Motor.es

Virutas F1Los gozos y las sombras de Fernando Alonso

Fernando Alonso se jubila de la Fórmula 1, y aunque era más lógica su marcha que la continuidad, no deja de sorprender. No hay muchos cuerpos que soporten una quinta temporada en el equipo que hoy está séptimo y hay pocas pistas que hagan pensar que en 2019 McLaren vaya a estar infinitamente mejor. ALO se marcha no harto de no ganar, sino harto de ir a una guerra nuclear con el armamento de la sota de bastos.

20 min. lectura

Publicado: 15/08/2018 18:30

Un tipo binario como Alonso merece una reflexión binaria. Gozos y sombras, como en el libro de Torrente Ballester.

Los gozos

En una de las novelas cumbre de la literatura española un tipo llega a una pequeña localidad gallega y lo trastoca todo. Eso fue lo que hizo el de Oviedo nada más llegar a la F1, agitar un avispero en el que pronto se convirtió en una de las vedettes más rutilantes. No me lo han contado, sino que lo vi con mis presbíticos ojos. Se reían de él, de Adrián Campos cuando lo afirmaba por el paddock del Open Nissan en 1999. Los presentes lo miraban como si fuera uno de esos pirados que hablan de la tierra plana al escuchar “este tío va a jubilar a Schumacher”. Alonso llegó, y no sólo sometió al piloto más exitoso de todos los tiempos (con permiso de Diocles), sino que lo acabó mandando al asilo. Campos tenía razón, aquel paliducho y silencioso chavea, de gesto inexpresivo y manos casi permanentemente en los bolsillos, no es que derrotara al heptacampeón, sino que hasta llegó a juguetear con él sobre el asfalto como en aquella inolvidable carrera de Imola, o lo dejó bizco tras pasarle por fuera en la 130R de Suzuka.

Hay más ejemplos de una lucha increíble entre los dos. Con la única excepción de Lewis Hamilton, con el que acabó en empate técnico, durante casi dos décadas el bicampeón ha arrasado, cuando no humillado, a todos y cada uno de sus compañeros. Ha sido un referente para pilotos y expertos. No el hombre a batir, sino al que temer, y el que durante una década ha sido firme candidato a títulos incluso teniendo peor material que sus oponentes. Quien crea que es el mejor piloto del mundo se equivoca, pero el que le saque del grupo de los diez mejores de la historia también. A día de hoy sigue siendo el sexto con mayor número de victorias, y si su destino del último lustro hubiera sido otro, ajeno a sus habilidades, su estadística personal no hubiera sufrido el inmerecido bajón que muestra.

Calcula ahora el precio de tu seguro de coche

¡Infórmate!

El que ponga en duda la valía de Fernando Alonso Díaz al volante es que tiene su cabeza tan hervida como los langostinos de Sanlucar de los que ponen en El Romerijo. Es uno de los pocos tíos que con un cuchillo puede ganar a un colega armado con una pistola, o dicho de otra manera: con coche inferior puede dejar atrás a otro, de los buenos, con más maquinaria y lo ha demostrado. Si no siempre ha sido el más rápido a una vuelta él mismo afirma esto, su contundencia en carrera, su visión periférica de todo lo que ocurre a su alrededor, de avanzar puestos, y su capacidad de eludir problemas al tiempo que sacar tajada siempre es digna de estudio. Cualquier piloto que haya corrido contra él sabe que como le dejes un hueco, date por devorado. Alonso es un One Man Army, corredor, estratega e ingeniero de pista en una sola persona. Si pudiera, se bajaría en los pit-stops a ayudar con una sola idea en mente: ser el mejor de todos sus mecánicos. ALO no quiere perder ni a las chapas, y como asesino en serie acabaría en una semana con los vecinos de una ciudad mediana.

El asturiano ha conseguido algo muy difícil: ser valioso durante quince años. James Hunt abandonó la competición apenas dos años después de ser Campeón, o a Nigel Mansell nadie le quería dar cobijo tras su último título, o Senna rebajó sus requisitos cinerarios para irse a Williams, pero Alonso no sólo ha recibido ofertas de prácticamente toda la parrilla, sino en más de una ocasión por parte de un mismo equipo. Ha tenido sueldo de superestrella aunque no gane ni títulos ni carreras y esto es algo que no se puede decir de casi nadie. El que crea que los directores de escudería regalan los millones porque un corredor les caiga bien es porque tiene la cabeza donde Bob Esponja salta a la comba con Dora la Exploradora. En este negocio nadie regala nada y si le endiñan esas mortacas es porque lo vale, compensa con puntos, logros netos o publicidad.

Antes de hacer ofertas a nadie, la F1 tira de estudios, baremos, impactos, previsiones y mil simulaciones que aseguren que esto vale lo que vale. A ojo de buen cubero, entre nómina y patrocinios el de Oviedo ha visto pasar por su banco unos 500 millones de leuros, a los que si quitas entre un tercio y la mitad de comisiones e impuestos, se te puede quedar en algo más de 300 millones de euros acumulados en su cuenta, una colección de coches, alguna obra de arte y unas pocas casas, nada ostentosas. Todo eso se lo ha ganado y discutirlo es bastante absurdo. Los que arremeten contra los pilotos de pago deberían saber que este tío es justo su antítesis y en lugar de llegar con dinero bajo el brazo, los que ya lo tenían lo traen a donde esté él, porque al final se suele obtener un beneficio. El que dude de esto que vaya a preguntar al Banco de Santander, por poner un ejemplo de corte indiscutible.

Alonso elevó en nuestro país a deporte de masas lo que era terreno de frikis y quemaos

En España no gusta el deporte, sino los ganadores del deporte; esa es la realidad. Si no ganas, aunque llegues el segundo, ya vales mucho menos y ALO sacó a la F1 de los pies de página su foto a abrir Telediarios, del más absoluto desinterés a copar las charlas de bar y cuñados de diverso pelaje, de la especialidad que seguían cuatro gatos a que la selva al completo supiera hasta las películas que veía en su portátil cuando surcaba los cielos de circuito en circuito. Alonso elevó en nuestro país a deporte de masas lo que era terreno de frikis y quemaos. A pesar de que aún tiene cosas que decir con un volante en las manos, se ha ganado de sobras un asiento preferente en el Olimpo de grandes deportistas de nuestra historia junto a Nieto, Seve, Blume, Induráin, Gasol, Nadal, Iniesta, Raúl, Tormo, Sainz y unos pocos más pero no hay tantos. Si el rey ha muerto, que viva el rey y gracias por todo lo que nos trajo a los aficionados a la velocidad, el humo, el ruido, las carreras, los accidentes, las averías y todo lo que traen las carreras.

Las sombras

Todo sol proyecta una penumbra y la luz de Alonso, como las velas de Blade Runner, ha sido fuerte durante muchos años. Odiado y adorado a partes iguales, consiguió sin planearlo y de forma sorprendente un efecto dual entre público, expertos y directivos con amantes y detractores. De forma paradigmática sólo un tipo como el asturiano, cada quince días en televisión, ganador de carreras y en un deporte glamouroso generaba esa carga de acidez de los que no le tragan, incluso ganando carreras, cuando sus contemporáneos gozaban de una popularidad sin precedentes. Gasol, Nadal o Iniesta son adorados casi sin fisuras y sin embargo Alonso tiene una enorme caterva de detractores.

Estos antiseguidores desprecian sus aciertos y celebraban accidentes, errores y desdichas. Jactarse del destino desfavorable de cualquiera es propio de gente con mala leche, pero cada cual es muy dueño de dirigir sus frustraciones sobre lo que les plazca y de sentir por el asturiano lo que les salga del alma. Si sobre el asfalto ALO era implacable, al bajarse de sus coches se convertía en un tipo normal, tan repleto de errores como cualquiera. Tan capaz de ir sin fotógrafos a visitar a un niño enfermo terminal en su casa, como de pegarle una airada bronca a un aficionado en un circuito por agotar la tarjeta de memoria de su cámara ante su figura, “que no te firmo nada, que me has hecho muchas fotos; parecías un paparazzi”. Palabra de testigo.

Alonso era la antítesis de Valentino Rossi, que jamás niega nada a un seguidor. El de Oviedo se siente a gusto en grupos pequeños, rodeado de los suyos y los jaleos no le agradan. No quiere saber nada del resto del planeta y la laxa comodidad de un entorno cerrado es donde mejor se encuentra. Mi equipo, mis ingenieros, mis mecánicos, mis amigos, mi familia y todo los que no sea eso le sobra. En 15 años su manager ha recibido miles, o puede que decenas de miles de solicitudes de entrevistas, y una tras otra las fue denegando. Alérgico a todo tipo de encuentro con la prensa que no sea estrictamente especializada (y dentro de esa, afín), mandaba al cuerno a todo periodista que se le arrimase.

Nadie dice que no a una entrevista al Loco de la Colina, que siempre mandaba a sus huestes a gestionar estas cosas y el tío se plantó en el Circuito de Jerez subido en su Bentley para recibir un rotundo no por parte de Fernando. Lewis, o Button han protagonizado más portadas de dominicales ibéricos que Alonso, a los que nunca dijo si. Ni a las televisiones. Si Lewis Hamilton se reserva dos semanas para las relaciones públicas tras cada uno de sus títulos, ALO ha estado en cuatro ocasiones en televisiones generalistas en dos décadas, dos de ellas en El Hormiguero. Cuando se abrió su cuenta de Twitter, su primer mensaje fue “ya podéis leerme sin interferencias”. La prensa que le encumbró le molestaba y de ahí la censura digital con bloqueos a la mitad del periodismo patrio. “O me halagas o no te quiero conmigo”, parecía una consigna que dejó estupefacta a media profesión como a éste al que lees. Virutas no tiene ni idea de lo que hace o dice Alonso, está censurado, vetado, y de llevarle en su moto cuando se accidentaba en otras categorías o dar abrazos al verle, ha pasado a ser un mueble al que no mirar cuando te lo cruzas por un paddock. Lo binario es como un imán: o atraes o repeles y casi siempre debido a algo que no ves.

La visión radical del bicampeón dejó un reguero de antipatías dentro de paddock y esto ha sido en gran medida el martillo que clavó su ataúd en la categoría. El padre del más político de todos los pilotos era capataz de los artificieros en una mina. Muchos creen que José Luís le pasó sus conocimientos a Fernando y que aprendió a poner dinamita bajo las posaderas de muchos de los que fueron sus jefes. No hay pruebas de que haya relación directa entre una cosa y otra, pero no es incierto que 2007 fue un año explosivo. En 2008 y una vez aclarado, y probablemente negociado, Ron Dennis desapareció de escena como daño colateral. Esa temporada llegó el Crashgate de Singapur. Todo apunta a que Alonso no estaba involucrado, pero después Flavio Briatore saltó por la borda para volver sólo como turista. Llegó a Ferrari y tras cinco años más que dignos, pero infructuosos de títulos, los tiburones se comieron a Montezemolo y Mattiacci. De remate Ferrari y Fernando se divorciaron de forma ruidosa más tarde.

No se puede afirmar que Alonso sea responsable de estas bajas, pero sí que todos estos ataúdes los llevó él a hombros

Tras esto llegó contra todo pronóstico a McLaren-Honda y en su presencia cayeron en combate los soldados Whitmarsh, el recuperado Dennis, Eric Boullier y Honda. En la revolución francesa rodaron menos cabezas. No se puede afirmar que Alonso sea responsable de estas bajas, pero sí que todos estos ataúdes los llevó él a hombros. Este poso le ha dejado una etiqueta de tío peligroso para los directivos. Si su manejo en pista es incuestionable, cuando se baja del coche se le teme y hay muchos que le han ido echando la cruz por el camino. Se la echó Todt cuando prefirió irse a Renault, se la echaron en Mercedes cuando les costó 40 millones de euros por el Spygate como socios propietarios del equipo, se la echaron en Red Bull cuando Mateschitz, que era su mayor fan, le ofreció la luna y recibió un corte de mangas en dos ocasiones es un reguero.

Cuando dicen “es que nadie le da un coche competitivo”, pocos valoran por qué ninguno de los equipos que tienen uno de esos bólidos le ofrece un asiento y es sencillo: no les compensa. Hay más valor en un buen monoplaza que en un buen piloto para ganar, la aportación de un corredor ronda el 20 o 30% de las victorias, pero si el 10% que tu piloto no aporta lo trae el coche, lo del piloto extraordinario se torna en menos necesario. ¿Por qué en Ferrari, Red Bull o Mercedes no le fichaban? Pues porque no le querían.

La realidad es que tras sus dos coronas condujo en McLaren el mejor coche, con el mejor equipo y no ganó. Se volvió a Renault y aquello era otra formación, en la que estuvo condenado a vegetar. Se fue a Ferrari cuando la Scuderia era una sombra de lo que imaginó y volvió sobre sus pasos a McLaren, un equipo fallido en muchos aspectos, para conseguir una de las estadísticas más tristes de la historia de este deporte. En su momento pudo quedarse en McLaren, no se quedó y ganaron. Pudo irse a Honda-Brawn, no se fue, y ganaron. Pudo irse a Red Bull, no se fue y ganaron. Si en carrera ALO tiene una visión única de dron artillado, su estrategia de fichajes y visión de futuro arroja una ristra de desatinos sin precedentes. Para ir a la guerra elige a Alonso de compañero, pero para una decisión importante de tu vida, pídele consejo y haz justo lo contrario.

Epílogo: Fernando Alonso Díaz cambió el rumbo de este deporte en España, pero aunque fue un punto de referencia, no consiguió marcar una época en base a decisiones, a priori correctas, aunque le llevaron a resultados indeseados. Sin él las carreras no serán peores, pero la F1 sí. En lo personal no le echaré de menos, pero en lo deportivo me hizo disfrutar de grandes e inolvidables momentos. Gracias por la parte que hubo de buena, que es con la que me pienso quedar. Los españoles nunca volveremos a vivir una época como ésta, puede que otras mejores o peores, pero no como el periodo 2005-2014. Esa fue la década prodigiosa del automovilismo patrio en la Fórmula 1 y todo lo demás será distinto, otra cosa.

Fotos: McLaren Racing | Scuderia Ferrari

Compártela en:

Pixel