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Virutas F1La rampa española

Similar a lo que siempre fue un Fórmula 3, con chasis construido por Tatuus, el motor de origen Alfa Romeo, se espera una quincena de coches en su estreno y costará unos 450.000 euros. ¿Su nombre? Eurocup, y se correrá el año que viene.

La rampa española
España está cerca de contar con una nueva categoría de promoción.

11 min. lectura

Publicado: 10/11/2022 09:30

Estas son las líneas generales de algo nuevo que se está gestando para el 2023, una nueva categoría, situada a nivel prestacional y presupuestario entre la Fórmula 4 y el FRECA (Formula Regional European Championship by Alpine). Sus promotores han realizado pormenorizados estudios de un mercado cambiante y han llegado a la conclusión de que hay espacio, y por diversos motivos. Pero para entender el nacimiento de esta nueva categoría hay que conocer un poco el pasado.

En tiempos de Jean Todt, FIA quiso poner un poco de orden a un patio trasero repleto de categorías que si, por una parte, conservaban cierta capacidad de autonomía, por otra languidecían y se hacían la competencia, a veces malsana; con frecuencia se fagocitaban, para acabar autoliquidándose en muchos casos. FIA hizo, para mal de muchos, beneficio de pocos, y reorganización del parque una tabula rasae y se colocó en la cúspide del poder político. Restó valor a todas las categorías no alineadas con su plan a base de quitar puntos de la Superlicencia a sus ganadores, y los volcó hacia sus F2 y F3. En el plazo de apenas tres años liquidó a las World Series, varias fórmulas tres como la AutoGP, las F3 Euroseries, y las F3 italiana o española, que tuvieron que reinventarse o directamente desaparecieron.

Este 2023 tiene previsto crear una nueva categoría que se llamará Eurocup

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No todo fue liquidación por derribo, sino que emergieron, o más bien renacieron y con bastante fuerza, las Fórmulas 4. El salto del Karting a la Fórmula 3, paso que de manera obligada cumplimentaron tipos como un tal Fernando Alonso (a través del Open Nissan) se antoja excesivo. Pasar del kart, por muy potente que sea, hasta un coche de 250 CV, alerones, ingenieros, telemetrías, y todo lo que ello conlleva, es un hueso duro de roer que se torna incluso en peligroso. No ha pasado una vez, sino unas cuantas: el mozo se subió, se asustó, y no se le volvió a ver el pelo jamás.

Por ello una plataforma de entre 120-150 CV se muestra casi necesaria para el crecimiento y de ahí la ascensión de estas Fórmulas 4. La gracia de estas categorías no reside en que disputen de forma casi sistemática tres pruebas durante el mismo fin de semana, sino en que, de forma programada, rueden casi el mismo kilometraje en test, pruebas que entrenamientos libres y carrera. Si a esto añadimos los muchos que se organizan de forma paralela, tenemos que mientras que los equipos hacen su negocio, los futuros formulaunistas crecen, se baquetean y llegan con un índice de formación muy superior si lo comparamos con el que era habitual adquirir hace un par de décadas. Los mecánicos de Mick Schumacher cuando corrió esto en 2017 encadenaban test y carreras de la F4 alemana e italiana, y llegaban a pasar hasta mes y medio fuera de casa; esto antes era casi imposible, era complicado armar una temporada así.

En España la Fórmula 4 arrancó mal, después empeoró, luego lo hizo sin demasiado éxito a pesar de los esfuerzos, y solo funcionó cuando se lo montaron en modo cooperativa. Las siete formaciones actuales, (MP, Campos, Drivex, GRS, Fórmula de Campeones, Monlau VAR, y los italianos de CRAM) no tienen más jefes que ellos mismos. Sin organizador externo no pueden cargarse los gastos operativos, pero sí el lógico beneficio que debería llevarse; con ello ya le pegan un bocado a las facturas. Si empezaron con apenas una decena de coches en 2018, la parrilla de este 2022 ha rondado la treintena; casi treinta y cinco en las pruebas finales.

La FIA dinamitó por completo el panorama internacional de competiciones, generando un monopolio muy dañino para las fórmulas de promoción.

Mucho F4 procedente de categorías europeas se han venido ‘a pasar el invierno’ a tierras ibéricas, y con un presupuesto generoso ha decidido venirse a rodar por donde aún queda temporada por disputarse. Con unos mimbres como estos, en crecimiento constante y progresivo, era normal que la bombilla se encendiera. Por todo ello han seguido la senda que ya explotó Jaime Alguersuari cuando hizo crecer el Open Nissan de dos litros hacia las World Series de 3.5 de cubicaje. Tenía los equipos, tenía la infraestructura, y tenía a unos pilotos que querían ir a más, pero se encontraban a gusto con lo conocido. Este ha sido el guión aplicado por las escuderías de F4 y este 2023 tiene previsto crear una nueva categoría que se llamará Eurocup. Ojo, no confundir con la ex-F3 española, reconvertida en Euroformula Open organizada por la GTSport de Jesús Pareja. Hubo acercamientos, pero las dos organizaciones prefirieron correr de forma paralela y separada.

En cuanto a lo técnico, se estableció una línea de trabajo con unas premisas y aunque Dallara era un candidato, el chasis Tatuus se ajustaba, más por precio que por calidad, a lo requerido. El monoplaza costará alrededor de 130.0000 euros

El calendario de la nueva categoría será compartido pero no igual al de la Fórmula 4. Si en principio para la categoría ‘menor’ dispondrá de un calendario de siete citas, en la Eurocup se trata con la federación para disputar ocho; cuatro de ellos en suelo español, presumiblemente Jerez, Cheste, Montmeló y Motorland, y otros cuatro en pistas internacionales: Monza, Spa, Zandvoort y Estoril. Los impulsores prefieren ir lentos-pero-seguros en un esquema similar al que les ha colocado con una de las mejores F4 existentes, referencia a nivel europeo. En principio quieren contar con entre doce y quince coches, para ir creciendo poco a poco, con un tope final.

No se trata de morir de éxito, sino que físicamente meter más de treinta coches ya empieza a ser un problema en muchas pistas, y prefieren hacer las cosas con un ritmo que no esté acelerado a golpe de talonario. Otro de los alicientes es que los corredores que disputen la F4 puedan seguir escalera arriba alentados por premios económicos que reduzcan la fricción procedente de la escalada de gastos. Esto es algo que preocupa mucho ‘al cartel de equipos’. Abogan por estrechar el margen de maniobra y en la F4 el participante que menos se gasta anda por los 300.000 euros, y el que más no va mucho más allá de los 350.000, una horquilla más bien estrecha. Los organizadores limitan los días de test, motores y turbos a usar, con lo que se regula por defecto la escalada de inversiones. Quieren a toda costa huir de que en línea con el dinero disponible acaben coexistiendo dos categorías dentro de una.

Los pilotos del karting necesitan pasos intermedios para formarse adecuadamente en su camino a las categorías superiores.

En Italia hay quien se funde 600.000 euros, cosa que a priori está muy bien, pero ocurre que hay quien puede permitirse ganar y quien no. La filosofía bien podría ser: aquí todos moros o todos cristianos. Aunque la frase esté muy lejos de ser políticamente correcta, deportivamente es justo lo deseable... que pueda ganar cualquiera de la parrilla. Por otro lado, este plan ayudará a asentarse a las estructuras existentes, piensan que el mercado les permitirá moverse con cierto espacio, no tienen competencia, y lo mejor de todo… cuentan con el apoyo de la Federación Española.

De su mano, andan en tratos para recibir la bendición de FIA, y de ocurrir esto último, bien podrían llevar un sonoro apellido similar a International Series (o algo que se le parezca). El automovilismo español sube de vueltas. Ahora solo falta que haya más pilotos españoles, porque la mayoría vienen de fuera al ver que esto funciona. Acabarán llegando.

Fotos: f4spain.org

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