¿Cómo funciona el leasing de un coche? Esto es lo que debes saber
Actualmente existen varias fórmulas de financiación a la hora de adquirir un vehículo, pero pocas ofrecen más flexibilidad que el 'leasing'. En el siguiente artículo vamos a analizar su metodología, así como las ventajas e inconvenientes que ofrece al usuario.
El leasing es un arrendamiento financiero destinado a la cesión de uso de vehículos, es decir, un modo de alquilar un coche a largo plazo. Pero, como todo, tiene sus propias características y requisitos, que debemos conocer antes de decidirnos por una u otra fórmula a la hora de elegir un nuevo coche.
Y es que, aunque podemos comprar un vehículo al contado, lo habitual es que necesitemos algún tipo de financiación. Podemos recurrir a la fórmula tradicional del préstamo o al renting, pero también tenemos la opción de optar por el leasing.
¿A quién va dirigido el leasing?
El leasing fue inicialmente concebido para el desarrollo de una actividad económica a cambio del pago de una renta o alquiler. Por tanto, estaba dirigido a empresas, comercios y profesionales -es decir, autónomos-, aunque en los últimos años se han desarrollado fórmulas adaptadas a particulares.
¿Cómo funciona un contrato de leasing?
Esta fórmula de financiación tiene sus propias normas, como son la duración mínima de dos años del contrato suscrito con la entidad financiera. En él, además de la cantidad inicial a aportar y la posterior cuota mensual, se estipula el valor residual del coche al término del mismo.
Ello se debe a que el cliente podrá elegir entre tres opciones distintas cuando finalice el periodo acordado:
- Adquirir en propiedad el vehículo por el valor residual estipulado
- Renovar el contrato y seguir disfrutando del vehículo
- Devolver el vehículo y dejar de pagar las cuotas mensuales
Este tipo de servicio sólo lo pueden realizar entidades autorizadas legalmente, que en España son las siguientes:
- Bancos
- Cajas de Ahorro
- Cajas Rurales y Cooperativas de Crédito
- Establecimientos financieros de crédito
Ventajas e inconvenientes
Esta particular forma de acceder al derecho de uso de un vehículo, como el resto, cuenta con ventajas e inconvenientes. Por un lado, permite una mayor flexibilidad a la hora de adaptar el bien adquirido a la evolución de nuestras necesidades o gustos, pues finalizado el periodo del contrato podremos decidir si queremos seguir utilizando el coche o cambiarlo por otro en mejores condiciones o que cumpla nuestras necesidades de manera óptima. Además, si ya no lo necesitamos, sólo tendremos que devolverlo y dejar de pagar las cuotas mensuales, sin más complicaciones.
La fórmula del leasing permite también una fiscalidad más ventajosa, ya que podremos deducirnos todas las cuotas, que además suelen incluir un menor interés. Eso sí, la entidad que ofrece el servicio nos obligará a suscribir un seguro bajo sus condiciones, lo que suele implicar una póliza a todo riesgo. La razón es que el coche sigue siendo de su propiedad y, por tanto, quiere proteger su inversión.
Finalmente, y a diferencia del renting, el leasing fuerza al cliente a hacerse cargo de todos los gastos y obligaciones derivadas del uso del vehículo. Es decir, el mencionado seguro, los impuestos, el mantenimiento, las averías, el combustible, etc. Todo corre de cuenta del cliente, que en ese sentido debe actuar como si hubiera adquirido el coche en propiedad.