo. Al acabar el año, la cabeza del ‘Julio César’ de turno estaba rodando hacia la salida de Maranello, mientras Binotto se coronaba el laurel de supremo rector de los designios del equipo.

Tras unos años erráticos tanto en lo deportivo como en el poder del equipo en la propia Fórmula 1, Mattia Binotto está en una posición fuerte. Su visión está siendo la correcta. Pero ahora tiene que lidiar verdaderamente con la presión de mantener la unión del equipo, los pilotos, la dirección técnica del monoplaza, no dejar que los rivales quebranten su posición dominante en lo deportivo y en lo político y, con todo ello, mantener a sus superiores contentos. Y a sus enemigos, que los tiene, estériles.

Por lo tanto, la Scuderia Ferrari está ante una oportunidad histórica para acabar con 15 años de sequía en el mundial de pilotos y 14 en el de constructores. Ambas son la segunda peor racha sin títulos mundiales en Maranello. La olla a presión por obtener resultados está alcanzando puntos máximos de ebullición ante la orfandad de títulos. Y justo ahora, lo que más necesita Ferrari como equipo, es aislarse y tener toda la calma posible para no cometer ninguno de estos tres fatídicos errores. Tienen dos mundiales a su alcance.

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