No cabe duda que todas las marcas están inmersas en uno de los mayores objetivos para la próxima década. La gran mayoría se ha marcado 2025 como el año tope para disponer de una gama de eléctricos adaptada a los gustos, necesidades y bolsillos cubriendo todos los segmentos.
PSA ya se ha embarcado en una estrategia que también comprende híbridos enchufables, pero ha entrado de lleno en uno de las categorías más competidas, el segmento B de los utilitarios con cuatro representantes, los Peugeot e-208, e-2008, Opel Corsa-e y DS 3 Crossback E-TENSE.

Pero, a pesar de que los franceses saben que la producción de un eléctrico comparada con la de un modelo de combustión es, aproximadamente un 60 por ciento más cara, sin duda explican que tiene ventajas a largo plazo.
El mayor coste que, en el mejor de los casos supone un 30 por ciento, corresponde a la batería, mientras que el resto son los propios del sistema de propulsión, motor eléctrico, electrónica de potencia y el sistema de refrigeración, razón por la que los modelos más pequeños optan por un sistema de aire y no de agua para contener los costes a pesar de cumplir con los pliegos de especificaciones.
Teniendo en cuenta estos factores, desde PSA apuntan que las ventajas son mayores, especialmente en el mantenimiento a largo plazo, aunque los precios sean mayores. La menor complejidad y el menor número de piezas supone menos tiempo en las reparaciones, apuntando a nada menos que un tercio de lo que gastamos en revisiones, mantenimiento y servicio en un modelo de combustión.