Tras probar más de 100 coches diferentes el año pasado, este es el que me robó el corazón

Son tantos los coches que probamos en Motor.es que cuesta quedarse con uno solo. Desde potentes deportivos hasta los más prácticos utilitarios. Sin embargo, ha habido uno que me ha robado el corazón este año.

Tras probar más de 100 coches diferentes el año pasado, este es el que me robó el corazón
Donde se ponga una buena berlina familiar que se quite cualquier SUV.

12 min. lectura

Publicado: 08/08/2025 09:35

El mercado dicta que los conductores, nos gusté o no nos guste, tenemos que comprarnos un SUV y si es eléctrico o electrificado mucho mejor. Es lo que dicen las marcas y lo que dictan las normativas europeas, pero no estoy de acuerdo. Pruebo muchos coches al año, más de 100, una media de casi dos coches a la semana. He probado de todo, desde coches eléctricos de más de 1.000 caballos a utilitarios atmosféricos con 70 caballos y cada vez defiendo más la libertad de elección. Entre todos los que he probado este año ha habido uno que me ha conquistado por completo.

Un coche sacado de principios de los 2000 en plena década eléctrica.

Ya entrados en los 40 puedo definirme como un conductor que sitúa el confort como uno de las principales cualidades que me gustan de un coche. Mi edad supone que empecé a tener conciencia de los coches en la década más loca de la industria, los 90. Entonces hablar de un SUV era hablar de un coche raro. Todos sabemos que no fue hasta la llegada del Nissan Qashqai en 2010 cuando el mercado SUV no explotó en realidad. Antes de eso las berlinas acaparaban toda la atención y yo, personalmente, me reconozco con un hombre de berlinas.

Para mí son los mejores coches que existen, aunque eso no quiere decir que no vea las muchas y buenas cualidades de algunos de los SUV que hay a la venta en el mercado. Sin embargo, la elegancia de una buena berlina de tres volúmenes es, desde mi punto de vista, insuperable. Los todocaminos serán llamativos, pero los sedanes o las rancheras se me hacen mucho más atractivos por línea y comportamiento. También por espacio, rendimiento o coste, aunque ahora cueste encontrar un producto de razonable precio.

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El Passat ya sólo se vende en carrocería familiar. No hay ningún problema.

Volkswagen se define, literalmente, como el "coche del pueblo". La marca alemana surgió para movilizar a la sociedad alemana con productos de precio razonable, alta fiabilidad y versátiles capacidades. Desde el Escarabajo original hasta el Touareg más moderno la marca se ha regido por la relación calidad-precio. Esta base le ha permitido convertirse en el segundo grupo automovilístico más importante del mundo y a la marca Volkswagen como una de las más influyentes de la historia. Sin embargo, los alemanes parecían haber perdido el rumbo en los últimos años con la llegada de productos cada vez más caros y menos interesantes.

Hoy en día no hay coches baratos, incluso los Dacia han disparado sus tarifas. Volkswagen también. Hoy vivimos en la era en la que un Polo puede costar más de 30.000 euros, cuando a principios de siglo era posible comprar uno básico, pero funcional, por menos de 10.000. Entonces un Passat costaba lo que hoy costaba un compacto y es por eso que se hizo viral. El Volkswagen Passat es una marca en sí misma. Un coche cuya primera generación salió al mercado hace más de 50 años (1973). Su mejor época, la más comercial ya ha pasado. Hoy la octava generación lucha por llamar la atención en un mar inundado de SUV. A mí ha conseguido atraerme.

Cuando pruebas tantos coches seguidos cuesta quedarse con uno. Siempre hay algo que te atrae y alguna o muchas cosas que te crean rechazo. Creo firmemente que el Volkswagen Passat ha sido el mejor coche que he probado en el último año. Lo tiene absolutamente todo. Todo lo que representa Volkswagen como marca. Una berlina clásica de atractiva línea, buenos acabados, mucho espacio, mucho equipamiento y un rodar excelente capaz de surcar países sin inmutarse. De hecho, lo hice. Me crucé media Europa con él. Un viaje de más de 5.000 kilómetros que no habría sido igual con otro coche.

Huelga decir que escogí la carrocería ranchera porque Volkswagen ya no ofrece otra en la actualidad. No me parece una mala decisión. Asociada a esa larga y estilizada carrocería de 4,92 metros de largo se encontraba un motor diésel de dos litros y 150 caballos gestionado por una caja de cambios automática DSG de siete velocidades que envía toda la fuerza al eje delantero. Sí, un diésel en plena década del 2020. Locura absoluta. Más parece una combinación del 2004. Una combinación que aún hoy sigue siendo perfectamente válida por mucho que Europa diga que no.

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Bruselas le ha declarado la guerra a la gasolina y al diésel sin tener bien agarrada la siguiente rama del árbol de la movilidad. El Parlamento Europeo sólo quiere coches eléctricos, pero esa es tecnología china y de Tesla. Las marcas europeas van a la cola, tratando de ponerse al día, pero difícilmente lo van a conseguir. Las baterías de los coches eléctricos, en su gran mayoría, se fabrican en China y los fabricantes europeos dependen de ellas. Por el contrario, Europa es líder destacada y con años de ventaja en lo que se refiere a motores de combustión.

Fabricamos los motores más evolucionados y menos contaminantes que el ser humano haya visto en los más de 120 años de historia del mundo del motor. Una mejoría que nos ha permitido reducir la contaminación de nuestras carreteras sin depender de otras potencias extranjeras. Con el ingenio de miles de ingenieros forjados en los laboratorios de marcas francesas, italianas, españolas y alemanas. Todo ese trabajo parece ahora no servir de nada según nuestros políticos. El coche eléctrico representa el futuro, no lo dudo ni lo critico, pero el coche de combustión no ha dicho su última palabra. El Passat me lo demostró.

El interior cómodo y bien acabado ofrece todo lo que puedas necesitar.

Puede que sea un símbolo de rebeldía, pero me afianzado en mis palabras. Es un coche que ofrece todo lo que puedas necesitar y mucho más. Sobre todo, lo que ofrece es libertar. Libertad para poder viajar cientos y cientos de kilómetros sin preocupaciones. La red pública de carga eléctrica es cada vez más extensa. Se puede viajar sin preocupaciones, pero siempre queda ese 'y si...'. Los viajes eléctricos hay que planearlos y tener en cuenta posibles variantes que puedan darse durante tantos kilómetros. Por no decir que el tiempo de viaje es diferente. También he viajado en un eléctrico y lo he comprobado.

El Passat del que me enamoré superó todas las expectativas que había imaginado. Es mucho más cómodo de lo que creía. Un rodador nato capaz de devorar kilómetro tras kilómetro sin inmutarse. Viajes de 10 horas seguidas bajo el sol, la lluvia o el frío sin parar, sin que nada lo perturbe (los eléctricos no pueden decir lo mismo). Su motor diésel es capaz de llevarte a cualquier lado con rápidas paradas de 5 minutos. Su tecnología es hoy todavía insuperable. ¿Algún día habrá un coche eléctrico capaz de decir lo mismo, pero hoy no existe? Cuando llegue volvemos a hablar.

La demostración de que es capaz de hacer 1.600 kilómetros con un depósito.

Lo que más me impresionó fue el consumo. Créeme cuando te digo que esta berlina se marcó un ridículo consumo de 4,4 litros a los 100 kilómetros y una autonomía real de casi 1.600 kilómetros. Eso quiere decir que puede ir de Madrid a París, 1.200 kilómetros de viaje, y completar un tercio de la vuelta sin parar a repostar. Lo mires por donde lo mires es espectacular. Nadie puede negarme que eso no es eficiencia. El ser humano ha crecido y se ha expandido por el mundo gracias a poder completar viajes de larga distancia. Antes de ir a caballo andábamos, pero el coche lo cambió todo.

Con la llegada del coche el ser humano construyó su vida alrededor de esa figura. El mundo se hizo más pequeño, las ciudades más grandes y los viajes más rápidos. El Passat lleva esa filosofía al límite. Representa la cúspide de la evolución tecnológica y por razones que se me escapan Europa, responsable del 7,7% de las emisiones de CO2 del mundo, dice que está muerto. En cambio, China, que genera el 30% de las emisiones de CO2, con sus coches eléctricos representan el futuro. Cuesta encontrarle la lógica a la estrategia.

Un coche ideal para una familia con hasta cinco miembros.

Dicho todo esto, el Passat es el coche que más me ha gustado durante el último año. Hay cosas que no me terminan de convencer, como el precio, pero por todo lo demás me parece un coche excelente que recomiendo en cualquiera de sus versiones. El diésel es a......mente bueno, pero también lo es el híbrido enchufable que poco después probó mi compañero Alberto Pérez. Llegará el momento en el que un coche eléctrico supere a uno diésel, pero ese día todavía no ha llegado. Cada uno debería escoger el coche que quiera y pueda permitirse. Yo, en este caso, me quedaría con el Passat.

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