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AnálisisLa Fórmula E necesita que sus pilotos la tomen en serio

La carrera celebrada en Buenos Aires ha resultado de lo más entretenida, gracias eso sí a que algunos de los protagonistas convirtieron la prueba en los autos de choque. El campeonato de Fórmula E está consiguiendo una notable repercusión y debería cuidar este detalle para evitar que haya quien la compare con una fórmula de promoción.

5 min. lectura

Publicado: 11/01/2015 12:00

El último ePrix como acertadamente se denominan las carreras, de la Fórmula E celebrada en Buenos Aires ha sido realmente entretenida, como las tres anteriores, todo hay que decirlo. La categoría cuenta con una parrilla de veinte monoplazas pilotados por numerosos ex F1, entre ellos Jaime Alguersuari y Oriol Servià, y va camino de convertirse en una buena salida profesional para quienes tienen, por el motivo que sea, las puertas de la Fórmula 1 cerradas, temporal o definitivamente.

Los monoplazas tienen un aspecto ciertamente aseado y, pese a no ser excesivamente rápidos, sí lucen en el paso por curva. Tampoco faltan los patrocinadores. Si a esto le sumamos que los coches eléctricos parecen ser el futuro –no para el que esto escribe, he de confesar– y que el campeonato se celebra bajo el auspicio de la FIA, la Fórmula E cuenta con todos los ingredientes para convertirse en un campeonato de primer nivel; nunca en una alternativa a la F1, pues la propia FIA no lo permitiría. Su potencial de crecimiento es exponencial.

Algunas sombras

No todo podían ser luces, evidentemente. Y es que la Fórmula E tiene en uno de sus principales atractivos su mayor flaqueza. Me explico. Los pilotos, la calidad y notoriedad de los mismos, que es uno de los principales motivos por los que nos sentamos ayer enfrente de la televisión, no se toman totalmente en serio la competición, especialmente los ex Fórmula 1. Está claro que cuando has pilotado un monoplaza de la categoría reina, lo demás te sabe a poco. Por ejemplo, es más que conocido que para Pedro de la Rosa es la F1 o nada, pero eso nunca puede significar que desprecies el peligro que siempre implican las carreras al más puro estilo kamikaze, sin respetar a los rivales o incluso a tu propio equipo, que ha trabajado para poner a punto un monoplaza de enorme complejidad.

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Entre los pilotos que ya lo tienen todo hecho (Heidfeld o Trulli) y quienes aún buscan impresionar para volver a la primera línea del automovilismo, es decir a la Fórmula 1 o Le Mans, como Vergne, los ePrix van camino de convertirse en los autos locos, como hemos visto en Buenos Aires. Es complicado tomarse en serio una categoría en la que los monoplazas chocan entre ellos y se sacan de pista como que el circuito fuese el circo romano y todo estuviese permitido. Incluso los chavales tienen claro que los pilotos que chocan o que no acaban las carreras no prosperan.

En la Fórmula E, muchos parecen olvidarlo, o peor, parece que les da igual. Desde el punto de vista del espectador no especializado u ocasional, puede tener su gracia, desde cualquier otro no. Tampoco la no retransmisión de los principales focos de interés en la última vuelta ayudó, nos recordó a los viejos tiempos de la realización televisiva de la Fórmula 1.

Todos nos acordamos de la GP2 o las World Series mientras veíamos la carrera, y eso no puede ser bueno si no consigue atajarse, quizá con penalizaciones donde más duele, en los puntos obtenidos. Porque no puede ser que el extraordinario trabajo que se ha llevado a cabo poniendo en marcha el primer campeonato del mundo con monoplazas eléctricos, se vaya al traste por actitudes tan poco profesionales al volante. Acabo con un apunte, al menos los nuestros, Jaime y Oriol, se comportaron como se espera de pilotos de su nivel.

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