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Australia ha pasado de proteger la industria del motor local a legislar para protegerse de los fabricantes

En aproximadamente una década, el gobierno australiano ha pasado de eliminar las leyes proteccionistas destinadas a favorecer a los fabricantes de automóviles locales a tener que modificar su legislación para proteger a los distribuidores locales de las grandes corporaciones automovilísticas internacionales.

Australia ha pasado de proteger la industria del motor local a legislar para protegerse de los fabricantes
Concesionario Holden sin un solo vehículo fabricado en Australia - Holden

5 min. lectura

Publicado: 13/03/2021 08:00

El actual gobierno australiano ha impulsado una serie de cambios legislativos destinados a proteger a los propietarios de concesionarios de automóviles, con el fin de protegerlos ante los posibles abusos de grandes corporaciones y evitar que estos queden indefensos ante situaciones como la reciente y repentina cancelación de Holden.

Hasta inicios de la década pasada, Australia era todo una rareza en lo que a la industria del motor se refería, pues no solo era uno de los pocos mercados en los que se conduce por la izquierda, a la inglesa, sino que además contaba con una serie de marcas y modelos autóctonos creados por y para el público australiano. No solo hablamos de firmas como Holden y productos como los UTE, pues Ford también era un fabricante local que desarrollaba y producía una gama específica para ese mercado, como eran los casos de los Ford Falcon y Ford Everest. A pesar de su cercanía a los numerosos y más económicos mercados productores de Asia, Australia conservaba una relativamente fuerte industria local gracias a las medidas proteccionistas que estuvieron vigentes durante años y que penalizaban con fuertes aranceles a los modelos importados, favoreciendo a las marcas que ensamblaban localmente.

Ford Falcon, uno de los modelos Made-in-Australia.

Pero un buen día decidieron reducir notablemente los aranceles y abrir las puertas a modelos de importación mucho más económicos que los fabricados en Australia, lo que favoreció a los consumidores pero supuso de manera casi inmediata la extinción completa de la industria australiana del motor. De manera casi simultánea, Ford, General Motors (Holden) y Toyota anunciaron a mediados de esa década que paralizaban todas las actividades de producción en ese mercado para convertirse en menos importadores. Holden y Ford conservaron sus centros de desarrollo, pero el año pasado GM sorprendió a todos eliminando por completo la marca Holden, que va a desaparecer, junto a toda su red comercial, en solo unos meses.

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La marcha repentina de Holden ha sido todo un varapalo económico para docenas de pequeñas empresas y sus cientos (o miles) de empleados, que han visto como de la noche a la mañana desaparecía por completo la marca que comercializaban y que por norma general solía ser su único producto. Por lo que sin el contrato de concesión de la marca no tienen realmente coches que vender a menos que se asocien a un nuevo fabricante o se dediquen exclusivamente a la comercialización de vehículos usados.

Más cambios

A pesar de haber sufrido numerosos cambios en muy poco tiempo, la industria del automóvil en Australia aún está sufriendo una gran metamorfosis, aunque en esta ocasión de puertas para adentro y afectando exclusivamente a las empresas concesionarias.

Concesionario de Honda en Australia.

Además de la polémica desaparición de Holden, firmas como Mercedes y Honda han decidido cambiar su relación contractual con sus rede comercial dejando de emplear el sistema de franquicias habitual para convertir sus concesionarios en meros agentes, de manera que estos pierden parte de las ventajas inherentes a la figura del franquiciado, quedando más expuestos a los posibles golpes de timón de la compañía matriz.

Por ello, el gobierno australiano ha decidido revisar su legislación para aumentar las penas ante posibles abusos de poder por parte de los fabricantes, como pudiera ser no indemnizar como responde en casos como el del cierre definitivo de una marca o la negativa a cubrir una garantía. Hasta ahora, se contemplaban multas de hasta 66.000 dólares australianos (unos 42.800 €), pero estas van a ascender hasta un máximo de 10 millones (6.5 millones de €).

Fuente: Motoring

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