Hypercar: qué es y en qué se diferencia de un supercar
A poco que uno se lo proponga, podrá diferenciar entre un superdeportivo y el resto, pues la estética es el primer rasgo característico de este tipo de coches. Pero, ¿cómo sabemos si estamos ante un hiperdeportivo o hypercar? Entonces la cosa se complica.
Desde hace décadas, los coches deportivos han sido objeto de veneración y el sueño de muchos aficionados al motor o, incluso, de personas que ven los coches como una expresión de su estatus social.
Y, sobre todo en los años 80, superdeportivos como el Ferrari Testarossa o el Lamborghini Countach elevaron el nivel y popularizaron un tipo de coche especialmente atractivo, potente y rápido. Incluso radical. Vehículos que escenificaban la máxima expresión tecnológica y financiera de las marcas que los fabricaban y que dejaban a un lado la rentabilidad y la practicidad para crear una imagen de marca única y exclusiva.
«Un hiperdeportivo ofrece más de todo, marca el techo al que es capaz de llegar la industria de la automoción»
Diferenciarlos del resto de deportivos y turismos es sencillo por su aerodinámica, tamaño, potencia y cualidades. Pero, ¿y si hablamos de los hypercars? Este tipo de vehículo nació también hace décadas, pero la hibridación ha propiciado que hayan proliferado de un modo espectacular en los últimos años, generando un nuevo nivel nunca antes visto en el mundo del automóvil
¿Qué es un Hypercar?
No existe una definición precisa para determinar qué es un hypercar pero, en esencia, se trata de un vehículo que cumple los máximos estándares en cuatro apartados principales: tecnología, prestaciones, exclusividad y diseño. En pocas palabras, un hiperdeportivo ofrece más de todo, marca el techo al que es capaz de llegar la industria de la automoción.
Y, si bien en los años 80 marcas como Ferrari, Lamborghini, Jaguar, Porsche y muchas otras contaban con auténticas bestias del asfalto de más de 300 CV de potencia y que superaban los 300 km/h de velocidad máxima, el término hypercar posiblemente se originó con un modelo concreto de una marca francesa mítica.
El primer hypercar de la historia
Aunque para muchos el primer hypercar de la historia es el McLaren F1 diseñado por Gordon Murray, lo cierto es que hubo uno antes que elevó los estándares a otro nivel. Se trata del Bugatti EB110, que se convirtió en el primer coche comercial con monoscasco de fibra de carbono al ser presentado un año antes que el McLaren.
El predecesor del Bugatti Veyron contaba con un motor V12 dotado de cuatro turbos y 611 CV, tracción integral y la friolera de 647 Nm de par máximo. La exclusividad de este modelo quedaba asegurada al producirse únicamente 139 unidades, cada una vendida a un precio de 350.000 dólares de la época.
Tras él llegaron otros, pero posiblemente el auge definitivo de los hypercars llegara con el trío de colosos de la carretera: el Ferrari LaFerrari, el McLaren P1 y el Porsche 918, todos ellos flirteando con la barrera de los 1000 CV y haciendo uso de la tecnología híbrida para abanderar un segmento también habitado por Koenigsegg, Pagani y muchos otros.