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La imposible transición hacia el coche eléctrico en España, ¿bulo o realidad?

Uno de los objetivos de descarbonización del Gobierno se apoya en la sustitución del parque móvil español, con más de 30 millones de vehículos, por uno fuertemente electrificado, de aquí a dos o tres décadas. ¿Es realista? Según algunas voces, no.

La imposible transición hacia el coche eléctrico en España, ¿bulo o realidad?
Avenida de la Gran Vía de L'Hospitalet de Llobregat - Jorge Franganillo (Flickr) CC BY

8 min. lectura

Publicado: 18/11/2022 22:30

De acuerdo al último Anuario Estadístico General (2021) de la DGT, en España había 136.948 coches eléctricos o híbridos enchufables con etiqueta Cero, 7.973.733 con distintivo ambiental B, 8.568.041 con distintivo C, 761.963 con el ECO, y 7.500.284 que no tienen distintivo o se desconoce si lo tienen. En total, casi 25 millones de turismos.

Como podemos ver, el parque de vehículos considerado como más limpio (Cero+ECO) no llega al millón de unidades, o la vigésimo quinta parte del parque. Sin embargo, tenemos que recordar a los lectores que la DGT tiene en sus registros a muchos vehículos que no existen más que en los papeles, porque fueron destruidos hace tiempo. Son los coches zombies, problema en vías de solución.

Voces poco sospechosas de ir en contra de la electromovilidad están avisando de lo poco realista que supone reemplazar el parque móvil por uno fuertemente electrificado, al menos en los tiempos que ha previsto el Gobierno. Podríamos empezar citando al famoso científico Antonio Turiel, en una entrevista de 2020:

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«Es imposible que España tenga 26 millones de coches eléctricos», ese fue el titular elegido por el Diario de Sevilla al hablar con él. «No hay materiales, no hay infraestructura, no hay capital, no hay tiempo y, sobre todo, en una situación de contracción económica mantenida en el tiempo, lo que no habrá es una renta suficiente [para la mayoría] como para comprarse un coche», añadió a ese respecto.

Una cosa está clara, no todos los vehículos que sean desguazados o desechados van a tener un reemplazo. Hay varias razones para ello, como la creciente dificultad de comprar coches nuevos por razones económicas o de disponibilidad, razones demográficas (la población está disminuyendo) y por cambios sociales, como la menor necesidad de poseer un coche.

Aunque se destinase el 100% de la producción mundial de coches eléctricos exclusivamente para el mercado español, el objetivo es inviable a una década vista, porque aunque existiese la oferta, seguiría sin existir la demanda suficiente. Simplemente, el país no está preparado, y a muchos niveles además.

En una línea similar se ha pronunciado hoy Arturo Perez de Lucia Gonzalez, el director general de la Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso de la Movilidad Eléctrica (AEDIVE) esta mañana en LinkedIn: «Hoy en día es imposible acometer una transformación total del parque rodado español hacia el vehículo eléctrico. Ojalá no fuera así, pero siendo realistas, nos queda camino por andar».

Declaraciones que no están tampoco fuera de sintonía con las de Ángel Gaitán, mecánico y perito (bastante conocido últimamente) y usuario de coches eléctricos desde hace casi 10 años. «Ni de coña, no estamos preparados», dijo en una entrevista en vídeo publicada por Libertad Digital, en referencia al año 2035.

Por lo tanto, entendemos que estos expertos están admitiendo que los vehículos de combustión son de momento bastante necesarios en la transición energética, nos guste o no, aunque la Unión Europea les haya puesto una fecha de muerte: 2035. Y los últimos serán híbridos enchufables, de otra forma no saldrán las cuentas.

Por ello, conviene que los políticos tengan objetivos realistas, pero no solo los que están al mando, también los que están en la oposión y aspiran a ocupar el Gobierno. Sin ir más lejos, tenemos el ejemplo de Alberto Núñez Feijóo, ex presidente de Galicia y actual presidente del Partido Popular. Pretende que se retiren millones de coches de más de 10 años de las carreteras, y no todos se cambiarán por coches eléctricos (simplemente se darán de baja).

Pero volvemos al quid de la cuestión, que los españoles no han dejado de comprar coches al mismo ritmo que en los felices años del ladrillo (2006-2007) simplemente por fastidiar a los políticos. Es porque no pueden, o porque no quieren, o porque están esperando a que se clarifique la confusión que los mismos políticos han creado con las distintas tecnologías, que un día las apoyan y al día siguiente quién sabe.

Si entendemos lo más sencillo de las matemáticas, como las que se enseñan en Educación Primaria, llegaremos a la conclusión de que sí, hay que estimular durante un tiempo el refresco del parque móvil, pero aunque se inyecten ayudas o se reformen las normas fiscales, seguirá sin ocurrir al ritmo que le gustaría a la clase política. El problema de fondo es la renta disponible de las familias, no hay que buscar mucho más.

Si hasta los superventas de siempre como el SEAT Ibiza se han encarecido o se dejan de vender, no es de extrañar que se vayan vendiendo menos coches. Y nos tiene que extrañar aún menos si sus sustitutos son aún más caros porque se han pasado al lucrativo segmento de los crossover o los SUV. No se los puede permitir la misma gente.

En consecuencia, hay que asumir que los coches eléctricos se van a imponer a un ritmo marcado por lo que soporten los bolsillos, la disponibilidad de soluciones de recarga diaria y ultrarrápida (más todos los grises intermedios), el qué suceda con los turismos normales a efectos de circulación/impuestos, cómo evolucionen los precios de modelos de masas, etc.

Dicho lo cual, ¿es imposible electrificar el parque español? Al 100% desde luego que sí, porque existen y existirán vehículos históricos que gozarán de cierta protección, y porque mientras sea más barato ir tirando con un vehículo de combustión, aunque esté reventado y envejecido, respecto a un eléctrico puro, el problema seguirá estando ahí. La sustitución mayoritaria no es imposible, solo será lenta, y llevará décadas.

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