Las marcas que quieren ser el Apple del motor ya han empezado la carrera: sus nuevos ecosistemas digitales vienen para quedarse
Las marcas de coches ya no compiten solo por motores o baterías: la pelea está en crear el mejor ecosistema digital a bordo, con actualizaciones OTA, apps y servicios que evolucionan con el coche durante varios años.

Durante décadas, el coche fue un producto cerrado: lo comprabas y se quedaba igual hasta el siguiente modelo. Con el vehículo definido por software (SDV), muchas funciones pasan a ser código que se actualiza a distancia, así que la experiencia puede mejorar sin pisar taller.
Este giro está cambiando la arquitectura electrónica y la relación con el conductor, y en Europa ya hay iniciativas para impulsar un ecosistema digital común que facilite esa transición.
De ahí la comparación con Apple. El iPhone no solo es hardware: es una plataforma viva con sistema operativo, apps y servicios que te acompañan años. Las marcas quieren que el coche funcione igual: un dispositivo conectado, con tu cuenta, tus perfiles y servicios que vayan creciendo con el tiempo.
El sistema operativo propio como centro de mando
Para “ser el Apple del motor” necesitas controlar el software base. Mercedes-Benz está estrenando MB.OS desde 2025 para unificar infoentretenimiento, conducción automatizada, confort y carga bajo un mismo sistema, con actualizaciones OTA y una interfaz cada vez más inteligente.

BMW hace algo parecido con Operating System 9: perfiles ligados a BMW ID, tienda de apps de ConnectedDrive y mejoras remotas que añaden funciones tras la compra.
La lógica es clara: quien domina el sistema operativo domina la experiencia diaria y la puerta a ingresos futuros.
Ecosistemas abiertos: Apple y Google se pelean por el salpicadero
No todas las marcas quieren cerrarlo todo. Muchas prefieren que el coche sea una extensión del móvil. Apple lleva años con CarPlay, pero ahora da un salto con CarPlay Ultra, capaz de integrarse también en el cuadro de instrumentos y otros controles del coche, con una estética adaptada por cada fabricante.

Google juega otra carta: Android Automotive corre nativamente en el coche y permite que la marca añada su capa. Es un atajo enorme (apps, mapas, voz), pero implica ceder parte del control de la interfaz y del dato a una plataforma ajena.
Tesla y la ventaja de la integración total
El ejemplo más redondo de ecosistema cerrado es Tesla. La marca controla hardware, software y conectividad, y sus actualizaciones OTA son constantes: mejoran desde la interfaz hasta funciones de asistencia a la conducción. Esto crea una experiencia coherente de app móvil, compra online, red de carga propia y servicios que se amplían con el tiempo.

Aun así, incluso Tesla siente la presión del iPhone: se ha publicado que valora integrar CarPlay de alguna forma. Señal de que el móvil sigue mandando en la cabina.
China acelera el coche como tercer dispositivo
En China esta carrera va a otra velocidad. BYD, NIO, Geely y otras tratan el coche como un dispositivo más, junto al móvil y la casa conectada. Empujan asistentes propios, tiendas de apps locales y funciones activables bajo demanda; algunas incluso lanzan smartphones para cerrar el círculo y depender menos de Apple o Google.
El ritmo es casi de app: nuevas funciones cada pocos meses. En Europa y EE. UU. llegará algo similar, pero más lento por regulación y por un consumidor menos tolerante a cambios bruscos.
Suscripciones, datos y el lado delicado
Un ecosistema vivo implica servicios continuos. Cada vez más marcas venden funciones postcompra: paquetes temporales, modos de confort o ayudas avanzadas. A veces tiene sentido pagar solo lo que usas; otras, parece pagar dos veces por hardware ya instalado.
Todo esto se alimenta de datos. Para personalizar la experiencia, el coche necesita saber quién eres y cómo lo usas. Por eso Europa empuja reglas y proyectos SDV abiertos para evitar ecosistemas opacos y reforzar privacidad y acceso justo al dato.
Qué gana el conductor y qué queda por resolver
Para el usuario, el salto puede ser positivo: navegación y seguridad que mejoran con el tiempo, mantenimiento predictivo, voz más natural y más vida útil “digital” del coche. El riesgo es acabar con la misma tablet con ruedas.
Veremos dos caminos: marcas que apuesten por ecosistemas propios y cerrados, y otras que se apoyen en Apple o Google sin perder identidad. Ganará quien aporte valor real y coherente, no quien copie el modelo de Cupertino sin tener algo detrás.
