Respondo a la gran pregunta tras probar todo tipo de coches eléctricos, ¿son "lavadoras con ruedas" o pueden ser tan divertidos como uno térmico?

Cada vez son más los coches eléctricos que circulan por nuestras calles. Pueden presumir de prestaciones y de ser eficientes, pero ¿pueden competir en el campo de las emociones? Tras probar todo tipo de coches eléctricos esta es mi opinión.

Respondo a la gran pregunta tras probar todo tipo de coches eléctricos, ¿son "lavadoras con ruedas" o pueden ser tan divertidos como uno térmico?
El Renault 5 es el ejemplo más claro de cómo ha cambiado la industria del automóvil.

12 min. lectura

Publicado: 12/08/2025 09:05

Si miras a izquierda o a derecha descubrirás uno o varios coches eléctricos. La electromovilidad es ya una realidad absoluta y palpable. Cada vez se venden más coches eléctricos en España, en Europa y en el mundo. Vehículos de todo tipo, desde pequeños y prácticos urbanos o utilitarios hasta más grandes y poderosos coches pensados para viajar o correr. Las marcas se afanan en ofrecernos productos cada vez más atractivos, rápidos y eficientes. Modelos que se anuncian con pasión pero ¿son capaces de igualar a los de combustión?

Si eres de los que la gasolina corre por tus venas estarás convencido de que es imposible que un coche eléctrico sea igual de divertido que uno de combustión. Al igual que tampoco hay forma de convencer a un aficionado al coche eléctrico que regrese a la combustión. Ambos bandos están separados por un abismo filosófico irreconciliable. Sin embargo, mi posición como probador de coches me deja en una situación intermedia que me permite resolver la duda.

Europa ha enfrentado a los conductores

Ni los ICE pueden igualar a los EV ni los EV a los ICE.

Por mis manos y por las de mis compañeros han pasado multitud de coches a lo largo de estos años. Tras más de 15 años probando todos los coches del mercado creo que estoy en la privilegiada posición de decir con criterio y sin prejuicios qué es mejor. Creo que puedo resolver la eterna duda de si un coche eléctrico, las mal llamadas 'lavadoras con ruedas' es igual de divertido que uno de combustión.

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Lo primero que tengo que decir es que no me gustan los términos despectivos 'lavadora con ruedas' ni 'dinosaurios' o 'zumo de dinosaurio'. Creo que cuando se usan quedan al descubierto los prejuicios. Los coches eléctricos tienen sus ventajas y los coches de combustión las suyas. ¿Qué es mejor? Ni uno ni lo otro. No deberíamos tener que escoger bando. Los políticos nos han puesto en esa situación. Se puede disfrutar del juego desplegado por un equipo rival por el simple amor a un deporte. Con los coches eléctricos pasa lo mismo. Creo firmemente en la libertad de usuario. Cada uno debería decidir que es lo que mejor se adapta a sus necesidades y gustos sin tener que sufrir el acoso de un lado, de otro, o del político de turno que esgrima la presidencia en ese momento.

Por sí solo ese ya es un debate que puede llevarnos horas o días, pero aquí hemos venido a hablar de diversión al volante y ahí, lo siento, pero no me cabe ninguna duda que la combustión sigue ganando por goleada. A lo largo de los más de 120 años de historia hemos creado un sentimiento, una pasión, en torno a las carreras y a lo que estas representan. ¿Qué significa divertirse al volante? En su formato más clásico, la diversión está asociada a la velocidad, a la dinámica de conducción, a las sensaciones y al ruido. Quede claro que en ningún caso he usado el término potencia.

¿Qué pesa más en la diversión al volante? ¿Velocidad o sensaciones?

Dodge sacó a la venta el primer muscle car eléctrico con no muy buenos resultados.

La potencia no define la deportividad de un coche, sí se presupone, pero una cifra por sí misma no representa nada si no se le acompaña de un contexto. He probado coches tan pequeños como el Suzuki Ignis y me lo he pasado genial. También con el Dacia Spring, su equivalente eléctrico. Es más, considero que las cifras de potencia que hoy acostumbramos a ver son ridículas y peligrosas. Que un coche tenga 500 caballos es muy chulo, pero semejante potencia supone una gran responsabilidad. Los deportivos se han 'civilizado' gracias a la electrónica. Hoy casi cualquiera puede conducir un Audi R8 sin matarse, pero los eléctricos complican la fórmula.

Con pesos muy por encima de la barrera de los 2.000 kilogramos, el problema no es la velocidad que se pueda alcanzar. El problema llega a la hora de contener y/o frenar tanta masa a tanta velocidad. Dinámicamente hablando, un coche eléctrico tiene muchas más ventajas para ser ágil, por potencia y por centro de gravedad. El peso va situado muy abajo (gracias a la batería) lo que reduce las oscilaciones de la carrocería. La entrega de potencia eléctrica es inmediata, por lo que dinámicamente hablando puedo llegar a reconocer que el paso por curva de un eléctrico, a pesar del peso, es mejor.

La combustión no ha dicho su última palabra.

Analíticamente hablando lo es. Tampoco se puede negar que aceleran más deprisa y que la potencia de un coche electrificado es sensiblemente mayor. Todo eso lo acepto, lo asumo y lo defiendo, pero una vez más recalco que aquí hemos venido a hablar de sensaciones, de diversión. Corre más, acelera más y dinámicamente hablando son iguales o mejores, pero no son más divertidos de conducir. ¿Por qué? Le falta algo que ningún ingeniero, avance tecnológico o equipo de sonido es capaz de corregir; el sonido.

A la hora de viajar por carretera buscamos coches cómodos que hagan el menor ruido posible, pero cuando hablamos de conducción se busca lo contrario. Coches que planteen retos, que transmitan al conductor una sensación alegre, pasional. Ya sea con un cambio de marchas manual o con el sonido del escape. Estirar el cuentarevoluciones al máximo y cambiar de marcha es una experiencia sensacional para quienes gustamos de estar tras el volante. Sirva como analogía la carne sintética: parece carne, sabe como la carne, pero no es carne.

La potencia no es más que un número

Los deportivos con enchufe representan la nueva generación.

Con los eléctricos pasa lo mismo. Por muchos mordiscos que le metas, por muchas recetas que busques, por muchos sabores que experimentes, no es carne, no es un coche de combustión y no pasa absolutamente nada. Vuelvo al principio donde he defendido y siempre defenderé la libertad para escoger el coche que cada uno quiera. Nadie debería coartar esa libertad y mucho menos romper la libertad de cualquiera que no pueda acceder a un coche eléctrico por el motivo que sea. Lo justo es defender cada postura sin tratar de imponer nada al contrario.

Acepto el coche eléctrico, pero no permito que nadie me quiera imponer que son igual de pasionales o divertidos. He probado casi todos los coches eléctricos del mercado y te aseguro que ninguno me ha transmitido lo mismo que un coche de combustión. No hace falta irse a la dimensión de un R8, basta con coger un Toyota GR86 o un Hyundai i30 N. Es más, un coche con 200 caballos es igual o más divertido que un R8 de 620 caballos. Puedes llevarlo al límite durante más tiempo sin sentir peligro. De nada sirve que un coche eléctrico acelere de 0 a 100 km/h en 2 segundos. Es algo que no me dice nada. Está bien, pero la gracia se acaba demasiado deprisa.

Sólo hay que echar un vistazo al mundo para darse cuenta que los deportivos eléctricos han empezado a flojear antes incluso de tocar techo. El Model S Plaid redefinió los conceptos de lo que una berlina deportiva puede hacer y el Porsche Taycan lo ha confirmado. El primer eléctrico de Porsche se ha pegado un batacazo tras tres buenos años a la venta, ¿por qué? Porque los ricos no entienden de modas o crisis. A ellos les da igual pagar la gasolina a 2 euros el litro. Les dan igual las etiquetas medioambientales y les da igual lo que cualquiera de los 720 europarlamentarios puedan decir.

A los ricos les da exactamente igual los coches eléctricos

El caso del Taycan ha demostrado que a los ricos les importa poco la electricidad.

Hoy un coche eléctrico chino como el Xiaomi SU7 Ultra es capaz de ofrecer más de 1.300 caballos de potencia. Más del doble del R8 más potente que jamás se haya fabricado. Podrían haberle puesto 3.000 caballos o 4.000, pero no hay cifra que iguales las sensaciones de un pequeño Mazda MX-5 de 180 caballos. Nada. Incluso el hiperdeportivo eléctrico más extraordinario del mundo, el Rimac Nevera, sufre la crisis de deportividad de los eléctricos. Ha batido todos los registros habidos y por haber, pero todavía no ha conseguido vender toda la producción. En cambio. Un Bugatti que vale más ha agotado sus existencias.

Los eléctricos son lo que son. Son herramientas de precisión frente a elementos analógicos. Los unos nunca podrán igualar las circunstancias del otro. Todavía no se ha fabricado un coche eléctrico capaz de ofrecer la misma diversión al volante que uno térmico. Tienen muchas otras cualidades de las que no reniego, pero lo que es pasión, les falta a cucharadas.

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