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Las luces o faros antiniebla forman parte del sistema de iluminación de un vehículo y su misión es clara: mejorar la visibilidad en condiciones de niebla o lluvia intensas, u otras situaciones en las que nuestra visibilidad se pueda ver comprometida.
Las luces antiniebla emiten una luz con una longitud de onda especial, diseñada para penetrar mejor en la niebla o lluvia intensa y ofrecer una mayor claridad. Con el paso de los años, la tecnología ha mejorado y han ido cambiando su posición, pero su función se ha mantenido intacta.
Vistas por primera vez en vehículos en la década de los 30 del siglo pasado, estas lucesse activan de una forma sencilla, si bien algunos vehículos de ellos disponen de un único botón, interruptor o selector que hay que pulsar en varias ocasiones para escoger entre ellas o las dos juntas. Otros, en cambio, disponen de mandos diferentes, pero siempre están conectadas al sistema de luces de cruce.
Muchos vehículos tienen luces antiniebla en la parte delantera y trasera; sin embargo, no siempre las encontramos en la zona de delante, estando reservados en muchos casos al equipamiento de seguridad opcional o a niveles de equipamiento altos.
Es el Reglamento General de Circulación el que, en su artículo 106, establece la obligatoriedad únicamente de disponer de al menos una luz antiniebla trasera. Su encendido se indicará con los testigos correspondientes en el cuadro de instrumentos del vehículo: verde para las delanteras y naranja para las traseras.
De disponer de luces antiniebla en la parte delantera, están emiten una luz blanca más amplia y con un ángulo más bajo que las luces de carretera convencionales. Estas permiten al conductor poder ver en estas situaciones de escasa visibilidad, iluminando el área más próxima al suelo y evitando así la reflexión de la luz en la niebla o lluvia.
Para la parte trasera, la normativa establece que los vehículos deben ir equipados de forma obligatoria con al menos un faro antiniebla trasero, de color rojo. En caso de llevar solo una, deberá ubicarse en el lado izquierdo. Su función principal es la de que otros conductores te puedan ver en situaciones de visibilidad escasa.
El uso de las antiniebla delanteras está indicado para situaciones de niebla, nieve, lluvia intensa, nubes de polvo o de humo. Por su parte, las antiniebla traseras se deben encender únicamente en situaciones de lluvia o nieve intensa, niebla espesa, o bien con nubes de humo o polvo intensas.
Como decíamos, es el Reglamento General de Circulación el que establece las condiciones en las que se deben usar las luces antiniebla. El motivo es que estas luces pueden llegar a deslumbrar al resto de conductores en situaciones en las que hay una visibilidad correcta.
En el caso de usar indebidamente estas luces, tanto por defecto como por exceso, te arriesgas a una multa de tráfico. En el caso de no llevar las luces antiniebla puestas cuando corresponde, la sanción económica es de 200 euros, con reducción del 50 por ciento por pronto pago.
En cambio, si llevas las luces puestas cuando la visibilidad es correcta, la sanción es de 100 euros. Por ello, cuando salgamos de una zona en la que se había reducido nuestra visibilidad al volante, tendremos que acordarnos de apagar estas luces. En ambos casos, no se retirará ningún punto del carnet por ambas multas.
La Escuela de conducción RACE nos da una serie de consejos útiles para aplicar cuando conducimos en situaciones de baja visibilidad por niebla:
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