Barcelona va con todo, nuevos radares de ruido y también cámaras en los autobuses urbanos
El Ayuntamiento de Barcelona tiene un objetivo claro: mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos. Y, para ello, ha puesto en marcha dos proyectos innovadores que buscan reducir el ruido y mejorar la fluidez del tráfico en las calles.

Cada vez son más las ciudades que han entendido que la calidad de vida en sus calles pasa, entre otras cosas, por reducir la contaminación acústica y medioambiental, así como actuar de manera eficaz sobre el tráfico rodado.
Barcelona parece ser una de las que más en serio se lo está tomando, ya que ha optado por poner en marcha dos proyectos innovadores para atacar dos frentes concretos. Uno tiene que ver con el ruido en la ciudad, y el otro con la eficacia del transporte público en superficie.
«Los carriles bus están diseñados para ofrecer un transporte público eficiente y rápido, pero su uso indebido por parte de vehículos privados dificulta este objetivo»
Radares de ruido
Según datos de Barcelona Innova LAB Mobility, el 85 % del ruido generado en la ciudad proviene del tráfico, que además es fuente de altos niveles de contaminación por emisiones de gases y partículas nocivas.
Ciudades como París han optado por recurrir a zonas peatonales y carriles exprés, pero en Barcelona la última apuesta consiste en monitorizar y analizar el ruido a través de dos proyectos que se pondrán a prueba a partir del mes de octubre y tendrán una duración de 18 meses.
El primer proyecto pertenece a una empresa neerlandesa, Sorama BV. Esta ha creado un sistema llamado Loud Vehicle Detection y consiste en la instalación de cámaras acústicas dotadas de inteligencia artificial (IA).
Estas cámaras detectan y localizan a los vehículos que sobrepasan los niveles máximos de decibelios, enviando dicha información a unas pantallas LED que, situadas en la vía pública, informan a los conductores de su infracción para que tomen las medidas oportunas.
El segundo proyecto nace de una colaboración entre dos empresas españolas, Bettair y Trafficnow. Se llama Traffic-Noisey ofrece una plataforma integrada que combina sensores acústicos de alta precisión, visión artificial avanzada y algoritmos predictivos.
Esta es capaz de identificar las fuentes de ruido urbano en tiempo real, para posteriormente anticipar eventos críticos y evaluar el impacto de las políticas de movilidad sostenible para mejorar la planificación urbana.
Ambos proyectos cuentan con una financiación de 100.000 euros, aproximadamente un 70 % del coste total, y formarán parte del Tomorrow.Mobility World Congress que se celebrará en Barcelona el próximo mes de noviembre.
Autobuses con cámaras e IA
Por otro lado, Barcelona ha puesto en marcha otra prueba piloto, esta vez relacionada directamente con los autobuses urbanos de la ciudad.
De momento, son cuatro las unidades que operan con un conjunto de cámaras instaladas en la parte frontal y que detectan automáticamente vehículos mal estacionados en los carriles BUS y en las paradas.
El proyecto deriva del programa impulsado por el Ayuntamiento de Barcelona en colaboración con Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) y Fira de Barcelona dentro del programa Barcelona Innova Lab Mobility.
Dicho sistema lo ha desarrollado la empresa estadounidense Hayden y se está probando en las líneas H12 (Besòs/Verneda – Gornal) y D20 (Pg. Marítim – Ernest Lluch). Las cámaras mencionadas registran las imágenes y vídeos en tiempo real, y posteriormente la IA analiza la información para generar datos estadísticos sobre las infracciones detectadas.

Lo que el sistema no hace es grabar matrículas ni personas, ya que está en fase piloto y, por tanto, tampoco aplica sanciones a los infractores. La prueba, que comenzó en primavera, tiene una duración de seis meses. Posteriormente, se evaluará su implementación definitiva con acciones sancionadoras.
Según Laia Bonet, primera teniente de alcaldía del Ayuntamiento de Barcelona y presidenta de TMB, «los carriles bus están diseñados para ofrecer un transporte público eficiente y rápido, pero su uso indebido por parte de vehículos privados dificulta este objetivo».
Por tanto, el objetivo es identificar los puntos más problemáticos y mejorar la fluidez del transporte público. Además, los vehículos mal estacionados en los carriles bus o en las paradas no afectan únicamente a la velocidad de los autobuses, sino que también pueden poner en peligro a los pasajeros, especialmente a aquellos con movilidad reducida, ya que dificultan el despliegue de rampas de acceso.
En ciudades como Nueva York, Los Ángeles o Washington, este sistema ya se ha implantado con mejoras ostensibles en la velocidad a la hora de cubrir las rutas de autobuses y en la reducción de colisiones.