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Virutas F1Curso de fontanería

Hace unos años en un país escandinavo se dieron cuenta de que un nutrido y muy concreto grupo de sus jóvenes eran cada vez más zoquetes. Investigaron y llegaron a una conclusión.

Curso de fontanería
De izquierda a derecha, Lawrence Stroll, Toto Wolff y Sergio Pérez.

26 min. lectura

Publicado: 23/06/2021 13:30

Durante su gestación sus madres se sentaban en unos sofás cubiertos por un tejido que bañado en ciertos tintes y colorantes especiales afectaban a la formación del feto. Esto nos lleva a una conclusión: a veces se llega a situaciones que nunca imaginaste… pero tras ellas siempre hay una causa.

La Fórmula 1 es un campo de minas formado por una densa tela de araña de decenas de intereses cruzados. Hay connotaciones económicas, políticas, industriales, de imagen, para alimentar egos, de tipo empresarial, personal, internacional, o geopolíticas. Y donde hay tantos intereses siempre hay fontanería, un juego bajo la mesa que no se ve, pero que conspira en las sombras para que todo funcione. El resultado es que tengas un menú que trasegar sobre tu mesa cada fin de semana al tiempo que haya una tajada bien repartida entre todos los actores de primera, segunda y tercera filas.

Lo que vas a leer en esta viruta puede que no sea preciso al ciento por ciento pero todo ello ha ocurrido en mayor o menor medida para que el mundial de Fórmula 1 de 2021 se acabe celebrando con la parrilla que conoces. La información que vas a leer y luego digerir está basada en noticias, rumores, afirmaciones más o menos veladas, declaraciones intempestivas o confidencias casi de alcoba. Todo ello ha dibujado el mundial de 2021. Acompaña al fontanero y vas a conocer cómo funcionan algunos mecanismos del poder en la Fórmula 1.

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Esteban Ocon

Ni están todos los que son, ni nos van a visitar todos los que están, pero gran parte del batiburrillo de fichajes en la actual Fórmula 1 lo inició Lawrence Stroll, uno de los personajes más disruptivos que ha aterrizado en la especialidad en lo que va de milenio. El millonario canadiense padre de Lance se hizo cargo de la estructura de Force India, para reconvertirla en el mismo equipo pero aderezado con la ramplona y poco imaginativa denominación de Racing Point. Hasta ese momento Aston Martin aún no formaba parte de la baraja y solo era un adorno en los alerones traseros de los Red Bull. Del productivo dúo formado por Checo Pérez y Esteban Ocon en la temporada 2018, el segundo fue víctima de la guillotina deportiva para dejar sitio al hijo del propietario. Llegaba amo nuevo y traía de la mano a su primogénito. El defenestrado galo de hispánico nombre fue recuperado en Renault cuando espacio quedó, y lo hizo pasando por delante de Nicolas Todt, hijo del presidente de FIA, manager de Felipe Massa y gran conocido de Toto Wolf en su vida previa a la F1.

El austriaco era proveedor de motores del equipo ASM de Fórmula 3 cuando estuvo dirigido por Frederic Vasseur, actual capo en Alfa Romeo, y del que era socio Todt Jr. La empresa de la que era accionista Wolff, HWA, retocaba motores en una suerte de spinoff de AMG para atender a este mercado. Con el tiempo Vasseur y Todt rebautizaron su equipo como algo que te sonará un poco más: ART, una de las escuderías señeras de la GP2 durante años. Toto vendió sus acciones en HWA pero sigue teniendo mano a pesar de que andan en horas bajas. Las actuales regulaciones FIA en lo tocante a este tipo de motores y al ahora limitado de su mercado potencial les está marcando su destino.

Esteban Ocon renovó recientemente su contrato con Alpine por tres temporadas más.

De un tiempo a esta parte la carrera de Ocon es dirigida por Toto y el corredor no pone ni una chapa; es de hecho el piloto con menos bagaje patrocinatorio que puebla el actual paddock de la F1. El bueno de Esteban volvió al cockpit de un F1 de la mano de Renault y que sea francés no es tan importante como sí lo es un pequeño detalle que escapa al ojo del profano: la relación que existe entre las marcas Mercedes y Renault. Aquí hay un viaje de motores en dos trayectorias que se cruzan, y es lo que impulsa a pensar que siempre estarán de acuerdo. De todos es sabido que muchos modelos de la escala básica de Mercedes, sobre todo los ahora demonizados diésel, son fabricados por la firma del rombo. Al mismo tiempo, se rumorea por los mentideros más arrinconados del paddock que los galos recibieron ayuda de Mercedes en el desarrollo inicial de sus propulsores de F1. Huelga recordar la minicrisis que se armó alrededor de los motores de Viry-Chatillon durante el estreno de la era híbrida en Jerez. Desde el minuto uno se supo que no iban bien, y desde ese inicio ya se empezó a hablar de una siguiente generación de propulsores, la actual para los franceses, en la que se dice que han recibido algún consejo amigo.

Aston Martin

De vuelta al inicio de la jugada de geoestrategia paddockera Lawrence Stroll, el papá del piloto, anda vendiendo gran parte de sus más preciados bienes. Circuito en venta, casas en venta y colecciones de coches en venta. De esto último se ha hecho cargo una empresa especializada de Ginebra, Kidston Automobile, y no vende uno o dos coches sino todos sus coches. Todos. Stroll es canadiense aunque residente en Suiza y esto es un detalle importante. El padre de Lance protagonizó uno de los divorcios más caros de la historia del país helvético; se casó con su nueva esposa el año pasado en Barbados tras la última carrera de la temporada tal y como suelen hacer los pilotos… hay cambios vitales de orden mayor en estos tiempos. En principio la idea es quedarse con la casa de Gstaad y probablemente una en la capital Suiza desde donde opera todo su patrimonio.

En épocas recientes la marca Mercedes estuvo a un tris de quedarse Aston Martin. Se introdujo en el accionariado pero estuvieron echando cuentas durante mucho tiempo y no acababan de dar el paso definitivo. Lawrence Stroll vio una oportunidad tras una profunda crisis de la marca con caída de orden mayor en el volumen de ventas y su valor en bolsa, así que juntó a unos pocos colegas ricos, la mayoría de ellos suizos, y se hizo con el control de Aston Martin con la idea final de recolocárselo a Mercedes. Previamente a esta jugada Ola Kallenius no debió verlo del todo claro y desde Mercedes les mandaron un gerente de su confianza para ir olisqueando. En la cabeza estaba Stroll pero el control era en cierto modo de los alemanes. Antes de esta jugada Aston Martin era de un grupo inversor hindú, con muy conocidos accionistas como el español Juan Abelló.

El financiero madrileño llegó a tener en 2013 el 37,5% de los valores. Entre los amigos ricos de Stroll que se han quedado con la marca no está un grupo industrial suizo que ahora son sus socios de manera forzada y que se los encontró cuando se hizo cargo del negocio. Estos señores, los socios impuestos, tienen sus pies metidos en tres tipos de negocio: material médico de alto nivel, hoteles y el concesionario de Aston Martin que más dinero hace ganar a la marca, el de Sankt Gallene, una de las ciudades más ricas, del país más rico, donde tienen sede los bancos más ricos. Se dice que más de la mitad de la pasta que entra en la firma lo hace a través de esta concesión en base a coches personalizados, modelos exclusivos, y encargos hechos a medida para los clientes más especiales del planeta, que todos pasan por los alrededores. De hecho fue de ellos de donde partió la idea de construir el Valkyrie, del que en principio iban a ser fabricados sesenta y ocho unidades y ellos creían tenerlas vendidas casi todas a razón de unos tres minolles de leuros.

Estos señores, los sanktgallereños, querían el control de la firma y el de Canadá se les adelantó; ahora no les queda otra que ponerse de acuerdo. Añade un pequeño dato extra. Cuando Mercedes decidió abandonar el DTM hubo una marca que se integró, al menos de forma temporal en el certamen de turismos germano: Aston Martin. Pero su coche no era exactamente un Aston Martin sino una carrocería de esta firma y un motor que no era Mercedes, sino HWA, ese fabricante de motores que una vez dirigió... Toto Wolff, y con los que sigue manteniendo relaciones.

A Stroll, ahora cochefabricante, le toca el marronaco del Covid pero aunque sea rico y tenga pasta para enterrar a todos los que lean este artículo con billetes de 500, sus bolsillos no tienen la profundidad del propio de grupos automovilísticos como la propia Mercedes, BMW o Toyota. Aston Martin no deja de ser un constructor de nicho y a menos que se una a grupos como FCA o Stellantis, ha de sacarse a sí mismo del atolladero, de ahí sus urgencias en sacar modelos nuevos, SUVs, y coches de acceso a la gama; tiene prisa. ¿Y cómo los va a vender? Pues con un Sebastian Vettel que aún sigue estando muy bien mirado y goza de simpatías, sobre todo en un mercado de importancia capital: Alemania. De ahí que se rumoree que su sueldo, una decena de millones más bonus, no lo pague el equipo sino la marca. Stroll padre parece un hombre con una misión: convertir a su príncipe heredero en Campeón del Mundo, y es para esto para lo que ha dinamitado gran parte de sus activos más preciados... Salen por la puerta circuito, coches y casas, y entran del orden de doscientos nuevos empleados que se suman a los fichajes de los últimos dos años desde que llegó.

Sebastian Vettel sigue siendo un piloto relevante a nivel de marketing.

La conclusión es: «Como no puedo quedarme con Mercedes, voy a construirme una», y de ahí todas estas jugadas. Hay más. Aunque la Fórmula 1 sea un negocio que no se parezca a ningún otro, resulta obvio que Stroll es un tipo que sabe hacer funcionar estructuras empresariales. Cuando aterrizó en Silverstone se hizo cargo de las deudas de Force India y llamó a consultas a algunos de sus proveedores principales. Pretende seguir la senda que dibujó allí mismo Eddie Jordan, creando lo mínimo posible en su factoría y comprando mucho, de ahí que haya ayudado financieramente a algunas compañías auxiliares para que se instalen al lado de su nueva factoría de 200 millones de euros, a tiro de piedra del circuito. Hasta hoy, y que se sepa, todos ellos han dicho que sí. Hizo crecer la plantilla de 350 currantes hasta casi 600. Ahora ha dicho que 200 más… y si a esos añades los de las contratas y proveedores VIP que tendrá al lado su plantilla será una de las más grandes del paddock (y la jugada de los proveedores parece alineada con los límites presupuestarios, para que esa plantilla en la sombra no conste como propia) Una de dos: o eso acaba funcionando o será la voladura controlada de fajos de billetes más espectacular de la historia del automovilismo en mucho tiempo. Que haya suerte.

Ferrari

Más. Se dice que en Ferrari la desaparición de Sergio Marchionne sembró el caos en Maranello, y por ello necesitan buscar un norte tangible. Su sustituto, Louis Camilleri, era un tipo de reconocida valía pero debió pasarlo muy mal con el Covid que pilló porque cuando salió por la puerta del hospital decidió hacer el petate e irse a vivir lo que le quede de vida de otra manera. Ahora acaban de poner a un sustituto del sustituto a la cabeza, Benedetto Vigna, el tercero en dos años. En su tarjeta de presentación, aunque esto habría sido parido con anterioridad, llegan el renovado Ristorante Cavallino y esa exótica línea de ropa carísima con caballos pintados por todas partes que ha sido acogida con frialdad por el mundo de la moda.

De lo que se habla menos es de la futura electrificación de la marca, con un modelo previsto al estilo del Porsche Taycan para 2025 y que a priori le ha sentado a la firma como una mina antitanque bajo la alfombrilla de la puerta. El banco de inversiones Goldman Sachs ha recomendado no comprar sus acciones ante el previsible descalabro de su valor cuando la marca pierda el aullido de sus motores. ¡Bum! Se viene el drama del silencio. De vuelta al equipo de carreras, su principal plataforma de marketing y promoción, Sebastian Vettel gozaba de las simpatías del desaparecido empresario aunque su falta de éxitos sembraron una atmósfera enrarecida en el edificio Gestione Sportiva. Las dos partes deciden romper la relación y en Liberty se pusieron muy nerviosos. «Vettel no puede quedarse fuera», rumiaron en sus oficinas de Londres en busca de una solución y le fue ofrecido a Mercedes.

Toto dijo no, pero llegó Papá Stroll y dijo «no os preocupéis, yo me hago cargo y os salvo la vida a todos». El canadiense compraría cuatro títulos a precio de derribo, añadiría el caché del que carece a su equipo, y se congraciaría con todos; una jugada política de calado con miras al medio y largo plazo que deja una deuda pendiente sobre la mesa.

Red Bull

El problema es que eso crea otro cirio pascual: saca a Checo Pérez de la parrilla. La presencia del mexicano es muy celebrada no sólo en México sino también en Estados Unidos. Pérez no solo arrastra mucha gente al Hermanos Rodriguez sino al COTA de Austin unos pocos kilómetros más arriba, que hay mucho mexicano asentado al norte y viven esto igual que sus paisanos del sur. El problema es que la continuidad de la carrera azteca está cogida con pinzas, con dudas acerca de su renovación, el soldado Pérez es uno de los baluartes para garantizar una prolongación del contrato… La frase que se escuchó a gritos en las oficinas de Liberty fue «¡sin Checo, no hay carrera!». Stroll se encuentra con esto de cara y si achica agua por babor, le entra por estribor. Empieza a recibir puyazos por todas partes y lo que creyó una jugada de campanillas le empieza a dar dolores de cabeza. El canadiense aún no maneja a toda la prensa ya que lleva muy poco tiempo en el paddock, no goza de muchas simpatías, le estaban empezando a poner la cara colorá pero va maquinando su jugada: que echen a Albon de Red Bull para colocar al mexicano.

En Red Bull no apreciaban el manejo y logros deportivos del anglotailandés pero les venía bien. Sabedores de que no lucharían por el título pusieron todos los huevos en el canasto de Max Verstappen y le utilizaron de conejillo de Indias. Alex era el que probaba diseños raros, elementos llevados al límite y que eran susceptibles de fallar, le metían cargas raras de combustible, hacía estrategias con la finalidad única de ayudar a su compañero, experimentaba con las gomas… El tipo aguantó el idem con aplomo y se comió todo el trabajo sucio. Stroll subió el nivel de su jugada: se fue a los medios ingleses, en especial a tres muy concretos, y le hizo la guerra por lo bajini. Las críticas contra Alex Albon que se pudieron observar a partir de mitades de 2020, en especial a través de Sky, eran una extraña novedad. Era raro el fin de semana que no le atizaban con la sota de bastos. Le estaban destrozando. Stroll sonreía acariciando su gato, y en Red Bull empezaban a inquietarse con la imagen que se estaba dando a través de su piloto. Los austriacos no querían echarle, de hecho sigue trabajando y mucho en la sombra. Albon conoce el RB16B muy bien, de hecho lo pilotaba el año pasado en su iteración previa, conoce los circuitos donde este año lo hacen correr Max y Checo, y se faja jornadas interminables de simulador incluso durante los Grandes Premios.

Sergio Pérez, una pieza relevante para el mercado americano.

No debería caer en saco roto un gesto pequeño pero muy revelador que acaeció hace unos días. El piloto mexicano dijo de él que «trabaja mucho en el simulador y con los ingenieros. Recuerdo que al llegar aquí no esperaba que fuera tan abierto conmigo, pero me explicó todos los problemas que tenía y cómo funciona el coche. (…) Agradezco el trabajo que está haciendo fin de semana tras fin de semana con el equipo y en el simulador. Esto es trabajo en equipo». Los insiders consultados han visto aquí la firma del propio equipo a la hora de agradecer el trabajo en las sombras de Alex. Horner y Marko no dan puntada sin hilo y el de Guadalajara ha servido de correa de transmisión de unas palabras, que compartidas, forman parte de un discurso corporativo.

En Milton-Keynes había otro problema: Honda se pira, se quedan sin motores. No quería volver con Renault, y Ferrari los mandó al mismo cuerno que Mercedes. Nadie les quiere dar armamento pesado sabedores de que en posesión de un buen motor los RB serán temibles. Esto fue otro dolor de cabeza para Liberty, al ver que el 20% de la parrilla podía quedarse varada así que había que hacer lo posible para que las peticiones de Red Bull en cuanto a la congelación de motores fueran aceptadas por todos. Los italianos se cabrearon, a Mercedes le dio igual, y Renault están solos. A la postre, en el periodo de poco más de dos semanas y contra todo pronóstico, todo este jaleo de la congelación de motores se aprobó, Honda seguirá como proveedor de Red Bull pero sin su nombre por medio, y Checo Pérez se anunció como piloto azul. Todo hace pensar que el carrerista azteca entró dentro de la negociación, no como moneda de cambio, pero sí como un elemento importante a la hora de que las piezas encajasen. Al parecer Liberty ‘animó’ al acuerdo y le dio el empujón necesario para que este 2021 se convirtiera en un Blues Brother.

A todo este batiburrillo de piezas que se mueven arriba y abajo hay que añadir un elemento de juicio que va a dibujar la Fórmula 1 en el plazo de dos, puede que tres años: en la Fórmula 2 hay una nube de pilotos pujantes que van de la mano de Mercedes, Alpine y Ferrari. Hay al menos media docena de corredores en la actual parrilla que ya sea por edad o por un desempeño poco fructífero les va a tocar irse despidiendo del negocio, y llegan estos, no ya por juventud y calidad, sino porque tras ellos hay equipos que los llevan de la mano y los acabarán sentando como les ha ocurrido en los dos-tres años previos a Russell, Leclerc, Tsunoda o Norris. Hay varios mirando ya para la puerta y es fácil discernir quienes son. Toca cambio generacional y en 2024-2025 la mitad de la actual parrilla estará en otras cosas. Las cañas de pescar se van a empezar a vender ya mismo en el paddock, muchos las van a necesitar, ya sea para pillar cacho, o para pasar horas frente al mar, a ver si les cae algo. Si se van a una playa, que no se sienten en un sofá, de aquellos del principio de esta viruta… por si acaso.

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