Seguimos repasando los diferentes tipos de vehículos que podemos encontrar en el mercado en función de sus distintas cualidades y en esta ocasión nos centramos en un tipo de carrocería generalmente asociada a modelos de mayor presencia.
Actualmente está generalmente aceptado que tanto «sedán» como «berlina» son sinónimos, aunque hay quien considera que ambas definiciones guardan una sutil diferencia.
Por regla general, los dos términos hacen referencia a un vehículo de tres volúmenes, es decir, el vano motor, el habitáculo y el compartimento de carga claramente diferenciados. El número de puertas es variable, afirmando algunos que en el caso de las berlinas el maletero puede incluir el cristal trasero, por lo que sería considerada de cinco puertas y no de dos o cuatro como un sedán.
Además, el sedán o berlina cuenta con varias características concretas:
La caída del techo menos pronunciada que la de un coupé.
El término «sedán» fue utilizado para definir la carrocería de un coche por primera vez en 1912 y proviene de las cabinas desplazadas por portadores a mano que se utilizaban en el siglo XVII. En cuanto al término «berlina», se utilizaba ya en países como Francia, Italia o Reino Unido para definir los carruajes cerrados y tirados por caballos.
Ventajas del sedán o berlina
Al contar con tres volúmenes, un sedán es más sencillo de diseñar a nivel estructural al permitir que la carrocería sea más rígida, aunque en la actualidad es habitual que los respaldos de los asientos traseros sean abatibles, permitiendo que el compartimento de carga se comunique con el habitáculo.
Además, las formas suelen permitir que el volumen del maletero sea bastante notable y superior al de su homónimo de carrocería «hatchback» en aproximadamente un 15% como regla general. Como contrapartida, el sedán tiene un acceso al mismo más reducido.
Socialmente, el sedán o berlina suele estar asociado a mayor calidad y precio en relación a los compactos o «hatchback», aunque la realidad del mercado nos dice lo contrario.