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Mercedes pillada testando las emisiones de sus antiguos motores diésel ¿Para qué?

Hemos cazado a un pequeño equipo realizando pruebas de emisiones discretamente a varios modelos antiguos de Mercedes al sur de Europa, algunos de ellos dotados del motor OM 642 turbodiésel de 6 cilindros y 3.0 litros. Una mecánica que salvo en la furgoneta Sprinter, ya no está presente en ningún turismo de la firma alemana.

Mercedes pillada testando las emisiones de sus antiguos motores diésel ¿Para qué?
Prototipos antiguos de Mercedes-Benz - Motor.es

5 min. lectura

Publicado: 23/06/2021 10:00

Nuestros fotógrafos espía han descubierto un pequeño equipo de pruebas realizando los tests más extraños que hemos visto en mucho tiempo, pues se trataba de pruebas de emisiones de antiguos modelos diésel de Mercedes-Benz. Este equipo pertenece a IAV, una consultora de ingeniería con sede en distintos puntos de Europa, Norteamérica y Asia, que suele realizar tareas de desarrollo y tests para grandes fabricantes, como Volvo o la propia Daimler.

Este equipo ha estado realizando discretamente pruebas de emisiones en carretera abierta a varias unidades de antiguos modelos de la firma de la estrella. Modelos de tipologías muy distintas e incluso algunos de ellos con muchos años a sus espaldas, pero todos con una característica común, pues al parecer todos montaban mecánicas diésel. En uno de los casos hemos podido incluso identificar dicha mecánica, el motor OM 642, un bloque V6 DOHC de 3.0 litros sobrealimentado que ha sido montado en numerosos modelos de tamaño medio y grande de la firma alemana.

Ejemplar del Mercedes Clase G W461.

Esta mecánica también fue empleada en modelos de Dodge, Chrysler y Jeep, pero ya no está disponible en ningún turismo de la marca alemana. El único modelo de Mercedes en el que es empleado actualmente es el Mercedes Sprinter, una furgoneta.

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Lo más curioso de este avistamiento no han sido las pruebas en sí, pues constantemente nos encontramos con vehículos midiendo sus emisiones en carretera abierta por toda Europa. Lo más llamativo ha sido la composición de esta caravana de prototipos, pues estaba formada por modelos descatalogados y algunos con bastantes años a sus espaldas.

Modelos

Por un lado encontramos un Mercedes Clase R post-facelift, el enorme monovolumen de lujo fabricado entre 2006 y 2017. También descubrimos un Mercedes Clase E generación W212, que fue reemplazado en 2016, y por último dos unidades del Mercedes Clase G. Una de ellas perteneciente a la serie W463 (variante de lujo) y la otra perteneciente al Clase G W461, más espartano y que fue ensamblado con la mecánica OM 642 de 3.0 litros entre 2007 y 2014.

El antiguo Clase E con las salidas de escape anormalmente largas.

Como podemos ver en las fotos espía de la galería superior, estos modelos contaban con su configuración de serie, salvo por las salidas de escape, que contaban con canalizaciones cilíndricas anormalmente largas en la mayoría de los casos, como las que se suelen emplear para conectar los equipos de mediciones de gases en carretera. El único de los modelos que no contaba con estas salidas de gran tamaño era el Clase R.

Nuestros fotógrafos pudieron asomarse al interior de la unidad más antigua del Mercedes Clase G y descubrieron toda una serie de dispositivos de pruebas que confirman que estas unidades están sirviendo para testar los componentes mecánicos.

Por la naturaleza de las pruebas y el aspecto de los vehículos creemos que estas se corresponden con tests de consumo y emisiones de antiguos motores turbodiésel de la compañía. Lo que tiene bastante sentido si tenemos en cuenta que Daimler tiene varios frentes legales abiertos en distintos países europeos por la polémica de las emisiones de algunos motores diésel.

Interior del Clase G W461.

El pasado mes de marzo Daimler llegó a un acuerdo con distintas autoridades estadounidenses, entre las que se encontraba el CARB (California Air Resources Board), la EPA (Environmental Protection Agency) y el propio Departamento de Justicia estadounidense, por los problemas con las emisiones de sus motores diésel y cuya suma final ascendió a 1.500 millones de dólares. Pero aún tiene varias causas pendientes tanto con las autoridades alemanas como las inglesas, además de varias demandas colectivas. Por lo que no sería de extrañar que estas pruebas estén relacionadas con el desarrollo de algún tipo de solución a modo de retrofit para dichas mecánicas, aunque también podría ser tan solo una investigación sobre el consumo real de estos motores en carretera abierta.

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