Tesla, Google y la nueva batalla por el coche autónomo: así avanza la carrera que quiere sacar al humano del volante

Las grandes tecnológicas han convertido el coche autónomo en su siguiente campo de batalla. Tesla, Google y otros gigantes llevan meses acelerando pruebas en autopistas y ciudades con una idea muy clara: que el conductor vaya pintando cada vez menos.

Tesla, Google y la nueva batalla por el coche autónomo: así avanza la carrera que quiere sacar al humano del volante
Tesla y su sistema AutoPilot

7 min. lectura

Publicado: 19/11/2025 16:00

Hace apenas un puñado de años, hablar de coches que se movían solos sonaba a ciencia ficción. Hoy, las flotas de pruebas recorren miles de kilómetros cada semana, recopilando datos de todo tipo: frenazos inesperados, curvas mal peraltadas, pasos de peatones locos o señales medio escondidas. Ese material sirve para entrenar sistemas que aprenden conduciendo, igual que una persona, pero a una escala difícil de imaginar.

Detrás de ese avance está la idea de que la conducción autónoma será un negocio gigantesco. No solo para vender coches, sino para ofrecer servicios: transporte bajo demanda, logística sin conductor, reparto nocturno y un sinfín de usos que cambian por completo cómo imaginamos movernos por una ciudad.

Tesla y su apuesta por el coche que aprende mientras circula

Sistema AutoPilot de Tesla
Sistema AutoPilot de Tesla

Tesla insiste desde hace años en tratar el coche como un dispositivo que mejora a golpe de actualización. Autopilot y Full Self-Driving son la base de ese discurso. Cada unidad que circula, graba y envía datos; cada dato sirve para pulir el comportamiento del software; cada mejora llega luego al usuario sin pasar por el taller.

Su enfoque basado casi por completo en cámaras ha generado discusiones de todos los colores. Para la marca, interpretar el entorno a través de vídeo es la ruta lógica, aunque la apuesta deje fuera sensores como el LiDAR. El sistema toma decisiones basándose en lo que “ve” el coche, algo que acerca la experiencia a cómo conduce una persona.

El problema es que avanzar tan rápido también implica convivir con errores muy visibles. Cuando un Tesla hace algo extraño, el vídeo se viraliza al instante. La compañía repite que el conductor tiene que mantenerse atento, pero el debate sobre hasta dónde llegan estas funciones sigue muy vivo.

Calcula ahora el precio de tu seguro de coche

Calcula tu precio online

Google y Waymo: menos ruido mediático, más robotaxis reales

Prototipo de Waymo
Prototipo de Waymo

Mientras Tesla acapara titulares, Google ha preferido avanzar en silencio con Waymo. Su estrategia pasa por desplegar robotaxis que ya funcionan sin nadie al volante en zonas concretas de varias ciudades. Es un enfoque más prudente, pero también más tangible: coches que llevan pasajeros sin intervención humana.

Waymo combina cámaras, radar y LiDAR para crear una imagen muy precisa del entorno. Esa mezcla permite que el coche “lea” lo que ocurre a su alrededor con bastante fiabilidad, algo crucial cuando transportas a un pasajero que espera simplemente llegar a su destino sin sustos.

La fuerza de Google está en lo que no se ve: mapas muy detallados, potencia en la nube y una gestión de datos que ninguna otra empresa puede replicar con facilidad. Su objetivo va menos de vender coches y más de controlar el servicio.

Un tablero lleno de nuevos jugadores que no quieren quedarse atrás

Alrededor de Tesla y Google se mueven decenas de actores: marcas tradicionales, startups con ideas muy agresivas y proveedores que han encontrado en el coche autónomo un filón. Algunos fabricantes buscan alianzas para no quedarse descolgados; otros prefieren montar su propio sistema desde cero.

También están los que antes fabricaban frenos o sensores básicos y ahora diseñan chips dedicados a IA, plataformas de percepción o software que otras marcas pueden integrar. El mercado se ha abierto tanto que cada empresa intenta ocupar un trozo del puzzle, aunque no siempre avancen al mismo ritmo.

La IA como motor real de esta carrera

Sin inteligencia artificial, nada de esto tendría sentido. Los sistemas actuales interpretan patrones, distinguen comportamientos y detectan situaciones problemáticas antes de que ocurran. Cada nueva versión reconoce un abanico más amplio de escenarios: obras improvisadas, carreteras estrechas, cruces confusos o peatones imprevisibles.

Por ahora, la mayoría de avances se traducen en asistentes más completos: centrado de carril más fino, cambios automáticos más suaves o avisos que reaccionan mejor a lo que ocurre alrededor. Es un paso intermedio antes de llegar a vehículos que gestionen trayectos completos sin necesitar manos en el volante.

Al mismo tiempo, la IA obliga a plantear preguntas incómodas: quién responde si algo falla, cómo se revisa lo que decide el sistema o de qué forma se auditan los modelos. Son debates que acompañan cada avance y que marcarán el ritmo de la adopción real.

Un futuro donde conducir será una opción y no una obligación

Todo apunta a que la conducción autónoma no solo cambiará cómo se usa un coche, sino cómo se entiende su propiedad. Si los robotaxis funcionan y son asequibles, mucha gente se replanteará si necesita tener un vehículo en casa. Para las ciudades, eso supone menos coches aparcados, menos tráfico puntual y más movilidad bajo demanda.

Tesla, Google y el resto saben que quien domine este terreno tendrá un papel decisivo en la movilidad de la próxima década. Por eso la carrera no frena: más pruebas, más kilómetros reales y más sistemas que reducen poco a poco la necesidad de que el humano esté al mando. La revolución no será un salto brusco, sino una transición que ya está en marcha.

Este artículo trata sobre

Pixel